La artista exhibe Lágrimas negras en el Antiguo Colegio de San Ildefonso
las contradicciones del consumo
Depósitos de chatarra y tiraderos de llantas le hicieron evidente ese icono del paisaje, señala
Miércoles 4 de noviembre de 2009, p. 6
El automóvil y sus partes marcan un antes y un después en la producción artística de Betsabeé Romero (DF, 1963). El Ayate car que hizo para el proyecto binacional Tijuana/ San Diego Insite, en 1997, le abrió la puerta a una amplia gama de ideas por explorar.
Julián Zugazagoitia, curador de la exposición Betsabeé Romero: lágrimas negras, inaugurada hace unos días en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico), señala en un texto que para la artista el automóvil y la llanta, más que temas, son el soporte para abordar sus preocupaciones históricas, sociales y ambientales
.
Como esa muestra, generada en el Museo Amparo de Puebla –hizo escala en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco)–, parte del trabajo de Romero de la pasada década, se pregunta a la artista sobre tan impactante vuelta de hoja.
Exploración desde la nostalgia
“El paisaje –explica Romero– era el género que deseaba trabajar. Y lo había hecho desde una situación de nostalgia, de pérdida del paisaje de la ciudad de México, en el sentido de la visibilidad desde el género en el siglo XIX y los pintores viajeros. Era el gran Valle de México que se iniciaba con los grandes capitulares de los volcanes.
“Recuperaba de alguna manera el género del paisaje, como algo que después del porfiriato se consideró burgués, como que no venía al caso, y se hizo toda la pintura revolucionaria de la Escuela Mexicana. Estaba en esa reflexión del paisaje pintado y el paisaje real –se imponía este último– y cómo abordarlo cuando me invitaron a Insite en 1997.”
Para crear sus obras, los artistas invitados hicieron primero residencias en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos. “Justo allí –continúa la entrevistada– en la barda, al ver la situación con los depósitos de chatarra y tiraderos de llantas, todo eso me hizo muy evidente que allí había un objeto, el automóvil, como icono en el cual confluyen muchas contradicciones del consumo, del deseo de lograr el American way of life, de la ilusión del migrante y, a la vez, como que había el otro lado que no había sido explorado y que de alguna manera es un personaje.
El vehículo con motor es un personaje relevante de este ser de trayectos que somos. No somos totalmente sedentarios, nuestra cotidianidad se explica más por adónde fuimos y de dónde regresamos en el día. Nuestra vida entera también, como esta cuestión del movimiento del trayecto de las migraciones, como algo que simboliza la cultura contemporánea, como un fenómeno en movimiento.
La exposición Lágrimas negras –título que remite a una canción de Miguel Matamoros–, integrada por más de 80 obras, entre instalaciones, esculturas, fotografías, videos, modelos a escala y documentación de sus principales proyectos, también comprende el trabajo más reciente de Romero como las piezas realizadas en papel picado, surgidas de un taller sobre el color que tomó precisamente en San Ildefonso, en paralelo a la muestra Anni y Josef Albers: viajes por Latinoamérica.
Esos trabajos vienen de piezas aztecas encontradas en el Templo Mayor
, pero también entablan un diálogo iconográfico con otras culturas, como la gótica y la islámica: Son la economía y la política que nos inventan que somos puro conflicto, diferencia y separación
.