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Presentó su libro nacido del fracaso

La arquitectura no tiene estilo; resuelve problemas, asegura Lucio Muniain
 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de mayo de 2009, p. 7

De lo perdido, lo que aparezca. El arquitecto Lucio Muniain (DF, 1969) ha presentado 11 proyectos en otros tantos concursos y sólo ha ganado uno.

Convencido del interés y el valor de los trabajos que se han quedado en el papel, decidió reunirlos en un libro junto al único que sí construyó.

El libro, que hace unos días fue presentado, lo publicó el sello editorial Arquine. Su título: 10 concursos perdidos 1 ganado. Un libro nacido del fracaso.

–¿Cuál es su reflexión después de concluir el libro?

–Hay tres tipos de arquitectura: la que se construye, que pasa de un proyecto muy complicado a su edificación; otra es la que más visito, la que más analizo y critico, la que más me gusta; la tercera es la que ves en el libro, que son fotos, maquetas, dibujos que dan una buena idea de lo que se hubiera hecho en cada caso.

“Hoy por hoy, las ideas que se quedan en el papel, sobre todo en arquitectura, son las que se me hacen más interesantes. ¿Ya viste el proyecto que quedó en segundo lugar en el concurso para la Ópera de Sidney o la que quedó en tercer lugar en el concurso del museo Guggenheim de Bilbao? Las obras que ganan son las que más le gustan al jurado, y el jurado en cada concurso es diferente.

“Por tanto, los concursos son como un certamen de belleza donde no necesariamente gana el mejor traje de baño. Quizás gana el verbo, quizás gana el cuerpo o la cara. Así en los concursos de arquitectura. El jurado escoge lo que es mejor para ellos en ese momento, pero no quiere decir que los demás sean unos estúpidos. Nada más los astros no se alinearon.

“El libro para mí es voltear hacia atrás, es constante reflexión. Volver a visitar los proyectos después de un tiempo me parece hasta sano: ver qué hice, en qué momento y por qué. ¿Por qué no ver todo eso que nunca llegó pero ni a un cajón.’’

Las necesidades del cliente

–Fuera de las vacas sagradas, ¿un arquitecto puede hacer la arquitectura que le gusta hacer?

–Para ser vaca sagrada lo único que se necesita es ser un necio, hacer lo que te gusta todo el santo día, ir a las fiestas correctas y a los simposios correctos.

Por desgracia la arquitectura tiene una utilidad, puede tener algo de arte, pero el hecho de hacer lo que más te gusta siempre tiene un límite.

El cliente tiene necesidades y entonces las agarras y las haces papel y ya depende de uno meterle suficiente veneno para que el edificio sea una cosa especial, para que cada vez que una persona entre en él, viva otras cosas.

–¿El caso de usted con los concursos es sintomático de un fenómeno más extendido en el ámbito arquitectónico?

–Creo que sí. De entrada hacer un libro que habla del fracaso, de mi postura: si esto es lo que mejor sé hacer, pues lo muestro, ¿no? La arquitectura no es nada más tabiques y tabiques, ya no es nada más mira, el arquitecto hizo esta casa; también es mira a este cuate le dieron un problema arquitectónico a resolver y lo resolvió así. Tienes que estar consciente de que todo eso que sale de ti sea único. En ese sentido la arquitectura puede tener una personalidad individual. Lo que hace Lucio es muy Lucio.

–¿Cómo describiría lo que hace?

–Más que hablar de plasticidad y decir que mis edificios tienen tales o cuales cualidades, puedo entender lo que el cliente necesita y traducirlo a arquitectura.

Talento desaprovechado

–¿Están amafiados los concursos de arquitectura?

–Algunos, claro, otros no. Hay de todo. ¿Cuáles no están amafiados? Aquellos en los que gano, porque no tengo relaciones.

–¿Eso obra en perjuicio de la arquitectura que se realiza en México?

–Pues sí, porque no son los mejores arquitectos los que hacen obra, si no los que mejores relaciones tienen.

“En México hay mucho talento, pero poca explotación del mismo; los clientes como que siguen miedosos. Aunque esa generación de clientes, los adinerados viejitos, van para fuera y ahora los jóvenes son directores de bancos y los que empiezan a hacer cosas.

“La generación que cree que todo es Teodoro González de León ya va para fuera. Está bien, lo felicito y me gustaría estar en sus zapatos y pensar que hice El Colegio de México, el Fondo de Cultura Económica, el Arco de Bosques (conocido como ‘el pantalón’). El problema es que el éxito del arquitecto son sus relaciones. Y eso ocurre en todo el mundo.”

–¿Todavía se puede hablar de una arquitectura mexicana?

–Mi opinión muy personal es que afortunadamente ya no. Todavía en los años 80 y principios de los 90 se hablaba de ella. ¿Qué es arquitectura mexicana? Se refieren a cosas parecidas a lo de Luis Barragán, rositas y mexicanistas, con macetitas, y parecen un pueblito.

“Ese ranchito style como que ya afortunadamente se acabó. Aunque todavía por ahí dos o tres lo siguen.

Los arquitectos que estamos en este momento en el panorama, todos pueden hacer una casa donde sea, en China, en Italia, porque la arquitectura no tiene estilo, resuelve problemas. El estilo nunca lo he buscado, ni me interesa ni lo quiero.