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Pasar a la nada no me agrada, pero tampoco me intranquiliza, opinaba sobre la muerte

Falleció Lévi-Strauss; enseñó que la riqueza humana está en la diversidad

El etnólogo-filósofo dotó de nuevos significados a los conceptos de raza, cultura y evolución

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Lévi-Strauss manifestó especial interés el pasado agosto, como informó La Jornada, por las actividades en torno al Día Internacional de los Pueblos Indígenas. El pensador francés, en noviembre de 2005Foto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de noviembre de 2009, p. 5

París, 3 de noviembre. Alejado de la vida pública, el antrópologo y etnólogo francés Claude Lévi-Strauss falleció en la madrugada del domingo, antes de cumplir, el 28 de noviembre, 101 años de edad, confirmó la Academia Francesa.

El maestro de la antropología moderna y padre del enfoque estructuralista en las ciencias sociales exploró el tema de las comunidades indígenas en sus inicios, observando a grupos autóctonos en la selva amazónica.

Otra versión es la del profesor Philippe Descola, quien sucedió a Lévi-Strauss a la cabeza del Laboratorio de Antropología Social, en el Colegio de Francia, quien indicó que el autor de Tristes tópicos –uno de los grandes libros del siglo XX– murió el viernes pasado y ya fue sepultado. Las exequias, dijo citando a familiares del intelectual, se efectuaron el lunes en Lignerolles, al oeste de Francia, donde Lévy-Strauss tenía una residencia.

Incluso en su retiro, Lévi-Strauss ha sido referencia obligada para el pensamiento y su trabajo continúa vigente no sólo en el campo antropológico, sino en las ciencias sociales. En tiempos recientes fue profesor de filosofía.

De la filosofía a la antropología

Hace más de un década, Lévi-Strauss dijo a radio France Culture: Te felicitan a los 90 años porque piensan que no llegarás a los cien. En otra ocasión dijo: Me convertí en antropólogo huyendo de la filosofía.

En noviembre de 2008 le fueron dedicadas jornadas académicas, homenajes, lecturas, maratones televisivos y hasta el Museo Quai Branly, de París, nombró Lévi-Strauss a su teatro.

En el contexto de la celebración de su centenario, Koichiro Matsuura, director de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, dijo que gracias al estudioso francés sabemos que la riqueza de la humanidad reside en la diversidad y ese organismo internacional lo llamó uno de los grandes intelectuales del siglo XX.

No obstante, en ninguno de los actos en su honor estuvo presente, ni siquiera el que le rindió la Academia Francesa, de la que formaba parte desde 1973.

Lévi-Strauss es reconocido por haber fundado la antropología estructural, aplicando el modelo lingüístico de Saussure, con influencia de Roman Jakobson y Sigmund Freud. Y aunque el estructuralismo surgió desde la segunda década del siglo XX, con el investigador francés alcanzó trascendencia en otros campos del pensamiento social.

Nada tiene sentido

Claude Lévi-Strauss nació en 1908, en el seno de una familia judía, en Bruselas. Sus primeros trabajos los realizó en Brasil, durante una misión cultural entre 1935 y 1939, pero con La vida familiar y social de los indios nambikwara y Las estructuras elementales del parentesco, en 1948, comenzó su colección de publicaciones, entre las cuales destacan Tristes trópicos (1955), El pensamiento salvaje (1962) y los cuatro tomos de sus Mitológicas (1964-1971).

La tesis de que el hombre está sometido a sistemas estructurales inconscientes atraviesa toda su obra. En Mitológicas analizó 813 mitos.

Con sus libros, de lectura apasionante, influyó no sólo en la antropología, la investigación de religiones y mitos, sino también en la filosofía y la historia.

Su bestseller Tristes trópicos, publicado en 1955, apareció en tiempos de descolonización y apostó a la revalorización de los llamados pueblos primitivos.

Lévi-Strauss no daba demasiada importancia a la búsqueda del sentido de la vida. Estoy fuertemente convencido de que la vida no tiene sentido, que nada tiene sentido, dijo hace unos dos años en una entrevista.

De todas las religiones, sentía cierta afinidad por el budismo. Por un lado, porque no conoce un dios personal, y por el otro, porque representa la visión o admite que no hay sentido, que en la ausencia de sentido, en el no-sentido, se encuentra la última verdad. Una creencia así la puedo aceptar sin problemas, dijo el antropólogo, en ese entonces de 99 años. Reconozco que la idea de pasar a la nada no me agrada, pero tampoco me intranquiliza, opinó alguna vez sobre la muerte.

Desde hace más de medio siglo, este hombre discreto se posicionó en los debates culturales actuales. Dotó de un nuevo significado los conceptos de raza, cultura y evolución, y ya hace décadas que hizo de la diversidad cultural un factor esencial de la cohesión social y de la paz, teoría que en el contexto de la globalización gana cada vez más relevancia. Por ello, la prensa solía celebrar a este científico como el etnólogo-filósofo de su época.