México D.F. Sábado 30 de agosto de 2003
Robert Fisk
ƑQuién quería muerto al ayatola Mohamed Baqr al Hakim?
En Irak, cuando alguien ataca, se va sobre la yugular. Hace dos semanas fue un alto funcionario de la Organización de Naciones Unidas y este viernes uno de los más influyentes clérigos musulmanes chiítas. Como decían durante la guerra en Líbano, si la suficiente gente te quiere muerto, acabarás muerto.
ƑQuién quería muerto al ayatola Mohamed Baqr al Hakim? O mejor dicho, Ƒa quién no le importaría que muriera? Claro, están los famosos "remanentes de Saddam Hussein", a quienes la familia Al Hakim ya está culpando de la matanza en Najaf. El clérigo fue torturado por los hombres de Saddam, y cuando se exilió en Irán el entonces presidente iraquí exigió su regreso y ejecutó a uno de sus familiares cada año en un vano intento por obligarlo a volver.
De hecho, apenas en diciembre pasado, el hermano del ayatola, Aziz, estaba en Washington entregándole a la Agencia Central de Inteligencia documentos sobre las supuestas "armas de destrucción masiva" en poder de Hussein. Además están los kuwaitíes y los sauditas, quienes desde luego no quieren que el movimiento del clérigo, el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, consiga ningún tipo de "revolución islámica" al norte de sus fronteras.
En Estados Unidos hay numerosos neoconservadores, quienes jamás habrían confiado en Al Hakim, pese a sus nexos con el consejo interino iraquí que los estadunidenses implantaron en Bagdad.
Están también los chiítas. Hace sólo un par de meses recuerdo haber escuchado predicar a Al Hakim durante las oraciones del viernes, exigiendo el fin de la ocupación angloestadunidense, pero hablando de paz y reclamando que inclusive las mujeres se unieran al nuevo ejército iraquí.
"No crea que todos nosotros apoyamos a este hombre", me dijo ese día un fiel musulmán.
Al Hakim también tenía la mala reputación de haber reclutado a algunos de sus primeros colaboradores en los servicios de inteligencia iraníes.
Y también está Muqtada Sadr, el hijo, clérigo joven con mucha menos experiencia y cuyo padre murió como mártir, asesinado por el régimen de Hussein. Heredó de su padre un halo de heroísmo que lo ha hecho popular entre los chiítas más jóvenes. Muqtada Sadr ha condenado durante mucho tiempo la "colaboración" de algunos de sus compatriotas con los invasores estadunidenses, pero es menos sabido que su propia organización colaboró discretamente con el régimen de Hussein antes de la guerra.
Pero aún más profundos que estas disputas individuales son los rabiosos debates teológicos que recorren los seminarios de Najaf. Muchos de estos seminarios nunca aceptaron la idea del régimen teológico -velayat faqui- representado por el ayatola Jomeini de Irán. Al Hakim había calificado a Jomeini de "el imán viviente", nombre con el que también llamó a su sucesor, el ayatola Jamenei. De hecho, cuando volvió del exilio, Al Hakim fue comparado con Jomeini, quien pasó 14 años en el exilio fuera de Irán. Al Hakim gustaba de compararse también con los imanes mártires Alí y Hussein, cuyas familias fueron asesinadas durante los primeros años de la historia musulmana.
Todo esto no era más que una forma trillada e inclusive algo sacrílega de ganarse adeptos. La gente de Najaf, en su mayoría, no cree en "imanes vivientes" de ese tipo. Pero a final de cuentas el baño de sangre en Najaf y el asesinato de Mohamed al Hakim serán juzgados por lo que son: una prueba más de que los estadunidenses no pueden -o no quieren- controlar Irak.
El general Ricardo Sánchez, comandante de las fuerzas estadunidenses en Irak, dijo sólo 24 horas antes del atentado que no eran necesarias más tropas. Es claro que se requieren, si es que el militar desea contener la impresionante violencia que se ha apoderado del "Irak liberado", porque lo que está pasando en la patria sunita, en torno a Bagdad, y que ahora retoña en la nación chiíta del sur no es sólo la respuesta a una invasión ni una creciente guerrilla contra la ocupación. Se trata del principio de una guerra civil en Irak, que consumirá a la nación entera si sus nuevos gobernantes no abandonan ya sus fantasías neoconservadoras y le ruegan al mundo que comparta con ellos el futuro de ese país.
© The Independent Traducción: Gabriela Fonseca
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