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México D.F. Martes 20 de mayo de 2003

José Blanco

El terrorismo, triunfo de Bush

ƑVivimos hoy en un mundo más seguro? Esta pregunta, respondida negativamente cada día por el mundo, no conmueve al gobierno estadunidense, que tiene planeado continuar avivando el peligro que va abarcando zonas crecientes del planeta.

La guerra en Afganistán sólo sirvió para matar afganos, sumirlos más en el infortunio de los más desamparados y reanimar nuevamente las exportaciones de cocaína. Los miles de cráteres de las bombas de Bush no sirvieron para desintegrar a Al Qaeda, sino para iniciar el eficiente proceso de clonarla en el Próximo y en el Medio Oriente, y más allá y más acá. ƑPara que sirvió la guerra de Irak?

Una y otra vez cientos o miles de voces que pueden hacerse oír, y que empiezan a parecer pura candidez, señalan el cínico discurso del gobierno de Bush, respecto de las armas de destrucción masiva que no guardaba Hussein, respecto a la "liberación" de los iraquíes, sumidos hoy en una tragedia mayor que la que vivían con Hussein; respecto a la próxima "democracia" que el gobierno estadunidense instaurará en Irak. La matanza y la invasión de Irak ha sido un nuevo y vigoroso impulso a la clonación de Al Qaeda. Los pares de esa organización terrorista han aparecido en Riad y en Casablanca, y los servicios de espionaje de Estados Unidos y de Inglaterra advierten y esperan, eufóricos y entusiasmados, nuevos atentados en una diversidad de países.

Riad y Casablanca, y los que vienen, son claros nuevos triunfos para el gobierno de Bush. Por lo pronto, el triunfo menor consiste en la próxima relección de la inefable pandilla que se apoderó del gobierno estadunidense y que logró borrar, absorber y desvanecer absolutamente, al Partido Demócrata, que no tiene opinión ninguna sobre los crímenes del gobierno y los planes espantosos que tiene para el planeta.

Los crímenes, las provocaciones y el discurso de matón, que provienen de Washington, nutren al terrorismo, y éste viene a Bush como sus sandalias más queridas. Hoy el discurso más inocente es el que señala como una estúpida miopía del gobierno de Estados Unidos no ver que entre más intervenciones militares haya del gobierno de ese país, mayor será el terrorismo y más grande la inseguridad para todos. Bush puede ser una cabeza obtusa, pero la banda que dirige el gobierno estadunidense sabe exactamente lo que quiere y cómo obtenerlo.

Alimentar el terrorismo es precisamente la vía para militarizar el planeta e invadir al país que crean necesario para sus indescriptibles intereses. Ahí están Arabia Saudita e Irán, que les darían el control del petróleo del mundo. Los primeros discursos sobre esa posibilidad están hechos y dichos a los cuatro vientos.

Por lo menos a corto y mediano plazos, el crecimiento del terrorismo impulsado por Estados Unidos reaparecerá en este país como aquiescencia segura de la sociedad a las matanzas que su gobierno realice. Los planes imperialistas avanzan así, con plena legitimidad social y política.

Una intelectual tan lúcida como Susan Sontag, acérrima crítica del actual gobierno, en el que advierte personajes fascistas, y que además ve en su presidente casi a un jumento, dijo a Silvia Lemus que no era pacifista, y que, después de ver desde Berlín el 11/9 (en el show televisivo de CNN), está a favor de que el gobierno estadunidense persiga hasta el fin del mundo al terrorismo y mate a sus dirigentes.

Así las cosas es seguro que por mucho tiempo los ciudadanos estadunidenses estarán disciplinadamente dispuestos a perder sus libertades a cambio de la promesa de seguridad ofrecida por Bush frente al terrorismo que el propio gobierno estadunidense crea. Un engaño monstruoso, a la vista del mundo, pero que la sociedad estadunidense no puede ver, porque continúa profundamente perturbada por la imagen del twin towers desplomándose en Manhattan.

"Retroceder ante el peligro da por resultado cierto aumentarlo", escribió alguna vez Gustave Le Bon. Las sociedades del mundo tienen que resistir y no achicarse frente al monstruo que ha parido la sociedad estadunidense. En noveletas, films y cómics cercanos al underground de horroroso gusto, mil veces sus autores han proyectado el endriago que tienen dentro; el de una mente ruin, ambiciosa, brillante y perversa, cuyo propósito es dominar al mundo con artefactos tecnológicos inexpugnables. Estos monstruos acabaron siempre siendo vencidos. Es claro que nadie puede vencer a Estados Unidos hoy, por su tecnología militar. Pero lo puede hacer la propia sociedad estadunidense, cuando salga del letargo de zombi con el que hoy camina.

La crisis económica de Europa y de Estados Unidos, que parece avanzar debajo del ruido infernal de las bombas, puede poner en marcha las decisiones sociales y políticas para poner fin a la pesadilla de la que no saldremos, por algún tiempo. Lo único que no podemos perder es el optimismo de que ello tiene que ocurrir.

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