México D.F. Miércoles 31 de diciembre de 2003
Compositor, generador de ideas y militante de
la ludicidad
A 10 años de su desaparición física,
el Zappa sinfónico ingresa a la historia
El artista estadunidense tenía en mente grabar
algunas de sus obras con la OSN
La Filarmónica de la Ciudad de México
recordó al músico en su aniversario luctuoso
PABLO ESPINOSA
Entre las efemérides importantes del año
que está a punto de concluir, destaca el décimo aniversario
luctuoso del compositor, guitarrista y hombre de ideas Frank Zappa, quien
dejó de respirar el 4 de diciembre de 1993 en su cama, rodeado de
su familia, a escasas tres semanas de cumplir 53 años, pues su natalicio
acaeció el 21 de diciembre de 1940 en Baltimore, estado de Maryland,
aunque vivió la mejor vida que imaginó en su entrañada
California, erigida como piedra de toque para la totalidad de su actividad
creativa, cumplida en su casa hasta el último suspiro. Una vida
de héroe.
Harto
conocido como uno de los constructores de la cultura rock, la personalidad
zappiana se encumbra en realidad en territorios vastos interconectados
con un complejo sistema de vasos comunicantes. Más que icono o carne
de cañón o piedra de escándalo, al maestro Frank Zappa
le interesaba su misión en esta Tierra nuestra con una claridad
contundente que condensaba en la elección de ser considerado antes
que nada como compositor.
Compositor, generador de ideas, militante de la ludicidad
y la proposición creativa. Compositor a la manera de Edgar Varèse
(1883-1965), su alter ego creativo, su divisa estética en
la música sinfónica, su llave de entrada a las salas de concierto.
Quienes suelen depositar su esnobismo o mero afán
de consumo en compartimentos estancos, difícilmente imaginarían
a Frank Zappa escribiendo música para una orquesta sinfónica
y mucho menos blandiendo una batuta al frente de un agrupamiento sinfónico,
o bien frente a una de sus partituras, de escritura generalmente compleja
y ardua, en plena sesión de estudio con alguno de sus atrilistas.
Proyecto frustrado
Una imagen íntima de Frank Zappa: vestido completamente
de blanco, la melena recogida en la nuca como cola de caballo junto a Sergio
Cárdenas, por cuya corta edad y avanzado talento llamábamos
Gerber von Cárdenas a manera de homenaje cuando fue el más
joven director de orquesta que haya tenido la Orquesta Sinfónica
Nacional.
Unos pocos mortales fuimos testigos de tal epifanía,
que ocurrió cuando nacía la década de los 80, en el
Palacio de Bellas Artes: Zappa tenía en mente grabar algunas de
sus partituras con la Sinfónica Nacional, pero todo quedó
en proyecto. Los detalles de esta ocasión histórica habremos
de completarlos en cuanto restablezcamos contacto con el maestro Sergio
Cárdenas, quien en este momento se encuentra en Alemania, en una
pausa de su actual desempeño como director de la Sinfónica
de El Cairo.
Zappa sinfónico: un compositor sumamente divertido,
algo complicado, muy efectivo. Un gran compositor.
Debido a lo avanzado de sus ideas, como ha sucedido con
genios musicales de otras épocas, entre ellos Erik Satie, el otrora
líder de Las madres de la invención no recibió el
reconocimiento en vida a su gran trabajo como compositor de música
de concierto. Al no contar con intérpretes para su música
sinfónica tomó la mejor decisión: ser su propio intérprete.
En su estudio de grabación, que bautizó con su peculiar sarcasmo
como la UMRK (Utility Muffin Research Kitchen), desde su casa hizo y deshizo
todo un universo sonoro, con su computadora.
Un caso semejante ocurrió en México: el
compositor Conlon Nancarrow (1912-1997) no encontró, salvo las excepciones
que confirman toda regla, los intérpretes que requería la
genialidad de su obra y en su casa, en la colonia Las Aguilas de la ciudad
de México, creó la totalidad de su obra en instrumentos de
su invención: pianolas, pianos mecánicos activados con cilindros
que perforaba él mismo mediante un complicado e ingenioso mecanismo,
también fabricado con sus manos. Hoy día, Conlon Nancarrow
es reconocido como uno de los grandes genios de la música.
La batuta de Pierre Boulez
El
genio de Franz Zappa está también en vías de llegar
a su público. Por lo pronto, la efeméride no pasó
desapercibida en el medio sinfónico mexicano gracias al trabajo
de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. En el
décimo programa de su temporada, bajo la batuta del huésped
Arthur Fagen, esta excelente filarmónica puso en vida G-spot
tornado, partitura de Frank Zappa en la versión de Mauricio
Valdés Emeterio.
Para quienes no han tenido oportunidad de ingresar a este
nirvana divertido, este paisaje sonoro irresistible que es la obra sinfónica
de Zappa, existe una discografía espléndida y en crecimiento
de donde les compartimos algunas sugerencias:
El volumen titulado The yellow shark (Rykodisc)
es el más ameno de entre los asequibles. Se trata de uno de los
últimos conciertos en vida de Frank Zappa, cuya voz se escucha bromeando
a lo Groucho Marx al inicio del disco y cuyas obras las pone a girar uno
de los agrupamientos sinfónicos más importantes del mundo
musical contemporáneo: el Ensemble Modern, reconocido, por ejemplo,
como uno de los máximos intérpretes de la obra sinfónica
de Steve Reich.
Antes sólo asequible en formato de casete y luego
de las labores medio detectivescas mediante las cuales los melómanos
consiguen joyas discográficas, el extraordinario disco Boulez
conducts Zappa, con subtítulo suculento: ''The perfect stranger
an other chamber works performed by the Ensemble Intercomtemporain and
the Barking Pumpkin Digital Gratification Consort" es, dirían los
clásicos hispanos, la hostia. El maestro Pierre Boulez dirige de
manera inmejorable la obra orquestal de Frank Zappa y la eleva a su categoría
cabal. Por demás está decir que Boulez es la máxima
autoridad en la música de concierto actualmente; sus versiones a
las sinfonías de Mahler son oro molido, su compromiso con la música
contemporánea está más allá del bien y del
mal y es, al mismo tiempo, un compositor de trascendencia definitiva.
Enarbolar la guitarra
El volumen Orchestral Favorites (Rykodisc) tiene
un formato de cuarteto rockero que linda con el jazz que linda (de manera
linda) con el formato cuarteto de cuerdas aunque se trate de guitarra (Frank
Zappa la enarbola), bajo (y ruin, a cargo de Dave Parlato), batería
(Terry Bozzio) y percusiones (Emil Richards), fue grabado en la sala Royce
de Los Angeles en 1975 y concentra las constantes que caracterizan la música
orquestal de Zappa y que lo emparentan con Edgar Varèse, pero que
también evocan a Igor Stravinsky, Anton Webern, Arnold Schoenberg,
Alban Berg (los tres integrantes de la Segunda Escuela de Viena) y Erik
Satie.
Al final pero no lo último ni lo menos (last
but not least), el volumen doble The London Symphony Orchestra.
Zappa, vol. I & II (Rykodisc) nos presenta el corpus general
de este almirante admirable. A la batuta está el maestro Kent Nagano,
otro mahleriano irredento y una de las mejores batutas del momento.
Zappa sinfónico, derechito a la Historia.
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