México D.F. Martes 3 de agosto de 2004
| ESTADOS UNIDOS |
Promotores de la guerra lucran con la reconstrucción
de Irak
Cabilderos, asistentes de altos
funcionarios y otros animaron la invasión y ahora ayudan a empresas
a buscar contratos, pero no ven conflicto en su actividad
Borrosos límites entre intereses públicos
y privados en Washington
Economist Intelligence
Unit
/The
Economist
WASHINGTON.
En los meses y años que condujeron a la invasión
de Irak, encabezada por Estados Unidos, marcharon juntos a la vanguardia
de quienes propugnaban la guerra; como cabilderos, asesores en relaciones
públicas y consejeros confidenciales de importantes funcionarios
del gobierno, lanzaron advertencias contra las armas iraquíes de
destrucción masiva, ensalzaron al líder exiliado Ahmed Chalabi
y sostuvieron que derrocar a Saddam Hussein era una cuestión de
seguridad nacional y un deber moral.
Ahora, mientras los combates continúan en Irak,
cobran decenas de miles de dólares en honorarios por ayudar a empresas
clientes a buscar contratos federales y otras oportunidades financieras
en Irak.
Por
ejemplo, un antiguo asistente del Senado que contribuyó a obtener
fondos del gobierno para opositores a Hussein en el exilio, los cuales
tienen hoy día participación activa en asuntos iraquíes,
posee un contrato por 175 mil dólares para asesorar a Rumania en
la obtención de negocios en Irak.
La facilidad con que estas personas han pasado de promover
políticas y aconsejar a altos funcionarios del gobierno para ganar
dinero en actividades ligadas con sus políticas y consejos, refleja
los borrosos límites existentes en ocasiones entre los intereses
públicos y privados en Washington. En la mayoría de los casos,
las leyes federales sobre conflicto de intereses no se aplican a ex funcionarios
o a quienes fungen sólo como asesores.
Larry Noble, director ejecutivo del Centro para Políticas
Responsables, señaló que las acciones de ex funcionarios
y otros que participan en juntas de asesores del gobierno, si bien no son
ilegales, pueden plantear la aparición de conflictos de interés.
''Ponen en duda si el consejo que dan es por su propio interés más
que por interés público'', expresó.
Michael Shires, profesor de política pública
en la Universidad Peppeddine, piensa de otra manera. ''No veo una cuestión
ética en eso'', opina. ''Lo que veo son individuos que miran por
sus propios intereses''.
El caso Woolsey, ex director de la CIA
El ex director de la CIA, R. James Woolsey, es un ejemplo
prominente del fenómeno, al mezclar sus intereses de negocios con
los que, según él, son los intereses estratégicos
del país. Salió de la CIA en 1995, pero sigue siendo consejero
del gobierno en asuntos de inteligencia y seguridad nacional, Irak entre
ellos. Al mismo tiempo trabaja para dos empresas privadas que hacen negocios
en el país árabe y es socio de una compañía
que invierte en firmas especializadas en servicios de seguridad y antiterrorismo.
Woolsey declaró en una entrevista que no participa
directamente en las actividades de la empresa relacionadas con Irak. Sin
embargo, como vicepresidente de la firma consultora Booz Allen Hamilton,
fue orador en mayo de 2003 en una conferencia copatrocinada por la compañía,
en la cual unos 80 ejecutivos de empresas y otros pagaron hasta mil 100
dólares cada uno para escucharlo disertar sobre el panorama económico
y las oportunidades de negocios en Irak.
Antes de la guerra, Woolsey fue miembro fundador del Comité
para la Liberación de Irak, organización fundada en 2002
a solicitud de la Casa Blanca para ayudar a ganar apoyo público
para la guerra. También escribió sobre la necesidad de un
cambio de régimen y formó parte del comité asesor
de la CIA y del Consejo de Política de la Defensa, cuyos miembros
honorarios han dado asesoría sobre Irak y otros asuntos al secretario
de la Defensa, Donald H. Rumsfeld.
Woolsey es parte de un pequeño grupo que muestra
con inusitada claridad la forma, semejante a un engranaje, en que puede
operar el sistema de los ''iniciados'': moviéndose en los mismos
círculos sociales, a menudo participando juntos en comités
gubernamentales y con grupos de reflexión y de asesoría que
tienen ideas similares, escribían cartas a la Casa Blanca para exigir
la acción militar en Irak, formaban organizaciones que presionaban
por la invasión e impulsaban la legislación que autorizaba
la ayuda a grupos en el exilio.
Una vez que comenzó la guerra, y a pesar de la
violencia y la inestabilidad en Irak, se han colocado en consorcios privados.
Los otros
En
el grupo, además de Woolsey, figuran:
* Neil Livingstone, antiguo auxiliar del Senado que fue
asesor del Pentágono y del Departamento de Estado y lanzó
repetidos llamados públicos a derrocar a Saddam Hussein. Encabeza
la empresa GlobalOptions, radicada en Washington, que proporciona contactos
y servicios de consultoría a compañías que hacen negocios
en Irak.
* Randy Scheunemann, antiguo asesor de Rumsfeld que ayudó
a redactar la Ley de Liberación de Irak de 1998, la cual autorizaba
una partida de 98 millones de dólares en ayuda estadunidense a grupos
iraquíes en el exilio. Fue presidente fundador del Comité
para la Liberación de Irak. Ahora ayuda a los estados que formaron
parte del bloque soviético a obtener negocios allá.
* Margaret Bartel administró fondos federales canalizados
al grupo de Chalabi en el exilio, el Congreso Nacional Iraquí (CNI),
inclusive los destinados al programa de inteligencia de preguerra sobre
las supuestas armas de destrucción masiva iraquíes. Ahora
dirige una firma consultora de la zona de Washington que ayuda a presuntos
inversionistas a encontrar socios iraquíes.
* K. Riva Levinson, cabildera en Washington y especialista
en relaciones públicas, recibió fondos federales para conseguir
apoyo para el CNI antes de la guerra. Tiene estrechos vínculos con
Bartel y ahora ayuda a compañías a abrir puertas en Irak,
en parte mediante sus contactos con el CNI.
Otros promotores de la acción militar contra Hussein
buscan ahora oportunidades de negocios en Irak. Dos ardientes partidarios
de la acción militar, Joe Allbaugh, que dirigió la campaña
del presidente Bush para la Casa Blanca en 2000 y más tarde encabezó
la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, y Edward Rogers hijo, asistente
del presidente Bush, ayudaron en fecha reciente a crear dos empresas para
promover negocios en el Irak de posguerra. El bufete jurídico de
Rogers cuenta con un contrato por 262 mil 500 dólares para representar
al Partido Demócrata del Kurdistán iraquí. Sin embargo,
ni Rogers ni Allbaugh tienen el alto perfil de Woolsey.
Poco después de los ataques del 11 de septiembre
de 2001, Woolsey escribió un artículo de opinión en
The Wall Street Journal en el que afirmaba que un Estado extranjero
había ayudado a Al Qaeda a preparar los ataques. Nombró a
Irak como el principal sospechoso. En octubre de 2001 el subsecretario
de Defensa, Paul D. Wolfowitz, envió a Woolsey a Londres para recabar
información de inteligencia que vinculara a Hussein con los ataques.
En la conferencia de mayo de 2003 en Washington, titulada
Compañías
en el terreno: el reto para las empresas en la reconstrucción de
Irak, Woolsey habló sobre cuestiones políticas y diplomáticas
que podrían afectar el progreso económico. También
se manifestó a favor de la decisión del gobierno de Bush
de dar preferencia a empresas estadunidenses en los contratos de reconstrucción.
En una entrevista, Woolsey sostuvo que no veía
conflicto entre promover la guerra y después asesorar a empresas
para hacer negocios en Irak. Su firma Booz Allen es subcontratista de un
convenio en telecomunicaciones por 75 millones de dólares en Irak
y también ha dado apoyo para la administración de donaciones
federales. Woolsey aseguró que no participó en esa tarea.
El ex director de la CIA fue entrevistado en la oficina
en Washington del Paladin Capital Group, firma de capital de riesgo de
la cual es socio. Paladin invierte en compañías dedicadas
a la seguridad interna y a la protección de infraestructura, declaró.
También es consejero por honorarios de GlobalOptions, la empresa
de Livingstone. Sostuvo que su trabajo en esa empresa no tiene que ver
con Irak.
Bajo la dirección de Livingstone, Global-Options
''ofrece una amplia gama de servicios de seguridad y manejo de riesgos'',
según su sitio web. En un artículo de opinión para
Newsday,
en 1993, Livingstone escribió que Estados Unidos ''debe emprender
un masivo programa encubierto destinado a derrocar a Hussein''.
En una entrevista reciente, Livingstone aseguró
que tenía reservas respecto de la guerra, sobre todo por el fracaso
en encontrar armas de destrucción masiva. Pese a ello ha sido orador
regular en seminarios sobre inversiones en Irak.
En tanto Livingstone se ha enfocado en oportunidades para
estadunidenses, Scheunemann se ha concentrado en ayudar a estados del antiguo
bloque soviético. Encabeza una firma de cabildeo en Washington llamada
Orion Strategies, la cual comparte el domicilio del vocero del Congreso
Nacional Iraquí en la capital estadunidense y la del ahora extinto
Comité para la Liberación de Irak.
Entre los clientes de Orion está Rumania, que firmó
un contrato por 175 mil dólares a nueve meses a principios de este
año. Entre otras cosas, el contrato indica que Orion promoverá
los ''intereses de Rumania en la reconstrucción de Irak''. Scheunemann
también ha viajado a Latvia, antiguo cliente de Orion, y se reunió
con un grupo de empresarios para analizar prospectos sobre Irak.
Pocas
personas abogaron por la guerra con tanto vigor como Scheunemann. Apenas
una semana después del 11 de septiembre, se unió a otros
conservadores para enviar una carta a Bush en la que exigían el
derrocamiento de Hussein. En 2002 se convirtió en el primer presidente
del Comité para la Liberación de Irak, el cual obtuvo su
mayor éxito el año pasado, cuando 10 países de Europa
oriental respaldaron la invasión estadunidense. Conocidos como ''los
10 de Vilnius'', mostraron que ''Europa está unida por un compromiso
para poner fin al régimen sanguinario de Saddam'', dijo Scheunemann
en esa ocasión.
Scheunemann se negó a hablar sobre sus actividades
relacionadas con negocios en Irak. ''No puedo ayudar en eso'', respondió.
Scheunemann, Livingstone y Woolsey desempeñaron sobre todo en público
su papel de promoción de la guerra. En contraste, Bartel y Levinson
operaron más que nada fuera de la mirada pública.
A principios de 2003, Bartel se volvió directora
de Boxwood Inc., empresa de Virginia fundada para recibir fondos estadunidenses
para el programa de inteligencia del Congreso Nacional Iraquí. Hoy,
críticos en el Congreso afirman que el CNI suministró información
falsa sobre los esfuerzos de Hussein por desarrollar armas de destrucción
masiva y sus vínculos con Osama Bin Laden.
Bartel comenzó a trabajar para el CNI en 2001.
Fue contratada para supervisar su uso de fondos del gobierno después
de varias auditorías oficiales adversas. Luego del comienzo de la
guerra, fundó una empresa en Virginia, Global Positioning. Afirma
que el objetivo principal de la compañía es ''introducir
a sus clientes al mercado iraquí, ayudarlos a encontrar socios potenciales
iraquíes, preparar reuniones con funcionarios del gobierno... y
prestar apoyo en el terreno para sus intereses de negocios''.
La empresaria trabaja en estrecha colaboración
con Levinson, directora gerente de la firma de cabilderos de Washington
BKSH & Associates. Francis Brooke, asistente directo de Chalabi, señaló
que BKSH recibía 25 mil dólares al mes por promover al CNI,
y que Levinson ''hizo un gran trabajo en nuestro nombre''. En 1999 Levinson
fue contratada por el CNI para manejar relaciones públicas. Según
ella, su contrato terminó el año pasado. Antes de la invasión
y en los primeros días de combates, Chalabi y el Congreso tenían
vínculos estrechos con el gobierno de Bush, pero la relación
se ha enfriado.
Levinson declaró al diario británico The
Times: ''No vemos conflicto de interés en utilizar el conocimiento
y contactos que obtuvimos en Irak mediante nuestro trabajo previo con el
CNI para apoyar el desarrollo económico del país. A decir
verdad, lo veo como una tarea complementaria hacia un objetivo compartido
de construir un país democrático''.
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