México D.F. Viernes 23 de abril de 2004
La noticia se dio a conocer en el festival Titerías
que organiza Lourdes Pérez Gay
Hallazgo de 15 guiones confirma la labor pionera de
Rosete Aranda
La compañía documentó el origen
del nacionalismo mexicano en los años 30 del siglo pasado
Luis Martín Solís descubrió los
textos teatrales en un viejo baúl, hace un lustro
CARLOS PAUL ENVIADO
Guanajuato, Gto., 22 de abril. El investigador
Luis Martín Solís informó del hallazgo, en un viejo
baúl de las oficinas de Teatro Infantil del Instituto Nacional de
Bellas Artes, de 15 guiones originales de la Compañía de
Títeres Rosente Aranda.
La importancia del descubrimiento radica en que tales
textos teatrales documentan artísticamente el nacimiento del nacionalismo
mexicano que floreció en la década de 1930.
Esa noticia la proporcionó Solís en el contexto
de la segunda versión del Festival Internacional Titerías,
que se desarrolla en esta ciudad.
El encuentro, organizado por Lourdes Pérez Gay
y Lucio Espíndola, fue inaugurado la noche del lunes con la obra
El juego de los sueños, de la compañía quebequense
Theatre Sans Fil y con la conferencia El títere posrevolucionario,
a cargo de Solís.
Diálogos teatrales con verso libre
De entre los 15 guiones originales de la Compañía
de Títeres Rosete Aranda, explicó su descubridor, Luis Martín
Solís, cuatro datan de la primera época de esa institución
teatral, mientras que los otros 11 corresponden al segundo periodo, encabezado
por el empresario Carlos Espinal.
El hallazgo ocurrió hace un lustro, pero fue apenas
en el contexto de Titerías que lo hizo público.
Siempre
que se habla de títeres en México, destacó Solís,
salen a relucir los personajes de la compañía de los Rosete
Aranda.
Sin embargo, ''poco se sabe de los textos que representaban,
ya que la mayor parte de la información que de ellos se ha escrito
provienen de crónicas o narraciones que hablan sobre el tema de
las obras y describen más la belleza y el manejo de las marionetas,
los efectos escénicos y otros elementos de la puesta en escena.
''Por ello, tal hallazgo es muy importante debido a que
de alguna manera reflejan el nacimiento del nacionalismo mexicano en los
años 30".
El nombre original de este agrupamiento era Compañía
de Autómatas Rosete Aranda. Originaria de Huamantla, Tlaxcala ''tuvo
su primer y más importante periodo de 1835 hasta los inicios de
la Decena Trágica en 1913.
''A la muerte de su fundador, don Leandro Rosete Aranda,
en 1909, la compañía nunca volvió a tener la relevancia
de antaño, decadencia que culminó en 1943, con la venta a
Carlos V. Espinal de un lote de casi 2 mil títeres (de los 10 mil
que se considera fueron creados), así como de utilería, libretos
y especialmente los derechos legales para usar el nombre Rosete Aranda."
Los guiones encontrados fueron divididos por Solís
en cuatro temáticas: patrióticas y estampas religiosas, ''adecuadas
para el calendario cívico"; adaptaciones de cuentos infantiles y
leyendas populares, ''propicias para cualquier fecha del año''.
Además de dos obras de picaresca, como el discurso
de El vale coyote y La vuelta al mundo por Mamerto o el silvato
prodigioso, que es una muestra del teatro de revista de la primera
mitad del siglo XX".
Sobre los autores ''poco se sabe", explicó el investigador
y proporcionó lo que se conoce:
''Mariano Osorro es el más conocido y su historiografía
está publicada en la revista Máscara. El periodista
Rafael Martínez y Mario del Villar firman un par de obras. Francisco
Neve, Eduardo Carrillo y F. Pando, que al parecer luego fue actor de cine,
firman una respectivamente. Las demás no especifican el autor y
a veces se apunta que fueron arreglos realizados por Espinal"
En las portadas se registra el título, el año,
y el lugar. ''Esos datos nos dan una idea del vertiginoso trabajo de la
compañía. La mayoría de la obras combina diálogos
teatrales con verso libre".
Tallas muy bellas
De acuerdo con los también investigadores Lucina
Toulet y Guillermo Murray, ''se puede afirmar que cuatro de esas obras
pertenecen al primer periodo de la compañía: Blanca Nieves
y los siete enanos (Mérida, Yucatán, 1930); El gato
con botas (México, DF, 1932); El vale coyote (Cuernavaca,
Morelos, 1936); La fuente maravillosa o la salvación de un alma
(Pachuca, Hidalgo. 1936).
Las del segundo periodo son: Francisco Villa. Hazañas
y muerte del general (Mérida, Yucatán, 1930); Los
tesoros del rey Tu-Tan-Kamen (Acámbaro, Guanajuato, 1931); Un
tesoro en el fondo del mar la oración del padre nuestro (Acámbaro,
Guanajuato, 1931); Barba Azul (Celaya, Guanajuato, 1931); La
llorona (Atlixco, Puebla, 1933); Sangre Azteca (Puebla, 1933),
Chucho el roto (Cuernavaca, Morelos, 1936); La vuelta al mundo
por Mamerto o el silvato prodigioso (Cuernavaca, 1936), San Felipe
de Jesús. Proto mártir mexicano (Celaya, Guanajuato,
1936); Hidalgo (Celaya, 1936), y El charro negro (no especifica
lugar ni año).
''Los títeres de los Rosete Aranda son tallas muy
bellas, pero han terminado siendo piezas de museo, intocables, inamovibles",
lamentó Solís.
''El Festival Internacional de Títeres Rosete Aranda,
que se ha realizado durante 18 años en Huamantla -añade-
nunca ha presentado una obra completa de la compañía.
''Espero que con (el descubrimiento de) estos textos se
despierte el interés, no sólo de los titiriteros, para que
pronto podamos ver montadas algunas de estas obras, con nuevas lecturas
escénicas, utilizando diversas técnicas de animación,
y hacer que los títeres de los Rosete Aranda dejen de ser piezas
de museo, para estar frente al público, en escena, donde todavía
es válida su existencia.
''Para la publicación de esas obras -concluyó
Luis Martín Solís- sólo se necesita que alguna persona
o institución se interese."
En cuanto a las actividades del Festival Internacional
Titerías, los varios universos de fantasía y destreza artesanal
iniciaron con más de 20 marionetas gigantes, la mayoría de
más de dos metros de altura, que integran la compañía
quebequense Theatre Sans Fil, encabezada por André Viens, y que
puso a los pequeños a llorar de miedo y a reír alternativamente,
con su montaje El juego de los sueños.
Esa obra, basada en una historia de la escritora canadiense
Henriette Major, tiene sustento narrativo en las situaciones en la cuales
Melisa, de 10 años y Simón, de siete, juegan a mitad de la
noche a contar y actuar sus pesadillas, sus miedos, pero también
sus bellos sueños.
Así, en escena aparecieron monstruosos seres que
hicieron que más de un niño tomara de la mano a su mamá.
Una bruja, un vampiro, un lobo, un fantasma sin rostro,
un cocodrilo gigante, son algunos de los seres con los que Melisa y Simón
se tienen que enfrentar, ayudados por un unicornio.
Pesadillas entre las que se intercalan ''bonitos sueños"
en los que aparecen fiestas de cumpleaños y un árbol con
ramas llenas de bombones.
La valentía y voluntad de los pequeños al
final se impone.
El miedo a los monstruos debajo de la cama, a los que
viven en el bosque, a la oscuridad, luego de varios espantosos encuentros
es vencido.
Y tan tan.
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