México D.F. Jueves 24 de junio de 2004
Las medidas contra Cuba podrían cambiar el voto en favor de Kerry, afirman
Advierten cubanos de EU que la política de Bush exacerba divisiones en esa comunidad
Manifestaciones en Miami contra Lincoln Díaz Balart y la limitación de los viajes a la isla
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 23 de junio. La política del presidente George W. Bush contra Cuba está exacerbando las divisiones dentro de la comunidad cubana de Miami entre los exiliados anticastristas "históricos" ultraconservadores favorables al embargo y un creciente sector de inmigrantes más recientes y los nacidos en este país, quienes están menos interesados en el bloqueo y más preocupados por ayudar a sus familiares en la isla, según encuestadores y analistas.
Esta división se está manifestando visiblemente en esta coyuntura electoral en torno al debate sobre las nuevas restricciones impuestas por el gobierno de Bush a la frecuencia de viajes permitidos a la isla y a quién se le pueden enviar remesas de dinero, que entrarán en vigor el 30 de junio.
Esta división, advierten varios analistas políticos entrevistados está semana por La Jornada, podría cambiar el voto en Florida, lo suficiente como para poner en jaque la elección de Bush en el estado que determinó el resultado final de los comicios presidenciales de 2000.
Un grupo de destacados cubanoestadunidenses ya ha formado en Miami una nueva organización, la Comunidad Cubano Americana por los Derechos Familiares, dedicada a combatir la imposición de las nuevas restricciones y para promover el vo-to de jóvenes de origen cubano en la próxima elección nacional, en noviembre.
Otro grupo organizó una caravana de 80 automóviles por las calles de la Pequeña Habana, en medio de Miami el pasado fin de semana, para protestar contra las nuevas medidas, y criticaron al legislador federal de esa comunidad, Lincoln Díaz Balart; un acto casi sin precedente en esta zona.
Estas agrupaciones han sido movilizadas por la decisión del gobierno de Bush de imponer restricciones que limitan el número de viajes de cubanoestadunidenses a la isla, uno cada tres años, en lugar de uno cada año, y prohíben el envío de remesas de dinero o paquetes a familiares no inmediatos, como primos o tíos.
"Esto ha enfadado a la gente. Es absolutamente cruel decir que uno puede visitar a su madre sólo una vez cada tres años", de-claró a La Jornada Alvaro Fernández, presidente de la recientemente creada Comunidad Cubano Americana por los Derechos Familiares. "Y uno no le puede enviar nada a su tía, la cual podría haber sido la que te crió, o a un primo".
Fernández explicó que esto fue lo que le motivó a sumarse junto con otros exiliados para formar la nueva agrupación.
"Nuestro enfoque son las restricciones a los viajes y la división de las familias", afirmó. "La situación cubana, de 40 años, ha sido de divisiones de las familias. De repente tenemos a un presidente que dice que la solución es dividir aún más".
Fernández agregó que todavía es muy prematuro para poder calcular el nivel de apoyo que tendrá esa iniciativa, pero señaló que hay indicios de que la oposición está resonando en partes importantes de la co-munidad cubanoestadunidense.
Potencialmente, el grupo de personas que podría responder es enorme, debido a que serán afectados individualmente; investigadores de la Universidad Internacional de Florida calculan que 77 por ciento de los cubanoestadunidenses tiene familiares en la isla y que más de la mitad envían dinero a sus familiares por lo menos una vez al año.
"No voy a decir que las nuevas medidas impuestas por Bush van a ser algo donde el tiro le salga por la culata, pero podría ser el caso", indicó Max Castro, sociólogo y co-lumnista que reside en Miami.
"Esto está abriendo una brecha, frágilmente ocultada, entre los exiliados históricos y los que han llegado más recientemente" al país, afirmó.
En entrevista con La Jornada, Castro se-ñaló que una encuesta realizada este mes demuestra que el virtual candidato demócrata a la presidencia, John Kerry, goza de mayor apoyo que Bush en un sector pequeño pero significativo de los votantes cubanos: los nacidos en Estados Unidos junto con los que inmigraron después de 1980.
Ese sondeo, realizado por el encuestador demócrata Sergio Bendixen, registró que la línea dura contra Cuba promovida por Bush había provocado reacción adversa entre los cubanos moderados, algunos de los cuales apoyan el embargo económico, pero que también desean viajar a la isla y enviar apoyo en dinero y especie a sus familiares.
Con todo, tanto Castro como Bendixen advierten que Bush ganará de manera abrumadora el voto cubano general en Miami. Dos tercios de los cubanoestadunidenses empadronados llegaron a estas costas antes del caso de Mariel, en 1980, y ese sector apoya al presidente y a su Partido Republicano por un margen amplio de 89 por ciento contra 8 por ciento.
Pero el problema para Bush, explica Fernández, es que necesita la participación electoral abrumadora de los cubanoestadunidenses para poder ganar la próxima elección nacional en Florida.
En los comicios de 2000, los resultados todavía en disputa en Florida registraron que Bush ganó a su contrincante demócrata, el vicepresidente Al Gore, por sólo 537 votos, y con ello la elección nacional.
En esa ocasión, 83 por ciento de los vo-tantes de origen cubano depositó sus boletas en favor de Bush.
Añadió que debido a esta historia reciente, si Kerry logra reducir ese porcentaje a un margen mínimo, podría ganar en Florida.
"Ahora mismo estoy seguro que Bush no lograría ganar 83 por ciento del voto cubanoestadunidense", dice Fernández, quien también trabaja como asesor del Proyecto de Investigación y Educación del Vo-tante del Suroeste, una de las organizaciones de promoción del voto latino más im-portante en Estados Unidos.
Añadió: "No estoy diciendo que Kerry ganará la mayoría, pero cada punto porcentual es significativo, especialmente si la diferencia en 2000 fueron poco más de 500 sufragios en total".
Durante años el Partido Republicano ha calculado su estrategia electoral en Miami sobre la base de que los cubanoestadunidenses recién llegados a Estados Unidos son en general relativamente menos politizados y menos apasionados con el tema de las relaciones con Cuba.
Pero ahora, dice Max Castro, el presidente Bush ha ofrecido a ese sector una razón personal para interesarse en el asunto por las restricciones que entrarán en vigor los próximos días.
Sin embargo, Castro, quien también apoya la nueva agrupación por derechos familiares, dice que aún no se sabe si el efecto de todo esto se manifestará en las elecciones de noviembre.
En parte, está por verse si quienes de-sean continuar viajando a Cuba buscarán alternativas para evadir las nuevas restricciones al hacerlo por terceros países, o si tomarán la decisión de confrontar directamente a las poderosas fuerzas conservadoras del viejo liderazgo del exilio en Miami.
"Hasta ahora ha existido un pacto implícito entre los que han llegado recientemente y los históricos -explicó-. Con estas nuevas medidas, de limitar las visitas a la isla, esto podría cambiar".
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