México D.F. Lunes 6 de octubre de 2003
Molly Ivins*
La claridad del discurso de Bush
¿Todavía no se han confundido? Hace sólo
unas semanas el presidente Bush dijo: "no hay duda de que Saddam Hussein
tenía vínculos con Al Qaeda". En septiembre de 2002 aseguró:
"no hay distinición entre Al Qeda y Saddam". Más recientemente,
Bush afirmó: "no tenemos ninguna evidencia de que Saddam Hussein
haya estado involucrado en el 11 de septiembre".
Esta útil aclaración vino después
de que al vicepresidente, Dick Cheney, se le preguntó en el programa
televisivo Meet the Press qué opinaba de que 70 por ciento
de los estadunidenses creen que Saddam estuvo detrás del 11 de septiembre.
"No me sorprende que la gente haga esa conexión", respondió
el vice. En 2001, Cheney aseguró que "está bien confirmado"
que Irak y los aeropiratas que ejecutaron los atentados estaban coordinados.
Pero más recientemente dijo que "no sabía" si Saddam estaba
vinculado a los ataques.
Al respecto del ya profundamente desmentido reporte de
que el aeropirata principal, Mohammad Atta, se reunió con un funcionario
de la inteligencia iraquí en Praga, en 2001, Cheney señaló:
"Nunca hemos podido conocer los suficiente sobre este tema para estar en
condiciones de confirmarlo o negarlo". De hecho, la inteligencia checa
se ha deslindado de esa información, y la inteligencia estadunidense
descubrió que Atta estaba en la costa este de Estados Unidos cuando
la supuesta reunión tuvo lugar.
Ahora, si seguimos la pelota que rebota detrás
de Saddam y Al Qaeda nos encontramos al diario Los Angeles Times diciéndonos
en noviembre de 2002 que "los aliados no encontraron nexos entre Irak y
Al Qaeda". España, que apoyó la guerra estadunidense en Irak
y ha perseguido activamente a miembros de Al Qaeda, afirmó que "no
hay nexo" entre Irak y la organización.
Un alto funcionario de la inteligencia alemana afirmó
que hablar de un vínculo entre Irak y Al Qaeda es "una tontería",
y que "eso ya no lo cree ni la inteligencia estadunidense".
En agosto, el National Journal citó a tres
ex funcionarios de seguridad nacional del gobierno de Bush quienes señalaron
que "la evidencia previa a la guerra que vinculaba a Al Qaeda con Irak
era tendenciosa, exagerada y con frecuencia contradictoria con las conclusiones
que habían obtenido las principales agencias de inteligencia". Greg
Thielmann, antiguo miembro de la Oficina de Inteligencia e Investigación
del Departamento de Estado, aseguró que estaba confirmado que Saddam
y Al Qaeda eran "enemigos a muerte". Osama Bin Laden a menudo acusaba al
presidente iraquí de ser un "infiel".
Supongo que a alguien se le olvidó informar de
esto al presidente y al vicepresidente. Quizás el único nexo
conocido entre Irak y Al Qaeda es que, durante un tiempo, un agente de
Al Qaeda estuvo en Bagdad. Seguramente no hizo nada bueno, pero no hay
evidencia de ello. Uy. Había 18 agentes de Al Qaeda ocultos en Estados
Unidos: ¿nos convierte eso en un país que aloja a terroristas?
Según Los Angeles Times, un párrafo
clasificado de un reporte del Congreso sobre los detalles del 9-11 señala
que "el gobierno saudita no sólo ha proporcionado significativas
sumas de dinero y ayudado a los aeropiratas suicidas, sino que permitió
que potencialmente cientos de millones de dólares fluyeran hacia
Al Qaeda y otros grupos terroristas disfrazándolos de apoyo a organizaciones
caritativas, entre otras pantallas". Esta fue la parte del reporte que
no se nos permitió leer, pese a vigorosas protestas de los miembros
del comité.
Y ahora, después de su declaración del 19
del mes pasado de que "no tenemos ninguna evidencia Saddam Hussein estuviera
involucrado en el 9-11", Bush afirmó el día 25: "el 11 de
septiembre hizo que yo cambiara mis cálculos. Es verdaderamente
importante para esta nación que continuemos dando seguimiento y
enfrentando las amenazas antes de que se materialicen. Eso fue lo que aprendimos
el 9-11".
Así que ya lo ven. No hay evidencia de que Saddam
estuviera involucrado en el 9-11, pero todo se trata solamente del 9-11.
Y pasando a otro asunto, que también está
claro como el cristal, vemos las armas de destrucción masiva, y
nos encontramos con que Colin Powell declara sobre Saddam, en 2001: "Creo
que debemos declarar como un éxito nuestra política de contención.
Lo hemos mantenido preso dentro de su caja. Ahora no es capaz de atacar
con armas convencionales a sus vecinos. No es una amenaza para Estados
Unidos".
El vice Cheney parecía convencido de lo
mismo. Cinco días después del 9-11 afirmó: "Saddam
Hussein está cautivo en su botella". Pero a lo largo de la línea
esta historia cambió. Para octubre de 2002, Bush dijo a la nación:
"La amenaza proviene de Irak. Estados Unidos no ignorará la amenaza
que se cierne sobre nosotros. Enfrentados a una clara evidencia de peligro,
no podemos esperar a que haya una prueba concluyente, una pistola humeante,
que podría llegar a nosotros en la forma de la nube de una explosión
nuclear.
Justo antes de la guerra, Bush declaró: "El pueblo
de Estados Unidos, nuestros amigos y aliados, no viviremos a merced de
un régimen ilegal que amenaza la paz con armas de destrucción
masiva".
Podemos analizar una y otra vez toda la detallada información
que la administración nos dio sobre las armas de destrucción
masiva de Saddam -las más de 500 toneladas de gas Sarin, y demás-.
Pero ahora llega el informe Kay a confirmarnos los que ya sabíamos
desde un principio: no hay armas. Durante meses, cada vez que alguien preguntaba
"¿Dónde están las armas de destrucción masiva?",
la administración y sus compinches en la prensa respondían:
"Es mejor no hacer esa pregunta porque te vas a sentir muy avergonzado
cuando finalmente las encuentren".
Bueno, pues no las han encontrado. No hay ni rastro de
armas químicas, biológicas o nucleares. Pero, ¡bueno!,
se trata sólo de un reporte parcial.
Ultimamente he tratado de enfocarme a lo pragmático.
Aun cuando nos equivocamos respecto de Irak, hay que concentrarse en lo
que puede hacerse para salvar la situación. Pero en ocasiones, como
cuando el presidente reconoce que Saddam Hussein nada tuvo que ver con
el 9-11 y cuando nuestros escuadrones de búsqueda de armas no encuentran
nada, me parece útil volver atrás y revisar cómo fue
que nos vendieron la guerra.
El hecho de que 70 por ciento de los estadunidenses sigue
en el error de pensar que Saddam tuvo vínculos con el 9-11 me parece
una sorprendente acusación hacia nuestros medios noticiosos. Creo
que necesitamos retroceder y tratar de explicarnos cómo llegamos
aquí.
* Columnista cuyo trabajo aparece en más de 300
periódicos y autora de tres best sellers sobre la política
actual en Estados Unidos.
© 2003, Creators Syndicate Inc.
Traducción: Gabriela Fonseca
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