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México D.F. Viernes 23 de mayo de 2003
LA ONU LEGALIZA EL COLONIALISMO
Ayer,
en una de las jornadas más bochornosas de la historia de la Organización
de Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad de ese organismo aprobó
casi por unanimidad -con la excepción honrosa de Siria, cuyo representante
se ausentó de la votación- el estatuto colonial impuesto
a sangre y fuego a Irak por las tropas estadunidenses e inglesas. De esa
forma, Francia, Rusia y China, las potencias que, junto con Alemania, se
opusieron en su momento a la agresión militar desencadenada contra
esa nación árabe por los gobiernos de Wa- shington y Londres
-apoyados por escuderos menores como España, Italia, Polonia y Nicaragua-,
convalidaron el violento allanamiento y el sojuzgamiento ilegal e inaceptable
de Irak.
La máxima instancia ejecutiva de la ONU ha dado
su aval, pues, a una larga serie de inmoralidades, crímenes de guerra
y delitos comunes, perpetrados por los miembros de la coalición
que se apoderaron del país árabe y que ahora disfrutan de
la categoría oficial de potencias ocupantes.
Las escandalosas mentiras fabricadas por el gobierno de
George W. Bush acerca de los vínculos entre el régimen de
Saddam Hussein y la organización Al Qaeda y sobre la supuesta posesión
de armas de destrucción masiva por el depuesto gobierno iraquí;
las abundantes falsificaciones de prensa -como el fantasioso rescate de
una soldado estadunidense de un hospital iraquí-, en las cuales
colaboraron gustosamente los propios medios del país vecino, encabezados
por CNN; el asesinato indiscriminado por las tropas estadunidenses e inglesas
de mujeres, niños, ancianos y periodistas, así como los bombardeos
a zonas habitacionales, escuelas, hospitales y hoteles; la destrucción
sistemática de la infraestructura civil de la nación árabe
-devastación orientada a justificar el otorgamiento de contratos
de reconstrucción a empresas vinculadas al círculo de George
W. Bush-; la complicidad activa o pasiva de la soldadesca estadunidense
ante el saqueo de oficinas, museos, bibliotecas, universidades y centros
de salud en el país derrotado; el otorgamiento mafioso de contratos
multimillonarios a corporativos estadunidenses estrechamente relacionados
con la Casa Blanca, y las matanzas de manifestantes perpetradas ya en pleno
régimen de ocupación son, entre muchas otras, las acciones
indebidas, ilegales o abiertamente criminales cometidas por Washington
y Londres en Irak. Todo esto ha sido implícitamente aceptado por
todos los integrantes del Consejo de Seguridad que aprobaron la resolución
promovida por Estados Unidos, Inglaterra y España.
Se ha sentado, de esta manera, un alarmante precedente
de impunidad y se ha confirmado que cualquier nación que no acepte
los lineamientos, dictados y órdenes de Washington queda expuesta
al arrasamiento, el pillaje y el sometimiento. El derecho internacional
se vuelve, así, un mero listado de buenos propósitos, incapaz
de frenar la arrogancia imperial de Washington y el nuevo ciclo de expansión
colonial inaugurado en mala hora en la guerra contra Irak.
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