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México D.F. Sábado 30 de agosto de 2003
Miguel Concha
Los derechos de los jóvenes
El término juventud se refiere al periodo de vida en que las personas transitan de la niñez a la etapa adulta, y en el que se producen importantes cambios biológicos, sicológicos, sociales y culturales, dependiendo del género y el contexto sociocultural.
Generalmente se les ubica entre los 15 y los 24 años de edad. Sin embargo, en los contextos rurales la edad se desplaza a los 10 y 14 años, y en otros contextos de estratos sociales medios y altos urbanizados se amplía al grupo de 25 y 29 años de edad. La Carta Iberoamericana de la Juventud considera que las expresiones "joven", "jóvenes" y "juventud" designan a todas aquellas personas comprendidas entre los 15 y los 24 años de edad. Por su parte, la Ley de las y los Jóvenes para el DF define al joven como el sujeto de derecho cuya edad comprende el rango que va entre los 15 y los 29 de edad, y lo identifica como un actor estratégico para la transformación y el mejoramiento de la ciudad.
La juventud no es, pues, un sector homogéneo. Tenemos a jóvenes banda, punks, skates, rockers, hippies, intelectuales y fresas, entre otros, que tienen necesidades y perspectivas diferentes de la realidad, aunque de una u otra manera tienen un común denominador: la discriminación, la exclusión e incluso la criminalización.
Las principales problemáticas de la juventud hoy en día van desde la discriminación por su forma de vestir, de comportarse y de expresarse en distintos ámbitos, como el hogar, la escuela y la calle, hasta la exclusión y negación de sus derechos a la educación, al trabajo, a la salud y a disponer de espacios propios de expresión juvenil -como lo muestra de manera elocuente el artículo que publicó el pasado martes Karina Avilés en La Jornada (pp. 40 y 44)-, hasta el acceso a la justicia.
Esto definitivamente tiene un impacto seguro en su futuro, ya que negando, por ejemplo, el derecho a la educación, se limita considerablemente la oportunidad de contar con un trabajo bien remunerado, donde se pueda tener un crecimiento tanto profesional como personal. Al no tener expectativas, la juventud elige el trabajo informal en la calle, la comisión de delitos o el suicidio.
Los jóvenes tienen en principio la libertad de elegir una carrera profesional o técnica, o el derecho de trabajar en una empresa, fábrica o taller, según sean sus intereses, pero la diferencia es la mínima posibilidad que en las actuales circunstancias del país tiene para acceder a ello. Debido a la discriminación y exclusión de la que son objeto, y a la falta de oportunidades, ha sido necesario elaborar una legislación internacional, y al menos local, que la respalde frente al abuso de autoridad y la irresponsabilidad de los particulares. En los distintos instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos, sus garantías se encuentran de manera implícita. En instrumentos legales como la Ley de las y los Jóvenes del DF y la Carta Iberoamericana de la Juventud se hallan en forma explícita.
El objetivo de formular una Carta Iberoamericana de la Juventud fue consagrar jurídicamente el pleno reconocimiento a la especificidad de la condición juvenil, y dar respuesta a los requerimientos de protección y garantía para el ejercicio de sus derechos. En su realización, la Organización Iberoamericana de la Juventud puso en marcha una estrategia de participación-consulta con jóvenes, asociaciones juveniles, expertos, juristas, legisladores, altos funcionarios del Estado y demás organismos e instituciones vinculadas a la temática juvenil. Finalizado este proceso, el último borrador fue remitido a todos los gobiernos iberoamericanos, con el propósito de realizar las consultas técnicas y políticas internas necesarias para su adopción, como punto de partida para futuras negociaciones entre los estados de Iberoamérica.
Esta carta menciona que los jóvenes tienen, entre otros, derecho a no sufrir discriminación, a la libertad, a la identidad, a la salud, a la protección social, al desarrollo económico y político, al acceso a la justicia y a una educación que promueva la paz, la solidaridad y la fraternidad, incluyendo la educación sexual y reproductiva.
Carentes en un alto porcentaje y de manera grave de oportunidades para la vida, en la actualidad los jóvenes tienen sin embargo un papel fundamental en la creación de condiciones indispensables para su vida, en las que no sólo se les permita la formación y expresión de su identidad, sino la participación eficaz en organizaciones civiles y sociales, comités vecinales, partidos, etcétera.
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