Lavín Cerda presentó Woody Allen en Venecia, su libro más reciente, publicado por Praxis
es una forma de resistir ante la esquizofrenia y la locura
Es una lástima que el género sea relegado por criterios comerciales, deplora el escritor
Martes 7 de abril de 2009, p. 6
Cuando una persona ha sido elegida por la poesía para ser su amante y esclavo, ya nada hay que hacer. La musicalidad de los versos sigue llegando a los oídos en forma de órdenes y la única alternativa posible es obedecer.
Tal es el caso del poeta Hernán Lavín Cerda (Santiago de Chile, 1939), quien hace unos días presentó el más reciente de los libros que confirman su relación de toda la vida con las palabras, titulado Visita de Woody Allen a Venecia (Editorial Praxis).
Aunque uno siempre escribe el mismo libro
, con las mismas obsesiones y temas, en esta ocasión Lavín Cerda recurrió a la simpatía que le genera el cineasta estadunidense Woody Allen para reflexionar sobre lo distinto, lo sutil e inclusive lo débil.
El recurso de los heterónimos
A partir de una película que muestra el viaje de Allen y su esposa coreana, Soon-Yi, a Venecia, donde pueden observarse todas las manías y neurosis del neoyorquino, Hernán Lavín quiso hacer una especie de reivindicación de la fragilidad y los defectos de los seres humanos, en contraposición a la imagen de fuerza y dominio que se quiere imponer como modelo único.
De formación periodística, el poeta utiliza gran multiplicidad de voces en sus escritos, que bien podrían ser como una serie de entrevistas a sí mismo, expresadas mediante heterónimos, como en el estilo del portugués Fernando Pessoa, quien es una de sus influencias.
Por ello más de una vez se pregunta: ¿quién diablos está escribiendo?, ¿a quién pertenece la voz que le dicta la orden inapelable de seguir haciendo poesía?
Hernán Lavín cree que las palabras tienen ritmo y vida propios, y disfruta conociéndolos y dejándose llevar por ellos. En sus poemas trata de hacer manifiesta la tensión que hay entre un verso y otro, los golpes rítmicos que cada uno tiene, la espesura y la densidad de cada palabra
, explica en entrevista.
Este enamoramiento del lenguaje es la base de su poesía, define, y en ella trata de hacer coexistir dos elementos: lo culterano e incluso preciosista, y al mismo tiempo lo coloquial del habla popular, con los pies bien puestos sobre la tierra
.
Para Lavín, quien admite que muchas veces la inspiración le viene de la mano de las estupideces, las incoherencias y las aparentes payasadas
, es una lástima que la poesía esté siendo relegada de las librerías por los criterios comerciales de las grandes editoriales.
El género lírico, que tanto ha nutrido a nuestra literatura
, se está abandonando cada vez más. Pero justamente por eso él insiste en cultivarla, porque hacerlo es una forma de recuperar la palabra, de resistir ante el modelo de la esquizofrenia y la locura
.