Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de septiembre de 2007 Num: 652

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Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Relamparismos
ALONSO ARREOLA

Cómo se volvió una mala persona
ELENI VAKALÓ

555 años del nacimiento
de Leonardo Da Vinci

HÉCTOR CEBALLOS GARIBAY

Un deuda con Aguascalientes
MARCO ANTONIO CAMPOS entrevista con RUBÉN BONIFAZ NUÑO

El escritor
IGNACIO SOLARES

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Columnas:
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La gruta-grito de Juan Pablo Villa

Toda música empieza de nuevo en cada momento,
como si nunca hubiera habido ninguna música antes.
Principio segundo del código MEV
(Música Electrónica Viva, Italia, 1966)

Dice Janete El Haouli, en su libro dedicado a la vida y obra del cantante experimental ítalo-egipcio Demetrio Stratos ( En busca de la voz-música ), que “La voz, que en el principio era el Verbo, por tanto todo, una voz-Dios, en el transcurso de los siglos sufrió una parábola irreversible.” Con ello se refiere al decaimiento de la tradición oral, del canto folclórico y de la diversidad de lenguas en pos de una derrota auspiciada por el triunfo de la televisión sobre la radio, de la imagen sobre la palabra. Más aún, la también artista sonora se pregunta: “¿Quién defiende la voz hoy, después del Big Bang primigenio de la Torre de Babel?” Y se responde: “Los artistas experimentales tanto de la vocalidad como de la oralidad .” Pues bien, uno de ellos es el mexicano Juan Pablo Villa (México, DF, 1975), quien recientemente ha editado su nuevo disco en el sello Intolerancia: La gruta de Baba (2007).

Villa es, según se describe a sí mismo en internet, un “cantante y compositor que, desde hace diez años y sobre todo en los últimos tres, se ha dedicado a la investigación y exploración vocal por medio de la improvisación libre, técnicas vocales contemporáneas poco convencionales y manifestaciones vocales de México y el mundo”. Tal abundancia del término vocal no es gratuita si con ella compartimos la cuarta acepción del diccionario: “Sonido del lenguaje humano en cuya emisión el aire espirado, con vibración laríngea y timbre modificable por la posición de los órganos de la articulación, no encuentra obstáculos.” Así, sin estorbos o embarazos, hemos de aceptar que salvo algunos artistas locales (Iraida Noriega, Muna Zul), es Juan Pablo quien mayores ambiciones posee en torno a este laboratorio poco explorado.

Con todo ello, su búsqueda rebasa la soledad del canto, pues no se trata de un fanático embebido en la fuerza primigenia de la voz humana, sino de un compositor multiinstrumentista cuyas colaboraciones con personajes de la disidencia chilanga ha conseguido frutos de diverso carácter y sentido. Ejemplos son, como también recuerda su biografía, el disco “ Ya y Li , obra que compuso originalmente para piano y voz y que arregló para trío y presentó en 2004 con el Juan Pablo Villa Trío (al lado del guitarrista Fernando Vigueras y del tablista Francisco Bringas)”, o los conciertos de improvisación con el ensamble Dos pájaros en el alambre (con Germán Bringas y Ángelo Moroni), así como sus propios “talleres de exploración vocal” o presentaciones con La OrK (Orquesta de improvisación libre del Café Jazzorca), por no mencionar las intervenciones que como compositor o intérprete ha tenido en cortometrajes, coreografías y montajes diversos.

Alumno esporádico de titanes del género vocal internacional (si es que tal cosa existe), Juan Pablo apuesta hoy a sus presentaciones en solitario, semillas de este nuevo disco, “con la voz como instrumento pilar, objetos y un procesador multipistas”, elementos con los que presume un “calidoscopio de posibilidades vocales que, en su sutil sucesión, genera un paisaje sonoro irresistible”. Y tiene razón, dejando de lado la inutilidad de parafrasear su trabajo con sesudas divagaciones, lo cierto es que no hay resistencia frente a las armas antiguas que utiliza para sortear el escudo de una convención acostumbrada a la racionalidad. En otras palabras y tecleando al azar: grrr tiriri actpsum eeeeloelo atreme sssss ah. ¿Se entiende?

Así las cosas, podría ser fácil imaginarlo a la sombra de virtuosos como Bobby McFerrin o el mismo Demetrio Stratos, a la vera de movimientos como el Fluxus o el dadaísta, aunque se le aprecia más en la moderna inconformidad de gargantas como la de Mike Patton (Mr. Bungle, Fantomas) y en el espíritu proveniente de –y concordamos con él– parajes como el inuit, el mongol o el del este europeo.

En resumen, La gruta de Baba presenta doce cortes entre los que viven dos piezas cardenches tradicionales (con letra en verso) más diez improvisaciones en las que casi siempre se cumplen los códigos de ritmo, melodía y armonía, pero sólo para dar sustento a exclamaciones, murmullos, pedimentos, relámpagos surrealistas y demás expresiones con altas dosis de dramatismo y –aunque el lector vacile– de flujo narrativo. Es decir que el de Juan Pablo es un trabajo inquietante, recomendable por razones musicales y de valentía, cuyo juicio dependerá finalmente de criterios como la altura del Sol, el tamaño de un deseo o la distancia de nuestra muerte. Visítalo en www.myspace.com/juanpablovilla