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México D.F. Sábado 15 de noviembre de 2003
LA MUESTRA
Carlos Bonfil
La pequeña costurera
Idilio entre música y libros
Cultura vs poder totalitario
EL TITULO ORIGINAL de la cinta es Balzac y la
pequeña modista china. Es también el título del
best-seller francés en el que está basada, escrito
por el novelista chino Sijie Dai, realizador también de esta cinta
y de un éxito anterior, China, mi dolor, de 1989. Uno sueña
con el día en que los distribuidores comprendan que respetar un
título original no es necesariamente condenar al fracaso comercial
a una cinta, y sí respetar en cambio la inteligencia de los espectadores
a quienes la destinan. Además de mostrar respeto, mostrarían
audacia, particularmente en esta época de menosprecio oficial a
la cultura.
EN
LA PEQUEÑA costurera (síntesis
abusiva), la referencia al escritor Balzac es tan esencial como la escamoteada
nacionalidad de la protagonista. ¿Se habrá pensado en el
atractivo comercial de La princesita (A little princess),
de Alfonso Cuarón? Un público considerado hoy analfabeta
por el poder en México, bien merecería mejor trato por parte
de distribuidores interesados en la cultura.
Y LA CINTA de Sijie Dai habla precisamente de eso.
Del desprecio de las autoridades chinas, a principios de los años
70, por la cultura occidental; en breve, por toda clase de trabajo intelectual.
En buena medida, la película es autobiográfica. En sus dos
cintas más conocidas, el escritor y cineasta evoca su propia juventud
en los campos de reducación del edén maoísta.
EN LA PEQUEÑA
costurera, dos adolescentes, Luo y Ma, son enviados a un campo de trabajo
durante la Revolución Cultural china por considerárseles
"enemigos del pueblo", es decir, amantes del arte y de la cultura burguesas.
El padre de uno de ellos, de profesión dentista, cometió
alguna vez el error ideológico de extraerle una muela al dictador
Chiang Kai-shek. En ese lugar conocen a una pequeña costurera (Xun
Zhou), cuya maestría en el oficio pronto la vuelve modista. La tentación
de alfabetizarla y afinar su educación por la lectura es enorme.
Y la educación, a la vez artística y sentimental, se lleva
a cabo en la clandestinidad y en el asombro compartido. Surgen de un baúl
secreto, como revelaciones mágicas, títulos prohibidos, novelas
de Balzac y de Flaubert, Victor Hugo y Dostoievski, también Kipling
y Emily Brontë.
LOS ADOLESCENTES TIENEN además otra ocupación
fascinante: se les encomienda ir a un pueblo cercano, ver películas
coreanas y regresar a contarlas a los lugareños sin acceso al cine.
Una escena cómica: al descubrírseles un objeto prohibido
-un violín-, ellos alegan a la autoridad del lugar que la sonata
que interpretarán se titula Mozart piensa en el jefe Mao,
con lo que salvan el violín y tal vez la vida, todo gracias a su
ingenio y a la ignorancia de las autoridades.
SIJIE DAI CONTEMPLA sin amargura ese pasado aún
insepulto (en China su libro sigue prohibido), y con la experiencia de
su autoexilio en Francia, construye una ficción que celebra el gusto
por la cultura como resistencia al poder totalitario, el derrumbe del dogma
ideológico, los relevos generacionales que anuncian mejores días,
y el lirismo de una historia de amor que crece al contacto de la música
y los libros. La cinta sugiere hoy también una lectura oportuna:
ningún poder que desdeñe la cultura está libre de
naufragar, tarde o temprano, en la contradicción y en el ridículo.
Una película notable.
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