México D.F. Lunes 23 de febrero de 2004
Este domingo comenzaron en 15 comunidades de
la periferia las festividades sincréticas
Resurge en el DF la tradición del carnaval
Académico de la UAM que estudia las celebraciones
presenta exposición fotográfica alusiva
MONICA MATEOS-VEGA
El carnaval está renaciendo en la ciudad de México.
Por lo menos en 15 comunidades de la periferia del Distrito Federal comenzaron
ayer las festividades en honor a la fertilidad y la llegada de la primavera,
sin olvidar la vocación crítica y de denuncia social de estas
celebraciones.
Se
trata de una tradición que se remonta a la época de esplendor
de la gran Tenochtitlán -cuando se honraba a los dioses Xochiquetzal,
a Xochipilli y a Xipe Totec-, amalgamada después con las costumbres
de los conquistadores españoles y prohibida en 1731, porque el uso
de máscaras y disfraces propiciaba que el pueblo se burlara de los
gobernantes de la época.
Así lo explica Bulmaro Villarruel Velasco, investigador
de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Xochimilco,
quien desde hace 6 años se ha dedicado a documentar el resurgimiento
de esta celebración en la capital del país.
El especialista añade que en la Nueva España
los carnavales significaban para los indígenas una forma de rebelión
contra el sometimiento que padecían, pues era su oportunidad de
''apropiarse de las calles, aunque sólo fuera por tres días.
Tocaban sus tambores, que eran los mismos que usaban para llamar a la guerra.
Esto incomodaba a los españoles. Por eso, para no mezclarse, impulsaron
las mascaradas -fiestas más europeizadas-, para que la aristocracia
criolla no se revolviera con los indios''.
Pero el pueblo indígena siguió organizando
sus fiestas callejeras, burlándose de los virreyes. En 1780 se emitió
un nuevo bando que prohibía las fiestas previas a la cuaresma, las
cuales ya no se realizaban en el centro de la ciudad, sino que habían
sido relegadas a los pueblos de las afueras.
''Ahora eran los bailes los que incomodaban a las autoridades
eclesiásticas, porque decían que se 'frotaban cuerpos y se
movían de manera impropia'. Mientras, el carnaval español,
más recatado, recorría las calles de Bucareli, Reforma y
la Alameda Central.
''Pero la prohibición no acabó con los carnavales
del pueblo. Se siguieron realizando, incluso de manera clandestina, principalmente
en La Villa y en Santa Anita, Iztacalco", narra el académico.
Con la Independencia el carnaval resurge, "florece entre
1800 y 1860", pero, continúa Villarruel, "al ascender los indígenas
en la escala social, ya no hay indios y españoles, sino mexicanos
pobres y léperos, y de buenas familias. El uso de máscaras
durante las festividades propicia sentimientos de igualdad que no gustan
a las clases acomodadas. Al pueblo se le veda el carnaval, porque es un
peligro, y se lleva a los teatros. De esos años es el refrán
que dice: 'para los pobres la vigilia y para los ricos el carnaval'".
Las clases populares no se dan por vencidas e "invaden"
los teatros. Al finalizar el siglo XIX, se vuelve a prohibir el carnaval,
incluso en los recintos cerrados, con el argumento de que son ''bacanales
no aptas para familias decentes.''
Luego de la Revolución, los carnavales en la ciudad
de México vuelven otra vez a la carga, promovidos "por esas 'células'
de personas o cuadrillas, siempre en la periferia, que mantuvieron y mantienen
la tradición. Pero en los años 70 el escepticismo propiciado
por las ideas marxistas hace que las personas pierdan el interés
por los carnavales y que esta tradición casi se extinga en el Distrito
Federal.
''No
obstante, en el siglo XXI se avizora la expansión de los carnavales
en la ciudad de México. Las festividades avanzan de la periferia
hacia el centro. Del norte vienen catrines, danzones y música
de banda -con su influencia tlaxcalteca-, de colonias como Martín
Carrera, San Pedro Zacatenco, San Juanico, Santa Isabel Tola y San Juan
de Aragón. También vienen los paragüeros, de
influencia poblana. Y del sur llegan los chinelos, personajes centrales
de los carnavales de Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac.
''Sin olvidar a los personajes carnavalescos propios de
la ciudad de México: los charros (una imitación de los plateados
de la guerra de Reforma). El carnaval citadino vuelve, sin olvidar su profunda
vocación de denuncia social", concluyó el investigador.
Bulmaro Villarruel Velasco presenta la exposición
fotográfica El carnaval de la ciudad de México, en
la Casa de la Talavera (República del Salvador esquina Talavera,
Centro). Concluye el 29 de febrero.
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