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México D.F. Jueves 10 de julio de 2003
Octavio Rodríguez Araujo
Una reflexión para los partidos
Con las estadísticas se puede mentir. Los resultados
proporcionados por el Instituto Federal Electoral reflejan, entre otros
datos, la participación (lo contrario a la abstención) a
partir del listado nominal, lo cual es lógico y correcto. El listado
nominal fue, para 2003, de 64 millones 710 mil 596. Por lo tanto, si votaron
casi 42 por ciento de los ciudadanos (cifras preliminares), esto quiere
decir que se abstuvieron alrededor de 37 millones y medio. El problema
con la ley electoral es que el cómputo de los partidos se hace en
función de la votación total y no del listado nominal. No
es lo mismo que el PAN haya obtenido el 30.64 por ciento de la votación
(en relación con el total de votos emitidos) que el 12.12 por ciento
(en relación con el listado nominal). Lo mismo se puede decir de
los demás partidos, con la diferencia de que los porcentajes son
todavía menores: 9.12 por ciento para el PRI y 6.98 por ciento para
el PRD.
Estos tres partidos, que son los que conformarán
la mayoría de diputados en la Cámara, obtuvieron un total
de 18 millones 261 mil 411 votos, es decir, 28.22 por ciento del total
de ciudadanos registrados. Esto quiere decir que nuestros diputados apenas
cuentan con el apoyo del 30 por ciento de los mexicanos en edad de votar.
Como se puede ver en el siguiente cuadro, en los distritos donde hubo mayor
participación, como por ejemplo el primero de Campeche, el diputado
ganador obtuvo el 28.45 por ciento respecto del listado nominal distrital,
en tanto que en el distrito 17 del estado de México (de baja participación)
el diputado ganador llegará a la Cámara con el 11.53 por
ciento del total de electores en ese mismo distrito.
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Por otro lado, no es lo mismo decir que se aumentó
el número de diputados de una elección a otra, que hablar
de los votos obtenidos. Lo primero nos indica que un partido logró
dar trabajo a más personas en la Cámara, y lo segundo se
refiere a la confianza, simpatía o apoyo de los ciudadanos a cada
partido. El cuadro siguiente es revelador: el único partido que
ha aumentado su votación en comparación con la de 1997 fue
el PAN, y ha sido un aumento muy pequeño. El PRI y el PRD la disminuyeron,
y el PRD no sólo en relación con la elección de hace
seis años, sino en el periodo completo analizado.
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Con lo anterior he querido dar sustento mexicano a una
hipótesis generalizada, con base en la cual se han escrito incluso
libros: que la representación política tradicional, derivada
de la teoría liberal de la democracia, se ha deteriorado considerablemente,
para no decir que está en crisis. También he querido demostrar
que los tres principales partidos políticos en México, para
no hablar de los pequeños, sólo captan a una parte minoritaria
de la población en edad de votar, lo cual debería llevarlos
a reinterpretar su papel como tales. Que festejen sus triunfos, peor les
fue a los que con toda razón perdieron su registro. Pero que no
crean que el pueblo los apoya. La mayoría de los mexicanos repudia
a los partidos. Algo deberán hacer para mejorar su imagen.
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