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México D.F. Sábado 30 de agosto de 2003
SE TAMBALEA EL GOBIERNO COLONIAL EN IRAK
El
coche bomba que estalló en la ciudad santa chiíta de Najaf,
en el sur de Irak, no sólo costó la vida al ayatola Mohammad
Baqr al Hakim y a decenas de fieles chiítas sino que también
cimbró nuevamente los cimientos del gobierno colonial que los ocupantes
estadunidenses-británicos se esfuerzan por estabilizar. Hace pocos
días otra bomba, esta vez contra la sede de la ONU en Bagdad, había
demostrado al mundo que los estadunidenses sólo piensan en su propia
seguridad y no son capaces de arriesgar a sus soldados para preservar objetivos
obvios, por importantes que éstos fuesen para la ocupación,
como los altos funcionarios de Naciones Unidas que han reconocido al "gobierno"
títere instalado por los ocupantes y trabajan con él, exponiéndose
así a la ira de la resistencia popular, o el máximo religioso
chiíta hoy asesinado, que era hermano de Abdel Aziz al Hakim, miembro
destacado del "gobierno" colaboracionista, con el cual el mismo ayatola
Mohammad Baqr al Hakim tenía fuertes lazos. El religioso asesinado
ostentaba un turbante negro que indicaba que supuestamene pertenecía
a la familia del profeta Mahoma; había vivido un largo exilio en
Irán, cuyo tipo de gobierno clerical intentaba imponer en Irak mediante
su Consejo Supremo de la Revolución Islámica Iraquí;
era considerado por muchos chiítas el Jomeini iraquí, y sus
lazos con Teherán, y ahora con los colaboracionistas y con las tropas
ocupantes, le habían granjeado muchos odios que hacían de
él y de su familia un blanco escogido, como se refleja en las estadísticas
del terror, ya que mientras el baazista Saddam Hussein había matado
ya a 47 de sus 125 parientes, ahora, en plena ocupación extranjera,
hace menos de un mes desconocidos habían herido gravemente a otro
mulá, su tío, y matado a los tres guardaespaldas del mismo.
Por eso, a pesar de que la seguridad de que la ciudad
de Najaf está en manos de los mulás chiítas, que obligaron
a retirarse a los ocupantes estadunidenses, este atentado subraya una vez
más que éstos no pueden contar, como creían, con la
benevolencia de todos los chiítas, muchos de los cuales son nacionalistras
árabes, no pro iraníes, y condenan vehementemente al Satán
de Washington. Nuevamente y del mismo modo que el atentado contra la ONU
tuvo un fuerte efecto disuasivo para los gobiernos que pensaban secundar
la ocupación de Irak enviando tropas bajo el mando estadunidense,
la bomba de Najaf hace ver al mundo que los casi 130 mil soldados estadunidenses
no pueden controlar Irak ni siquiera de día, que se han metido en
un nuevo Vietnam y que no es sensato seguirlos por una vía que conducirá
a muchos a su tumba.
Aunque es posible que estemos asistiendo, entre otras
cosas, a un ajuste sangriento de cuentas entre las diferentes facciones
chiítas (pro iraníes contra nacionalistas, colaboracionistas
contra independentistas) es difícil que una mano chiíta pueda
atentar contra la sagrada mezquita del imán Alí y contra
la tumba del yerno del profeta y líder de la secta chiíta.
En efecto, si una bomba devastase la catedral romana de San Pedro lo lógico
sería buscar el culpable entre los no católicos.
Estados Unidos está así aprendiendo que
no sólo concita el odio a una ocupación que no es siquiera
capaz de recoger la basura, de asegurar agua potable, de restaurar la electricidad
y que sólo se preocupa por saquear el país sino que también
enfrenta a otros posibles enemigos de sus amigos, como los wahabitas de
Arabia Saudita, que no quieren otro Irán en sus fronteras, o los
nacionalistas árabes o panárabes, también sunnitas,
todos ellos considerados herejes por los chiítas y que, por consiguiente,
no dan la misma importancia que éstos a la tumba de Alí.
Los hechos son claros: Washington no sólo no tiene un gobierno local
en Irak que le evite exponerse directamente ante los iraquíes y
ante el mundo, sino que tampoco tiene aliados confiables entre los chiítas
y está juntando a todo el mundo islámico -incluidos los países
que hasta hace poco eran sus siervos- en su contra. La aventura en Irak,
tal como era previsible, se le está haciendo inmanejable. ¿Qué
valor tienen entonces sus amenazas contra Irán, donde la resistencia
a un eventual ataque del fundamentalismo de los cruzados de la Casa Blanca
sería mucho más fuerte y dura que la de Irak y se reforzaría
incluso con las acciones de ésta?
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