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La ideología de la ametralladora y la guerra de Obama
TIBIOS GENOCIDAS
En 1862 el Dr. Richard J. Gatling patentó su más reciente invención: “el arma de batería de revolución”: seis tambores de rifle calibre .58 sujetos circularmente alrededor de una vara giratoria equipada con un aditamento que recarga municiones automáticamente, un mecanismo de disparo que se controla con una simple manivela y que se monta sobre ruedas. Esta ametralladora primitiva llegaba a disparar 350 tiros por minuto y se usó por primera vez en la Guerra de secesión estadunidense en 1864. Gatling terminó sus estudios de medicina en 1850, pero su verdadera pasión era inventar cosas, desde un aparato para sembrar trigo hasta un dispositivo para perfeccionar el funcionamiento del excusado. Sin embargo, la máquina que pasó a inmortalizarlo fue el arma que cambió para siempre la forma en que se pelea cualquier conflicto. Gatling, quien se consideraba a sí mismo un humanista, se dio cuenta de que durante la mencionada Guerra de secesión la mayoría de los muertos sucumbieron a enfermedades y no por las balas del enemigo, entonces el médico, en vez de dedicarse a encontrar cura a dichas enfermedades, tuvo una singular ocurrencia que, en 1877, explicó así: “Se me ocurrió que si podía inventar una máquina –una arma– que pudiera, por su rapidez para disparar, permitir a un hombre encargarse del trabajo en el campo de batalla de cien hombres, esto es, que pudiera en gran medida sustituir la necesidad de grandes ejércitos, en consecuencia el riesgo de exponer [hombres] a batallas y enfermedades disminuiría enormemente[sic].” La patética ingenuidad de este tecnócrata, que podríamos llamar la ideología de Gatling, se refleja en la infame ceguera de los neocones que lanzaron una guerra contra Afganistán con un mínimo de tropas, valijas (literalmente) llenas de dólares para sobornar a jefes tribales y toneladas de equipo de tecnología de punta. En ambos casos el costo humano se disparó exponencialmente por encima de las expectativas de estos tibios genocidas.
BREVE DISTRACCIÓN
Pensaba en el “terrible invento del señor Gatling”, como lo llama Julia Keller en su reciente libro, mientras contemplaba la patética derrota de la selección mexicana frente a la “selecta” de El Salvador, en el monumental estadio de Cuscatlán. La ametralladora me pareció una apropiada metáfora de la paliza que nos propinaron y la condición en que quedó un equipo que, a fuerza de cambios de técnicos, falta de continuidad, manipulación de promotores, voracidad de televisoras, desesperante ausencia de goleadores y de carácter, parece herido de muerte.
NO SE PUEDE DISTINGUIR QUIÉN ES EL ENEMIGO
Pero hagamos a un lado al metafórico ametrallamiento del Tri para regresar a la ideología de la ametralladora y su influencia en la guerra antes mencionada, la cual Obama ha hecho suya y ahora se ha extendido a Pakistán. A casi ocho años del comienzo de la guerra de Afganistán, la situación en ese país sigue siendo desastrosa, las condiciones de vida no han mejorado y el talibán se ha reorganizado y reinventado. El grupo que durante su paso por el poder nunca pudo controlar a todo el país, hoy está revitalizado y su contraparte en Pakistán se ha vuelto mucho más osada y se ha fortalecido al confrontar al ejército en la zona de Swat, donde, como explicó el general Sajad Ali, comandante de las tropas en el norte de Swat, al Washington Post (22-5-09): “No se puede distinguir entre un Taleb y un ciudadano normal. El área está densamente poblada y es muy fácil para los terroristas esconderse.” Está imposibilidad de diferenciar entre el enemigo y el pueblo, ha engendrado una catástrofe humanitaria en la que han perdido la vida miles de inocentes y más de 2 millones de personas han sido desplazadas de su tierra.
AMETRALLADORA IDEOLÓGICA
La ametralladora fue apenas usada en la Guerra de secesión, en cambio, fue una poderosa herramienta “civilizadora” utilizada por Estados Unidos y las potencias europeas en sus conquistas territoriales, para someter o eliminar nativos rencorosos y para despojar naciones de sus riquezas naturales. La guerra de Obama es otro de esos brutales ejercicios intervencionistas, postcoloniales, realizado a través de un gobierno títere, armado, financiado y sostenido por Washington. Tras innumerables ataques con aviones drones sin piloto, que han costado numerosas vidas, y un esfuerzo en gran medida inútil por parte del ejército paquistaní para erradicar al talibán, este grupo ha lanzado docenas de ataques contra blancos civiles en Pakistán (como el del Hotel Pearl Continental de Peshawar), con lo que la estabilidad del país se desmorona en gran medida bajo el peso de la ideología ingenua y criminal de Gatling, la cual lamentablemente parece haber infectado a Obama.
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