ASTILLERO

Julio Hernández López

Confesiones de un tecleador

ƑEscribir "en serio" ante tanto despiporre?
Sensatez, respetabilidad ƑEs mucho pedir?

APROVECHANDO QUE EL último día del año la mayoría de los lectores de esta columna estarán atareados con propósitos mucho más trascendentes que revisar las ocurrencias de un tecleador que trabaja a destajo, ha de confesarse éste y soltar desde lo más hondo de su ser (o sea, desde algo así como un centímetro y medio de profundidad) algunas consideraciones y deseos que no haría en fechas de mayor tráfico de lectores.

LA PRIMERA es que, aunque parezca lo contrario, cansa y llega a parecer insustancial e intrascendente el ejercicio diario de la crítica o de la simple crónica de los desatinos políticos nacionales. Son tantos, tan previsibles, y en cierta medida tan impunes los yerros de las principales figuras de la política, que pareciera que su denuncia o su mera relatoría de nada sirven, si acaso, en secciones de estilo irónico e irreverente como ésta, para generar sonrisas amargas o para desahogar enojos. Momento hubo, a lo largo del año que termina, en que el autor de estas líneas estuvo a punto de renunciar a sus juegos de palabras y a sus pretensiones de humor negro, forzándose a escribir columnas de análisis "serio", tratando de ir "más al fondo" de los temas. Estaba siendo tanto el relajo de quienes habían convertido la política en pista de circo, que tal vez había llegado el momento de dejar de escribir en tono ligero e irónico: el presidente Fox parecía insuperable en cuanto a dolorosa comicidad, y casi día con día el tecleador se asomaba con temor a las noticias de Los Pinos porque sabía que en ellas iba a encontrar šnuevamente! el desliz, la frase increíble, la pifia verbal que obligaba a ser recogida por Astillero.

LA IRONIA, LA ruptura de la solemnidad, habían funcionado cuando el sistema y sus prohombres parecían museo de cera. Pero ahora, con las conferencias de prensa del Peje, los discursos de la señora Marta, la aparición estelar de la maestra Elba Esther, los madrazos de Roberto, los pleitos internos del PAN, las colaboraciones incesantes de los miembros del gabinete, en fin, con todo ese zangoloteo diario: Ƒseguía sirviendo de algo el estilo de Astillero, o justamente cuando todo se había vuelto un desmadre era hora de intentar algo más sereno, más propositivo? La respuesta la fueron dando de alguna manera los lectores. El número de correos recibidos disminuía notablemente en cuanto pretendía cambiar el estilo de la columna y volvía, generoso y amable, en cuanto regresaba a las andadas. Los lectores de Astillero han sido, en términos generales, extraordinariamente amables en sus comentarios respecto a lo que aquí se escribe, y en ocasiones resultan altamente motivadores, haciendo sentir al tecleador que es necesario persistir en la tarea de informar y comentar, pero también de desenmascarar, de pitorrearse, de golpear verbalmente a quienes, a su vez, ejercen otro tipo de violencia mediante sus declaraciones ofensivas o sus actos dañinos.

NO HA DE omitirse, sin embargo, reconocer ante el lector en este día postrero del año el desasosiego que en el ánimo del astillador en jefe provoca la diaria comedia nacional. De ninguna manera se sumará esta sección a los gritos que pretenden convertir el ejercicio del disenso en delito, y que se tiran por las laderas de sus castillos, envueltos en presuntas banderas de interés patriótico, acomodando sus más oscuros intereses empresariales y políticos con el argumento fácil de que todo lo que hacen es šPooooooor Mééééééxicooooooooooooo! (gritos aquellos, acaso los más, inducidos desde Los Pinos, donde ha vuelto la tentación de tirar línea, sobre todo a los medios electrónicos, tan dependientes en razón de su régimen concesionario) Al contrario, esta sección, hoy tan formalita, cree firmemente en la necesidad de la discusión, de la oposición y de la divergencia, y considera que tras la gritería antes enunciada se esconden las pretensiones autoritarias de Los Pinos y muchos de sus aliados empresariales. Pero, además de la confrontación política, y de la legítima y natural defensa que de sus posiciones políticas e ideológicas debe hacer cada partido (pues para eso existen), sería altamente agradecible, y el deseo de Año Nuevo de la presente columna, que la política y los políticos recuperaran equilibrio, serenidad y respetabilidad, que las figuras institucionales de nuestro sistema político (la Presidencia de la República, no Vicente Fox Quesada; la Cámara de Diputados, no Elba Esther o Chuay-ffet; los altos funcionarios del gobierno federal, los dirigentes partidistas, los jefes católicos y demás etcéteras del poder) fuesen capaces de procesar sus necesarias diferencias y plantear proyectos viables, alternativas sensatas, a este país hoy entrampado por tan malos ejercicios políticos. En fin, un año más que se va, un año más perdido, y la esperanza de siempre, de que el venidero sea mejor.

ASTILLAS: LO DICHO. NO puede el tecleador permitirse sentimentalismos y confesiones íntimas porque la realidad vuelve con sus numeritos de escándalo. Allí está el intento de fraude legislativo que cometieron los representantes de la Corona Real (un subsecretario dictador, y un elbista y un panista que tomaban el dictado). Trapacerías de raterillo de barrio: cambiar en lo oscurito los rubros de las asignaciones presupuestales con la esperanza de que el pleno de los diputados (que hoy más que nunca está a las vivas) se tragara el cuento relaborado y lo aprobara con sus deditos ingenuos. Las maniobras hechas en San Lázaro exhiben la desesperación de Los Pinos, que no halla cómo cumplir con sus caprichos como, por ejemplo, darle dinero a una escuela pública del rancho familiar de San Cristóbal a la que, según eso, más delante se renombrará como preparatoria Vicente Fox Quesada... Y ya con ésta se retira del presente año el autor de las presentes líneas. šQue 2004 sea mejor que 2003!...

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