Opinión
Ver día anteriorLunes 22 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Lo rayado

“E

ntre el rayo y la raya estamos todos –escribe Aurelia Román–, pero entre el rayo y la raya queda lo rayado, los que a buen juicio no debían haber muerto, por ejemplo los niños de la guardería de Hermosillo, Sonora. Nadie está exento de la muerte; sin embargo, lo rayado es la imprudencia, lo inducido, lo provocado por la infinita torpeza; para la muerte no hay pretexto, pero de que hay muertes estúpidas las hay, no cabe duda, aunque la tal raya venga con ellas.”

Saqueado y quebrado, el sistema de salud pública en México, Aurelia. El gobierno en turno se empeña todavía en recomendar a la gente que siga teniendo hijos, forme una familia, salgan a trabajar el padre y la madre, dejen a los pequeños en improvisada guardería, sepan que el jacalón se incendió, comprueben que la criatura se salvó, quedó seriamente lesionada o murió y en ese caso reciban, si quieren, 150 mil pesos. No, si someterse a lo que supuestamente Dios manda tiene pros y contras.

Perspicaz observación la de Daniel Carretero: Políticos, gobernantes y legisladores defienden a capa y espada a las madres solteras, pero porque probablemente muchos de ellos son quienes las embarazan; de otra manera los citados actores, en ambas acepciones, también intentarían pensar en estímulos varios para aquellas mujeres y parejas que se abstienen de tener hijos. Proteger a rajatabla la maternidad, incluso en las condiciones más inequitativas y desventajosas para la madre y el producto, significa desproteger a quienes, haciendo uso de una libertad responsable, se niegan terminantemente a traer más seres a este planeta-pesadilla.

Como si la muerte no los fuera a tocar nunca, que diría Juan Matus, andan por estas fechas los cándidos candidatos de los partidos políticos, colgando lamentables fotografías con sonrisas fingidas, miradas afables y frases idiotas que el pueblo se encarga de rayar. Adicionalmente hacen llegar a cada domicilio volantes con promesas incumplibles y engreídas cartitas llenas de buenos propósitos. Las cuantiosas sumas para gastos de campaña con que la ciudadanía dota a estas instituciones ¿alcanzan sólo para eso?

Esta falta de respeto a la inteligencia, al lenguaje y al pueblo de México por parte de los encandilados candidatos se reflejará no sólo en las urnas, sino en el lamentable desempeño de los elegidos por el truculento sistema una vez que los convierta en legisladores cogote de hule y cerviz de títere. Si no, al tiempo.