México D.F. Lunes 21 de junio de 2004
DESDE EL OTRO LADO
Arturo Balderas Rodríguez
Reagan y su legado
HACE ALGUNOS DIAS, por fin, terminaron las ceremonias de homenaje al ex presidente Ronald Reagan. Tal vez porque los estadunidenses lo consideran un verdadero "prócer" o porque el gobierno actual consideró útil enaltecerlo como tal, lo cierto es que en Latinoamérica su recuerdo tiene un significado totalmente diferente.
PARA LOS LATINOAMERICANOS, Reagan representa uno de los escollos más difíciles en su búsqueda de un desarrollo. Sus ocho años en el gobierno estuvieron marcados por una de las políticas más agresivas y conservadoras del siglo pasado. Margaret Thatcher y él son responsables de la forma en la que un modelo de desarrollo fue determinante del atraso en el que hoy viven millones de seres en el mundo.
MEDIANTE INSTITUCIONES COMO el Fondo Monetario y el Banco Mundial impusieron una pauta de desarrollo cuyos resultados han sido desastrosos para la mayoría de los países en desarrollo. La restricción en el gasto, la privatización de la economía y la negativa a la intervención del Estado en su planeación y control son los baluartes de un modelo conservador impuesto por ellos, con los lamentables resultados que hoy tenemos en la economía de más de la mitad de los países en la Tierra.
POR SI ELLO fuera poco, Reagan también fue un activo combatiente en contra de todo lo que pudiera significar un acercamiento con el bloque socialista. En Nicaragua, por mencionar el más conspicuo, su apoyo a la contrarrevolución ocasionó una guerra civil en la que murieron más de 50 mil personas, según nos recordaba en estas páginas hace algunos días Miguel D'Escoto, ex ministro de relaciones exteriores de ese país. El Salvador, Guatemala y Granada, por mencionar ejemplos, fueron pueblos con los que México siempre se solidarizó en defensa de su soberanía y los afanes "democratizantes" de la política externa de Reagan.
CON SEGURIDAD MUCHOS estadunidenses olviden en estos momentos que la huella que el ex presidente dejó en su país es la del desempleo, que ascendió a 7 por ciento. Gracias a su política económica los programas de asistencia social y salud dejaron literalmente en la calle a millones de sus compatriotas. El haber dado la espalda por motivos religiosos al problema del sida cuesta hoy miles de vidas. La secuela de su política desregularizadora también ha sido causante de múltiples calamidades. La crisis en el abasto de energía eléctrica en varios estados sólo es una. Su pasión por reducir el Estado y limitar la intervención del gobierno en su conducción, con el impacto desfavorable para los más desprotegidos, ha sido la pauta de gobiernos conservadores no sólo en su país, sino en buena parte del mundo.
SI MUCHOS ESTADUNIDENSES olvidan esas calamidades, los millones de seres que viven en los países en desarrollo que sufrieron su intervencionismo y los efectos de su política económica no pueden olvidarlas porque las continúan padeciendo. [email protected]
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