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México D.F. Miércoles 31 de diciembre de 2003
2003: AÑO DE AJUSTE POLITICO
En
el año que hoy termina, México experimentó un profundo
y en ocasiones conflictivo proceso de ajuste político e institucional
que, previsiblemente, tendrá cruciales repercusiones para el futuro
mediato de la nación.
Sin duda, el acontecimiento político más
relevante fue el resultado de los comicios legislativos del pasado 6 de
julio. En ellos, el presidente Vicente Fox recibió de la ciudadanía
un revés de amplias proporciones y significados, pues no sólo
quedó mermado el número de los diputados de su partido, Acción
Nacional, sino que se registró un avance de las otras dos fuerzas
políticas con peso específico propio en el Congreso de la
Unión, el PRI y el PRD. Más que un simple reajuste de curules,
el 6 de julio abrió un escenario prácticamente inédito
para la negociación, el consenso y, frecuentemente, el enfrentamiento
partidario. Sin embargo, el gobierno federal resultó ineficaz para
operar como engrane de los acuerdos que el país requiere para potenciar
su desarrollo: en lugar de ofrecer proyectos incluyentes y apegados al
interés de las mayorías, se obstinó en reformas injustas
que, de haber sido aprobadas, habrían golpeado severamente a la
sociedad -como la pretensión de aplicar el IVA a alimentos, medicinas
y libros- y habrían entregado al extranjero el patrimonio de la
nación, como en el caso del sector energético. Ante estos
embates, el pueblo de México salió a la calle y rechazó
tajantemente tales proposiciones, con lo que estableció con claridad
el sentido de la opinión mayoritaria de la sociedad y dio un ejemplo
de compromiso con la democracia y la justicia social que gobierno y partidos
deben atender y respaldar.
Por añadidura, Fox y el PAN, en alianza con Elba
Esther Gordillo, apostaron a la desnaturalización, primero, y a
la fractura del PRI, después, con lo que desfiguraron el de por
sí complicado panorama político del país y entraron
en colisión con el presidente del tricolor, Roberto Madrazo.
De tal conflicto, en el que ambos rivales priístas mostraron lo
peor de los viejos y nuevos vicios de la política nacional, México
sólo obtuvo incertidumbre, desasosiego y parálisis legislativa.
En ello, junto al propio PRI y sus clanes rivales, el presidente Fox tuvo
una inocultable responsabilidad, como también la tiene en la impropia
campaña de descalificación contra las mayorías legislativas
que llevó a cabo recientemente el Ejecutivo federal, tras el rechazo
de sus iniciativas fiscales. En tanto, la economía nacional se mantiene
estancada y el desempleo ha crecido notoriamente, con todas las repercusiones
negativas que esto tiene para el desarrollo del país y las expectativas
de vida mejor de los mexicanos.
En este contexto de desencuentro político, la renovación
de los consejeros del Instituto Federal Electoral constituyó un
grave retroceso, pues la designación de los nuevos integrantes del
Consejo General de esa crucial institución estuvo marcada por sesgos
partidistas. El perfil ciudadano e independiente del IFE, uno de los mayores
logros en el proceso de democratización del país, resultó
severamente lesionado y, con ello, se abre un inquietante panorama con
miras a los comicios de 2006.
Por otra parte, el proceso de paz en Chiapas y la atención
de los legítimos reclamos de los pueblos indígenas de México
siguen estancados, y todo indica que la agenda del presidente Fox ha dejado
a un lado la solución justa de este grave problema.
Con todo, 2003 ha sido también un año de
luces y avances. La postura firme de México en el Consejo de Seguridad
de la ONU en favor de la paz y en contra de la injusta e imperial invasión
de Irak constituye un dato auspicioso que se inscribe en las mejores tradiciones
diplomáticas de México. De igual manera, la expedición
de órdenes de aprehensión contra Miguel Nazar Haro y Luis
de la Barreda Moreno, por su responsabilidad en las violaciones a los derechos
humanos perpetradas durante la guerra sucia de los años 70,
es un hecho esperanzador que, de continuarse con amplitud y rigor, permitirá
revelar la verdad histórica sobre estos trágicos sucesos
y hacer justicia a las víctimas de la represión criminal
que el Estado mexicano aplicó durante las administraciones de Luis
Echeverría y José López Portillo. La determinación
de la Suprema Corte de Justicia de considerar delitos continuados a las
desapariciones de personas es un paso destacado en tan primordial tarea.
El profundo reajuste político que se experimentó
en 2003, con todos sus conflictos inherentes, debe servir de lección
para que, el año próximo se redoblen esfuerzos para alcanzar
los consensos necesarios para realizar las reformas y los cambios positivos
que requiere el país. Así las cosas, quedan como corolario
del año que termina tres hechos meridianos: la sociedad mexicana
no aceptará reformas antipopulares ni la entrega al extranjero del
patrimonio de todos; el Ejecutivo y los partidos políticos deben
abstenerse de participar en pugnas intestinas -propias o ajenas- y concentrarse
en la solución solidaria de los problemas del país anteponiendo
el interés de la nación; y, finalmente, la vigencia de la
ley, de la democracia en sentido amplio y de los principios históricos
de México, así como la concentración prioritaria en
el desarrollo económico y social, en sincronía con la opinión
mayoritaria de la ciudadanía, resultan imperativos insoslayables
en la conducción del país durante 2004.
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