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México D.F. Lunes 23 de febrero de 2004
APRENDER A MORIR
Hernán González G.
Extensión de lo mortífero
"EL TERMINO MORTIFERO, que aparece en el diccionario castellano desde mediados del siglo XV, proviene del latín mortiferus, lo que ocasiona, lleva o produce muerte, lo que hace la muerte. Este hacer de la muerte tiene una doble vertiente: tanto causa o antecedentes, como efecto o consecuencias de la muerte. Lo que provoca a la muerte y lo que la muerte provoca. Pero también en la ocasión de la muerte y en lo que lleva (a) la muerte", señala el maestro en sicología y tanatólogo Víctor Ortiz.
"MUCHOS PROCESOS, ACTOS y quehaceres humanos podrían caber dentro de tal definición; sin embargo, hay una característica que singulariza la modernidad de lo mortífero dentro de los muchos hechos de muerte: la inutilidad, el sin sentido, desde luego premeditadamente producido, de ésta.
"ELLO PRESUPONE QUE el resto de los hechos de muerte, los no mortíferos, tienen algún significado, o por lo menos se les puede atribuir, construir, un sentido. Un diagnóstico, por ejemplo, y/o el proceso de una enfermedad terminal, pueden producir en un sujeto toda una transformación de su perspectiva de vida, un aprendizaje, una rehumanización, una profundización de su relación consigo mismo, con la vida y con los otros; una resignificación del sentido de su vida.
"LA MUERTE, TODO lo que la rodea, lo que de ella se piense y sienta, tendrá un significado, una utilidad, 'servirá para algo'. Aunque se trate de un proceso doloroso, el sujeto y sus allegados seguramente reflexionarán, aprenderán, se transformarán. No ocurre así con la muerte mortífera, que carece de sentido alguno. Es una muerte que no sirve para nada ni para nadie, es la muerte brutal, crudo corte de tajo, sin los beneficios de un aprendizaje, de un crecimiento. Es la muerte de moda en un mundo pretendidamente globalizado: la muerte deshumanizada y deshumanizadora.
"ADEMÁS DE ASESINATOS y guerras, la extensión de lo mortífero incluye el lento extinguirse de la vida en los jóvenes manipulados por las modernas formas de adicción a sustancias, a medios masivos, a juegos electrónicos, a efímeros 'artistas', así como la marginación de los inmersos en tales adicciones, es decir, los nuevos instrumentos con que se obliga a vivir bajo la premisa 'consumo, luego existo'; el desmedido culto a la personalidad que anula la posibilidad de encontrarse verdaderamente con un otro (la desaparición del otro); la mucha publicidad y la poca acción con que encaramos la destrucción de ecosistemas, etcétera. Guerras sin sentido, justificadas con sin sentidos, cuyos resultados carecen de sentido para una real humanización. Todos ellos hechos mortíferos.
"YA NI SIQUIERA se niega a la muerte, se le provoca y frivoliza, pero precisamente para que no provoque nada. Y eso es lo más antihumano, lo más trágico de la muerte contemporánea: no nos sirve para nada. Con un añadido más a la tragedia: si la muerte es espejo de la vida, una muerte que no sirve para nada Ƒde qué vida será reflejo?" [email protected]
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