Resistíos
a aquel que construye una pequeña casa
y dice “aquí estoy bien”.
Resistíos a aquel que vuelve a casa de nuevo
y dice “Bendito sea Dios.”
Resistíos
a la alfombra persa de los multifamiliares
al hombre bajo de la oficina
a la empresa de “importaciones-exportaciones”
a la educación estatal
al impuesto
incluso a mí que os lo cuento
Resistíos
a aquel que desde la tribuna saluda horas interminables los desfiles
al presidente del Tribunal de apelación resistíos
a la música los timbales y las marchas
a todos los congresos superiores donde parlotean
toman café congresistas consejeros
a esta señora estéril que reparte
folletos de santos incienso y mirra
incluso a mí que os lo cuento.
Resistíos también a quienes se llaman grandes
a todos los que escriben discursos sobre la época
junto al calentador de invierno
a los halagos los buenos deseos y las tantas reverencias
de oficinistas y cobardes a su sabio jefe.
Resistíos a las oficinas de migración y pasaportes
a las espantosas banderas de los Estados y a la diplomacia
a las fábricas de material bélico
a aquellos que llaman lirismo a las palabras bellas
a los cantos de guerra
a las canciones dulzonas con los lamentos
a los espectadores
al viento
a todos los indiferentes y los sabios
a los otros que pretenden ser vuestros amigos
incluso a mí, a mí también que os lo cuento resistíos.
Puede que entonces avancemos seguros hacia la libertad. |