.. | México D.F. Lunes 6 de octubre de 2003
"Alto a la ocupación del estado por Bush",
la consigna de simpatizantes de Gray Davis
California, escenario electoral que más bien
parece arena de fisicoculturismo
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Francisco, California. 5 de octubre. A menos
de dos días de la extraña destitución/elección
de gobernador en el estado de California, el escenario se parece de manera
alarmante a un circo o una arena de fisioculturismo. Y a la vez, a una
lucha de resistencia casi desesperada por salvar la democracia estadunidense
(o lo que queda de ella, según los más inconformes con la
situación actual).
Primero fue Irak. Ahora es California. En las constantes
manifestaciones callejeras contra el recall y para defender al casi
indefendible gobernador Gray Davis, se repite una consigna: "Alto a la
ocupación de California por Bush". En su moto Harley Davidson y
con cara de duro-duro, el hombre de los músculos Arnold Schwarzenegger
avanza triunfal en las encuestas para decir peliculescamente "Hasta
la vista" (así, en el español de los migrantes, para mayor
burla) al gobierno demócrata y a quién sabe cuántas
cosas más.
Más de cien candidatos para una elección
que muchos dicen no desear, empezando por Gray Davis, el gobernador a punto
de ser defenestrado a escasos meses de haber sido relecto por su gran papel
como demócrata que se comporta como republicano. Una ciudadanía
polarizada, como todo en la vida política y social de Estados Unidos,
que se sabe protagonista de una batalla importante, si no decisiva, en
la definición del futuro político de esta nación (y
que tanto afectará al del mundo entero). Y una situación
mediática alarmante, donde el espectáculo está por
encima de la hora grave que enfrentan los californianos.
Estos
son los verdaderos protagonistas, pero todo pareciera indicar que en las
tierra de Hollywood (y lo que significa), la pugna es asunto exclusivo
del héroe-villano Arnold Schwarzenegger, el declinante Terminator
que busca nueva chamba. No es casual que el primer cowboy de película
que llegó a gobernante, Ronald Reagan, también empezó
en California.
Ambos "héroes" republicanos comparten también
vinculaciones eléctricas. Ro-nnie había sido el amable
rostro televisivo de General Electric; Arnie es el cómplice
descarado de Enron y el inmenso fraude cuyo desnudamiento empezó,
sí, en la California de Gray Davis. En un episodio revelado ayer
por el periodista Greg Palast, el enemigo a vencer para las compañías
eléctricas (que como en el Viejo Oeste, asaltaron la carreta de
California) encabezada por Ken Lay y su Enron (pero la banda era más
grande), es nada menos que Cruz Bustamante, el vicegobernador y único
posible vencedor del candidato Schwarzenegger si Davis resulta despedido.
Están en juego 9 mil millones de dólares,
que las compañías eléctricas tendrían que pagar
si no llega Arnold a rescatarlos. Cruz Bustamante encabezó una demanda
contra las compañías eléctricas, asociadas con las
campañas de George W. Bush y con su gobierno. Tal es el verdadero
origen del recall.
La oposición al actor se aferra desesperadamente
a sus escándalos machistas y sexuales, pero no alcanza a convencer,
más allá de los círculos progresistas y feministas.
El espectáculo está listo. Una montaña de músculos
que milagrosamente consigue memorizar parlamentos triviales pero mnemotécnicos
podría ganar incluso una buena parte del voto latino. Tal es la
magia de Hollywood: las víctimas apoyarían a su torturador.
En el peor de los escenarios, nada detendrá el
drama. Ni las documentadas simpatías por Hitler del austriaco-estadunidense,
ni su racismo probado, su machismo, sus vinculaciones mafiosas con los
modernos bandidos del Oeste, nada podría ser suficiente para detener
al 'predador' en su camino a la casa de gobierno en Sacramento.
Padrones electorales rasurados de origen, y una sociedad
de masas educadas en que el show debe seguir están a punto
de allanar el camino a la política (no falta quien cuente con Arnold
como el eventual sucesor de emergencia de un devaluado Bush) del hombre
que, carismáticamente, fue a Irak a decir a las tropas de ocupación:
"Yo soy Terminator en las películas, pero ustedes son los
verdaderos 'terminators' aquí". Risas y aplausos, incluídos
¿cuántos latinos-carne de cañón?
Entre las 7 de la mañana y las 20 horas, este martes
los californianos se enfrentan a una situación que, como lo ponen
los democrátas, significaría: un gobernador que llega al
cargo con menos de 15 por ciento de los votos; la congelación de
propuestas de interés social (que Davis sólo adoptó
ante el peligro de desaparecer); una mayor desestabilización de
la economía de California (la más importante de Estados Unidos,
y la séptima en el mundo), y la llegada de un gobierno "cuyas verdaderas
intenciones se desconocen".
Demócratas, independientes, radicales, académicos
y migrantes naturalizados (mas no todos) llaman a votar por el "No" a la
sustitución de gobernador, y en el menor de los males, meter en
el gobierno a quien sea que no sea Schwarzenegger. Pero no la tienen fácil.
En la pugna de populismos a la americana, las encuestas sólo
enmascaran el núcleo del problema: la democracia estadunidense,
¿está herida de muerte, con el amable patrocinio de la industria
del entretenimiento? ¿O tiene remedio? Esto, en un momento en que
los ciudadanos ven encongerse sus derechos, y el futuro de la civilización
occidental como la conocemos parece quedar en manos de un ex míster
Universo que se casó con el clan Kennedy en su oportunidad, se asoció
con Bush padre, Bush hijo y sus espíritus non sanctos (Enron,
el Pentágono de Rumsfeld, el conservadurismo machista que no es
rechazado por un suficiente número de mujeres, y un racismo que
no distinguen numerosos latinos y negros en condiciones de votar). Con
estos ingredientes se monta un nuevo episodio del circo patriotero que
nació el 11 de septiembre de 2001 y no tiene para cuándo
acabar.
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