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México D.F. Lunes 23 de febrero de 2004
Hermann Bellinghausen
Rosa de los vientos
"Desde niña he tratado de recordar algo que me conduzca al sitio donde todo comenzó, pero llego a un punto en el desierto sin límite, a una tormenta de arena, a una metamorfosis en las dunas, me desespero y norteo. El horizonte se borra y rehace sin cesar, las direcciones varían.
''Las mujeres no tenemos el mismo sentido de orientación que la mayoría de los hombres. ƑEs igual en los animales? La noción de norte o sur, de izquierda o derecha. En un taxi. Las mujeres que conozco no entienden los mapas. Según una teoría machista, por eso nacimos para seguir, acatar y ser guiadas, protegidas. Desde la Edad de Piedra. Es inveterado, dicen.
''Odio las generalizaciones tipo 'todos los hombres tal, y las mujeres cuál', pero poseen utilidad expositiva. No digo que sí, ni que no. El dramaturgo Botho Strauss escribió que la razón de esa ausencia de sentido de orientación topográfica del sexo femenino se debe a que el centro lo tenemos adentro, no afuera como los hombres, que son los cazadores, los viajeros, los guerreros. Emplea otras palabras. Asegura que la explicación reside en la maternidad. La sola posibilidad de llevar a alguien en nuestro interior nos permite esa perspectiva.
''No me consta del todo. A mi edad ya podría haber sido parido, pero aún no entra en mis planes. Inmediatos. Me pierdo, mujer al fin, en la rosa de los vientos. El sexo también. Me refiero, hacer el amor con un hombre va para adentro en nuestros cuerpos. Ellos entran, en nosotras. Calla la boca de hablar de 'pasividad'. Nada que ver. ƑEnvidia del pene? Esas son jaladas, típico invento masculino. ƑPsiconalizarme? Claro, por años. Y mis años de yoga. Nado, desde niña, largas distancias en todas las albercas que encuentro. Ese hundir a medias la cabeza ayuda a la concentración.
''No busco 'mi origen'. Ese lo sé. Busco un instante posterior, a edad temprana y sin consecuencias aparentes, que me determinó. ƑA qué? ƑA esta especie de inmovilidad frenética? Si no es a rastras, no salgo de la ciudad donde nací, fui gestada, concebida. Mis padres fueron imperfectos y hermosos, por dentro y por fuera; él pintaba, y tenía una familia numerosa en otra casa. En casa de mi mamá sólo me tuvo a mí. Ella era su modelo, su musa. Se murió pronto para todos, imagínate para mí. Amaba y era amada, y no necesitaba a mi papá en su vida, sólo en su cuerpo.
''La gente hablaría y mucho de sus 'tendencias suicidas'. Mi papá y yo sabemos que sus recuerdos no la mataron, ni la enfermedad, que resultó más lenta que el accidente una mañana, en un autobús, en un crucero, en otro siglo. Yo estaba en la escuela.
''Mi papá se las compuso para llevarme a su casa y juntarme con mis hermanos, que al principio me vieron rara, pero me aceptaron increíble. Su mujer, Estefanía, también. A través de mí perdonó a mi padre de ser viudo de la otra y me quiso tanto que debo darle gracias a la vida, no de una madre, sino dos.
''Mamá fue siempre joven. Existe en los mejores desnudos y retratos de papá. No conoció la decadencia. De él, bueno, entendí lo bueno y lo malo de los hombres. Contradictorio, normal. Le gustaba enamorarse. A las mujeres que conozco nos gusta estar enamoradas. Suena fácil, pero es confuso y es la causa de tanto dolor y desencuentro. Díganmelo a mí. Cuando no estoy enamorada ando hecha una zombi.
''Eso que busco en mi pasado debe yacer bajo una piedra insignificante. Un instante deleznable, alguna tarde después de la tarea. Lo he soñado, pero nunca recuerdo ese sueño en particular. He ido al parque donde crecí. No doy con el lugar. Cambió el parque, o cambié yo. Algo vi que me asustó y maravilló. Una pareja haciendo el amor detrás de los setos. Él desnudo; ella no. Ella, Elena, mi hermana mayor, me miró sobre el hombro de él, un muchacho de entonces; estaba tan contenta. Yo, al borde de la vereda de tezontle. Él, volteó hacia mí y sonrió con cierto orgullo. Prosiguieron lo que hacían olvidados de mí y de sí, pero me incorporaron en su evidente excitación.
''Fue la primera vez que vi hacer el amor. En realidad, casi la única. Aparte de las películas, mi experiencia como espectadora es escasa. Elena y su amigo me proporcionaron una belleza en ese acto que se instaló en el centro de todos mis respetos. Entre doce y trece, por entonces habré comenzado a menstruar. No me extrañaría que esa misma tarde. Una tiene derecho a sus propios mitos.
''ƑQué busco? Algo de él. ƑSu rostro? Lo he olvidado por completo. Recuerdo con meridiana claridad sus brazos, sus nalgas rítmicas. Pero no su rostro, su persona, su nombre. Nunca lo hablé con Elena. Está 'felizmente' (aceptablemente) casada. Cinco hijos. Estudió. No trabaja. Una vez la interrogué al respecto, y dijo no recordar. Lo más extraño es que le creí. ƑLe quise creer?
''No se piense que soy 'buscona'. Más bien al contrario. Me la llevo con calma, evito a tiempo los tipejos y la soledad no me encanta, pero no me asusta. Pinto, pero no como mi padre. A él le gustaba ser famoso, aunque en el otoño de su locura lo negara. A mí me choca. Y si les interesa, sí, estoy enamorada. De alguien que no lo sabe, todavía. Tal vez sospecha. Me gusta este juego. Pero la identidad y el rostro de aquel muchacho persiste como un Grial imaginario, no por otra cosa sino porque me gustaría retratarlo. Si recordara el punto ciego.
''ƑEsto qué tiene que ver con la rosa de los vientos? Buena pregunta. Me la hago todo el tiempo.''
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