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México D.F. Martes 20 de mayo de 2003
Presentó su coreografía Ballet
for life, con el tema ''la juventud y la esperanza''
El estreno de Béjart en Berlín sedujo
a público y crítica
El artista francés rinde homenaje a Mozart, Freddie
Mercury, Jorge Donn y Gianni Versace
La gira europea de la compañía de Lausanne
comprende la presentación de su célebre Bolero
PABLO ESPINOSA ENVIADO
Berlin, 19 de mayo. El Ballet Béjart de
Lausanne estrenó en Berlín su magna obra Ballet for life,
un homenaje a Mozart, Freddie Mercury, Jorge Donn y Gianni Versace, una
extensa coreografía de dos horas de duración que presentó
por primera vez el 17 de enero de 1997 en su sede, el Théâtre
National de Chaillot de París, y que un años después
llevó a México. Ahora la da a conocer en la capital alemana,
causando furor unánime entre público y crítica especializada,
en el contexto de una larga gira europea.
El tema de Ballet for life, manifestó aquí
Maurice Béjart, es ''la juventud y la esperanza, la vida", que permea
la totalidad de su producción. Entreteje la música del grupo
británico Queen con las composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart,
vestuario diseñado por Versace y la totalidad de sus ideas que lo
han convertido en un gran clásico de la danza contemporánea.
Eros-Tánatos, espejeo constante
El
leit motiv de Ballet for life, completó Bejart, es
el espejeo constante entre Eros y Tánatos. Todos los personajes
involucrados, dijo, tienen en común una vida intensa que terminó
en la juventud de cada uno de ellos. El himno final, The show must go
on, de Freddie Mercury, es la respuesta de Maurice Béjart a
todo intento de tragedia.
Una danza luminosa, un sistema estatuario de fascinación
ensimismada, el inconfundible estilo Béjart permea los 120 minutos
que transcurren en fluidos corporales en constante ebullición. La
danza inventada por Maurice Béjart trae a escena una serie de referentes
contundentes, por igual el concepto griego de la belleza que la poesía
de todos aquellos que celebran en su texto la belleza de la vida.
La obertura es un coro de cuerpos bellos, el ideal de
Béjart, en un sistema abierto, linfático, que abre el abanico
hacia el polo que completa un gineceo: el estilo Béjart aposentado
en la perfección del cuerpo humano con un pendular que celebra la
belleza masculina con una minoría de cuerpos femeninos y el todo,
el cuerpo de ballet entero, ofrece un balance final sorprendente: Béjart
construye cuerpos masculinos y los completa con los cuerpos femeninos,
en un camino inverso al que tradicionalmente recorren todos aquellos que
rinden homenaje al ser humano entero.
Esa obertura emprende el primer canto, como iluminando
la poesía de Ezra Pound y lo que suena es la voz de Freddie Mercury
cantando It's a beatiful day. Seguirán composiciones de Roger
Taylor, Brian May, John Deacon y la música lunar de Wolfgang Amadeus
Mozart, salpimentado el todo con una dosis de humor inteligente con una
estación definitiva: la voz en off de Groucho Marx y algunas
imágenes de Sopa de pato y de Una noche en la ópera.
Ese vasto mural de cuerpos entonando partituras tiene
pasadizos hacia el encanto merced a fragmentos idóneos de la música
de Mozart, en primer lugar el aria de mayor belleza del primer acto de
la ópera Cosi Fan Tutti, y el entreveramiento entre las obras
de Queen y las de Mozart seguirá con pasajes alternados de Heaven
for everyone, el adagio del Concierto 21 para piano, Radio
Ga Ga, una secuencia apabullante de la Música Masónica
de Mozart y todo en un nuance operático en el que las voces
solistas son los cuerpos, la belleza emblemática de los cuerpos
de los bailarines de Béjart, una fuerza multinacional de belleza
singular, una brigada multirracial de músculos tensados en líneas
siempre bellas, en sinuosidades femeninas y masculinas que se desplazan
con la magia de la danza de Béjart.
Sensación de lasitud
La gira europea del Ballet Béjart de Lausane comprende
dos programas complementarios, el primero con Ballet for life y
el segundo con una Gala que reúne la pieza con la que Béjart
pasó a la historia junto con su bailarín estrella, Jorge
Donn, ese Nijinsky de Béjart, fallecido en 1992: Bolero,
además de la obra más reciente, creada hace apenas dos años
en su sede en Lausane, Suiza, titulada Brel et Barbara, con música
de Jacques Brel y Barbara, además de la gloriosa Siete danzas
griegas, con música de Mikis Theodorakis.
En escena, una treintena de bailarines ejecutan la magia
coreográfica que torna inconfundible la danza de Béjart,
una técnica difícil en extremo que requiere fuerza al mismo
tiempo que delicadeza, precisión, firmeza y suavidad simultáneas,
como en la música de Mozart misma, para crear un ambiente de calidez
abrumadora, una sensación de lasitud y un alud de placer que asemejan
una flor, recia y delicada al mismo tiempo, una forma de la Belleza en
su expresión más depurada: la sencillez.
En boca de uno de sus bailarines, Maurice Béjart
hace declamar a la treintena de cuerpos en coro: ''Le presbytere n'a
rien perdu de son charme/ ni le jardin de son éclat", eso dicho
tan sólo con el cuerpo, tan sólo con los músculos
del alma, tan sólo con un soplo de Belleza que convierte el todo
en infinito.
Ese es el ballet por la vida de Bejart, una belleza infinita.
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