México D.F. Martes 3 de agosto de 2004
Marco Rascón
IMSS: trabajadores por la Constitución
En la lucha por la defensa de los fondos de pensiones se encuentra un aspecto central para el futuro del país: la concepción constitucional del salario y el valor del trabajo para los trabajadores de hoy y del futuro, tema que no resiste el actual modelo económico impuesto a lo largo de 15 años. La resistencia de los trabajadores del IMSS a las reformas es parte nodal de un proyecto nacional que debe establecer lo que pertenece al trabajo y lo que pertenece al capital.
El artículo 123 inciso A fracción VI dice: "Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos". Lo que hoy sectores oligárquicos, empresariales, neoliberales y gubernamentales señalan como "privilegio" de los trabajadores del IMSS no es más que un derecho constitucional de los trabajadores que lograron los contratos de trabajo más avanzados que ahora se busca anular.
En 20 años de crisis, neoliberalismo y recesión no sólo se ha golpeado el empleo en su tamaño (15 millones de desempleados acumulados), sino que cualitativamente los salarios perdieron su capacidad de compra en 60 por ciento, anulando su carácter constitucional.
Los llamados "trabajadores privilegiados", como los del IMSS o de Petróleos Mexicanos o de la Comisión Federal de Electricidad y Compañía de Luz y Fuerza, son los únicos cercanos al precepto constitucional. Entonces, la perspectiva para un verdadero proyecto nacional que hoy sustentan los trabajadores del IMSS en la lucha por defender sus conquistas contractuales no es disminuirse y hacerse anticonstitucionales, sino convocar a toda la clase obrera a homologar (igualar) sus ingresos a los conquistados por esos sindicatos: no puede haber pactos de productividad y sacrificio si no se establece claramente la forma en que se recuperara el salario real y cómo se protegerá la industria y la producción nacional frente a la globalización.
Es obvio que ni un salario mínimo general actual, ni de hace 10 años, sirve para "satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia"; de ahí que la consecuencia fuera el crecimiento de la economía informal, que crece en función del valor real de los salarios mínimos. Se gana más limpiando parabrisas en la calle que devengando un salario mínimo por ocho horas de trabajo productivo.
La lucha de los trabajadores del IMSS revela el agotamiento del modelo económico actual y las consecuencias de más de ocho ciclos de despojo desde la devaluación de 1976, pasando por los saqueos de 1982, los de 1987 hasta los de Salinas-Zedillo en 1994-95. El saqueo que actualmente vivimos tiene que ver con la economía diabética o de alta presión, que en medicina se denomina el "asesino silencioso", y que en la economía nacional se expresa mediante la sobrevaluación del peso y el corto, y que genera paralización de las exportaciones, recesión interna, destrucción de medianas y pequeñas empresas, desempleo, migración hacia las ciudades y el exterior, economía informal (25 millones 500 mil mexicanos viven de ella) y déficit fiscal.
La "ética" balín de empresarios parásitos, empleados hoy de trasnacionales y dueños de la verdad mediática, cuestiona la validez de los contratos de los trabajadores del IMSS, que a su vez resiente como institución de bienestar social el embate financiero tanto del gobierno como de los empresarios. Este cuestionamiento a la legalidad de un contrato bilateral, sin embargo, no se aplica a la validez de los contratos bancarios, que no resisten la realidad, pero con los cuales el gobierno por conducto del Fobaproa salió al quite de los banqueros.
Ceder frente a las reformas perversas significaría disminuir el tamaño y la perspectiva del país, ajustando el valor del trabajo a un nuevo despojo de quienes acumulan capital para especular en el exterior sin reinvertirlo en México.
Los que hoy se desagarran las vestiduras son los que han ganado con las devaluaciones, y con los "pactos económicos" durante el régimen priísta que insertó a México en el neoliberalismo; son los que han ganado despojando al país con cada bancarrota, beneficiándose de las privatizaciones y luego rematando los bienes nacionales a trasnacionales, ya que ese empresariado monopólico y oligárquico ha demostrado su ineptitud una y otra vez.
Mientras el trabajo de los mexicanos se aprecia en el exterior, aquí la política nacional pretende degradarlo. Por eso en la lucha de los trabajadores del IMSS se encuentra no sólo el derecho de su gremio, sino una perspectiva para todos los trabajadores mexicanos que deben luchar por igualar sus ingresos a los de la vanguardia trabajadora.
Esto debe ser parte de un proyecto nacional, de una verdadera democracia social que empiece por reivindicar los derechos sociales y del trabajo. [email protected]
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