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México D.F. Miércoles 31 de diciembre de 2003

José Steinsleger

Las verdades de Pinocho

ƑQué tan cierto es lo que pensamos de Pinocho? šSi mientes otra vez te va a crecer la nariz como a Pinocho! Es curioso que lo único memorable de la historia de Collodi (1883, seudónimo del escritor toscano Carlo Lorenzini) se vincule con algo que sólo ocurre dos veces en el cuento y que la ciencia moderna cree haber descubierto: el crecimiento de la nariz como detector de mentiras.

A mediados de 1999, en la reunión anual de la Asociación Estadunidense de Siquiatría, los doctores Alan Hirsch, director de la Fundación del Olfato y el Gusto, y el profesor Charles Wolf, de la Universidad de Illinois, observaron en un estudio lo imaginado por Collodi: "Cuando una persona miente, los vasos sanguíneos se llenan de sangre, de modo que la nariz se hincha".

Para ejemplificar su tesis, Hirsch y Wolf exhibieron varias tomas de video en el que el presidente William Clinton se rasca varias veces la nariz durante los entretelones del sonado escándalo Lewinsky. "El ligero agrandamiento nasal no es obvio a simple vista, pero sus efectos sí lo son, ya que la persona que miente siente comezón en la punta de la nariz y se tiene que rascar", explicaron ambos científicos ante un auditorio de especialistas que se limpiaban las gafas y entrecerraban los ojos.

Por su lado, científicos del instituto Salk, de San Diego, diseñaron una prodigiosa máquina de la verdad con un programa de ordenador infalible que capta todo sentimiento de miedo, irritación, susto o sonrisa fingida en los rostros más impasibles. El programa permite interpretar minuciosamente 46 gestos, movimientos de la cara y una amplia gama de expresiones en el rostro de las personas. Y al parecer resulta tan eficaz que es capaz de desenmascarar a los mejores mentirosos. El sistema controla las redes neuronales del cerebro de la persona sometida al examen y en 96 por ciento de los casos se sabe con seguridad total si la persona analizada miente o dice la verdad.

Parecería que el polígrafo llamado "detector de mentiras", o al igual que quienes dicen "estoy loco por ti", o los políticos y funcionarios que juran servir con "lealtad y honestidad" a la patria, tiene los días contados. En la prestigiosa Clínica Mayo de Estados Unidos, los investigadores desarrollaron una técnica a partir del sutil aumento de temperatura que se produce en la zona de los ojos de quienes mienten. Las imágenes térmicas detectan cambios de temperatura de tan sólo 0.025 grados. El endocrinólogo James Levine, director del equipo, logró identificar con este método a 75 por ciento de 20 personas que mintieron.

Igualmente, la compañía Brain Wave Science creó una técnica a la que denominó "huella dactilar cerebral", aceptada por primera vez en noviembre de 2001 como evidencia en un juicio. El método se basa en que el cerebro genera determinadas ondas frente a imágenes que reconoce.

ƑTienen sentido esos esfuerzos? Hasta cierto punto se entiende que en una sociedad alienada por una filosofía en la que ya no sobrevive necesariamente el más fuerte, sino el más mentiroso, la obsesión cientificista se traduzca en tecnologías que, paradójicamente, borran las diferencias entre verdad y mentira. ƑO carece de sentido sostener que a una colectividad se le engaña siempre mejor que a una persona?

Montaigne nos recuerda que los gramáticos antiguos distinguían entre decir mentiras y mentir: "...decir mentiras es decir una cosa falsa que se tiene por verdadera, mientras que la definición del término mentir es ir contra la conciencia y, por lo tanto, sólo concierne a quienes hablan contra lo que saben".

El cuento de Collodi, como casi todos los "cuentos para niños", es terrible. Como la de Frankenstein, la historia de Pinocho nos habla de las densas tribulaciones de un niño-muñeco que se niega a ver la vida como la fragua de marañas, engaños y mentiras que los adultos hacen de ella.

De niños nos decían que si mentíamos nos crecería la nariz como a Pinocho. Pero nunca nos explicaron por qué Pinocho, que duda constantemente entre lo misterioso y complicado de la existencia, escucha al grillo que quería ser la voz de su conciencia y luego lo aplasta de un manotazo.

Más que mentiroso, Pinocho fue un personaje angustiado que dejó el gran mensaje que Walt Disney, aquel técnico de la alegría, borró de la versión cinematográfica: "la felicidad no existe".

Algún poeta escribió: "Porque tienen de su parte/ mucho poder las mentiras/ cuando parecen verdades". Y Oscar Wilde, un siglo antes de los zapatistas, dijo: "El hombre es menos él mismo cuando habla por sí mismo. Dale una máscara y te dirá la verdad".

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