México D.F. Lunes 21 de junio de 2004
Molly Ivins
Propuestas sobre Irak
AUSTIN, TEXAS. Lo siento por quien haya sintonizado el más reciente discurso del presidente Bush sobre la situación de Irak con la esperanza de escuchar algo que le levantara el ánimo, un plan, por ejemplo. Fue tan deprimente como un divorcio. Allí estaba, machacando aún sobre la idea de que Saddam Hussein estuvo conectado con el 11 de septiembre. Supongo que uno jamás llega a tener demasiados años ni demasiadas pruebas en contra.
Por si ustedes creían que nadie en la vida pública es capaz de un pensamiento inteligente sobre Irak, les recomiendo un discurso pronunciado el 12 de mayo por el general Anthony Zinni (bueno, cierto, está ligeramente en retiro) ante el Centro de Información de Defensa. En él, Zinni enlistó los 10 errores que en su concepto fueron la causa de que nos metiéramos en semejante embrollo.
Mi pequeña y modesta contribución a esta tarea se refiere al día en que anunciamos que utilizaríamos el palacio principal de Saddam como cuartel en Irak.No, no, no, gemí. Somos estadunidenses. Nosotros no hacemos palacios. Debimos anunciar que todos los palacios de Saddam se convertirían en universidades.
Normalmente "debimos" no es una construcción útil, pero la lista de Zinni sí me pareció aprovechable. Puesto que el general se extendió en forma brillante en algunos puntos, le hago un flaco favor al simplificar, pero aun así verán ustedes lo que quiero decir.
Evaluar mal el éxito de la contención. La contención realmente funcionó: lo que pasa es que nunca lo supimos.
La estrategia tenía una falla básica: suponer que el camino a Jerusalén pasaba por Bagdad, cuando ocurre exactamente lo contrario: el camino a Bagdad pasa por Jerusalén. En otras palabras, un acuerdo israelí-palestino es la clave para la paz y el progreso en la región.
Para ganar apoyo público tuvimos que crear una falsa justificación de la guerra. Cuando Zinni testificó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, poco antes de la guerra, se le preguntó si la amenaza de Hussein era inminente: para nada, contestó. No era una amenaza inminente, ni siquiera cercana. Tampoco grave, creciente, seria, severa o medianamente perturbadora: nada de eso.
- Fracasamos en internacionalizar el esfuerzo. Ese es un punto en el que ahora hemos alcanzado un consenso casi universal, con inclusión del presidente Bush.
- Subestimamos la tarea.
- Inflamos a los exiliados y confiamos en ellos. Zinni considera que éste fue posiblemente nuestro peor error: adoptar a la guerrilla Gucci de Ahmed Chalabi. Zinni tiene la autoridad adicional de haber prestado testimonio contra la Ley de Liberación de Irak en 1998, y decir entonces al Senado que el Congreso Nacional Iraquí carecía de credibilidad y nos llevaría a algo de lo cual nos arrepentiremos.
- Falta de planeación. Cuando Zinni era titular del CentCom en Medio Oriente, esa instancia elaboró un verdadero plan de reconstrucción. El tamaño de la Autoridad Provisional de Coalición (APC) era como el que sentíamos que se necesitaba para una provincia, ya no digamos para el país entero.
- La insuficiencia de fuerzas militares en el terreno.
- Organización ad hoc. Resulta increíble ver hasta dónde la APC no contó con un plan de juego y que, como en forma bastante sardónica comenta el Washington Post, el lugar está repleto de afanosos derechistas cuyo único título de competencia son sus conectes políticos.
- Una serie de malas decisiones en el terreno. Desbandar al ejército, etcétera.
La primera recomendación de Zinni es que dejemos de ahondar la zanja en la que estamos metidos. Necesitamos una resolución de la ONU, luego un montón de funcionarios árabes como consejeros, y después dar toda una serie de pasos militares específicos que propone. También enfatiza la necesidad de crear empleos y más empleos.
"Yo iría con los contratistas de allá y les diría: 'No quiero ver choferes de camión que vengan de Peoria, Illinois. Quiero pagarles a choferes que sean iraquíes'. No se requiere un madral de talento para manejar un camión. ƑPor qué los iraquíes no están manejando los camiones para su propia reconstrucción y desarrollo?"
También hace notar que no hay sistema de educación para el electorado, ni partidos políticos, ni nada.
Otro ciudadano que tiene algunas sugerencias valiosas es el abogado neoyorquino Neal Johnston, quien envió una carta al secretario de la Defensa Donald Rumsfeld, en la cual demanda "controles apropiados de las técnicas de interrogatorio aplicadas a detenidos por nuestras fuerzas en el extranjero".
Puesto que estamos tan extremadamente interesados en sacarles la verdad a testigos renuentes que tal vez encubran algo, y puesto que el Pentágono en apariencia tiene la idea de que sabe cómo hacerlo, Johnston se pregunta qué ocurriría si esos métodos se aplicaran de manera más amplia. Por ejemplo, escribe a Rumsfeld, "la próxima vez que usted declare ante un comité del Congreso, Ƒserá más creíble su testimonio si le ordenan desnudarse para prestarlo? Me parece que no.
"La próxima vez -agrega- que nuestros planes para Irak sean explorados en una reunión de gabinete, Ƒserán más agudas sus observaciones si las presenta atado a una tabla y sumergido en forma irregular en una tina de agua?"
Ni siquiera, sugiere Johnston, meter un ejemplar enrollado de la Carta de Derechos por cierta delicada parte de la persona del secretario mejoraría necesariamente su apego a la verdad en la próxima conferencia de prensa.
"Mi solución -concluye el abogado- es bastante simple. La chusma iraquí debe ser tratada con el mismo miramiento con que todos quisiéramos que lo trataran a usted, en el caso de que las actuales investigaciones criminales acabaran llegando todavía más arriba en su dependencia de lo que ya están." © 2004 Creators Syndicate Inc. Traducción: Jorge Anaya
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