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MEXICO SA
Carlos Fernández-Vega
El discurso presidencial sobre el campo, en el ''más
allá''
En juego, 25 millones de campesinos
HOY EN PALACIO NACIONAL se firmará el Acuerdo
Nacional para el Campo, que promoverá, dicen, el desarrollo de la
sociedad rural. Y como toda resolución similar requiere un lema
-aunque ello no sea sinónimo de resultados- la que hoy aplaudirán
los mil 200 invitados al evento llevará el innovador mote de "en
el campo hay mucho por hacer... lo estamos haciendo juntos".
EN
EL ACTO DE REFERENCIA habrá discursos, muchos discursos, y uno
de ellos, irremediablemente, será el del presidente Vicente Fox.
Pocas horas faltan para conocer la reflexión que sobre el agro nacional
hará el inquilino de Los Pinos y las modificaciones de fondo y forma
-si es el caso- que habrían provocado en su análisis y sensibilidad
las inagotables discusiones que se dieron en el marco del "diálogo
nacional hacia una política de Estado para el campo".
ALGUNOS SECTORES involucrados en la temática
y el acontecer del mencionado acuerdo están ansiosos por conocer
el contenido y la orientación del discurso presidencial, toda vez
que -fieles seguidores de la Primera Palabra de la Nación- no terminan
de entender, bien a bien, qué es lo que quiere transmitir el inquilino
de Los Pinos y cuál versión -de las muchas ofrecidas- es
la buena. Eso sí, se limitan al renglón agrario para evitar
mayores complicaciones.
DICHOS SECTORES, por ejemplo, salieron a la calle
aquel histórico 4 de febrero de 2003 para manifestar su júbilo,
luego de ser enterados por el mismísimo Presidente de la República
que el campo -al que pertenecen y del que sobreviven- no estaba en crisis,
como ellos -cándidos al fin- lo imaginaban. No sólo eso,
sino que el inquilino de Los Pinos -generoso, como siempre- corrió
el velo: "El país marcha y marcha bien, no hay crisis como se ha
querido plantear. No hay crisis en el campo, ha crecido más estos
dos años, bastante más de lo que ha crecido la economía
nacional en su conjunto". (Dicho sea de paso, en los últimos dos
años cualquier cosa ha crecido más que la economía
nacional).
NO TERMINABAN DE manifestar su júbilo y
agradecer a Vicente Fox el detalle histórico de abrirles los ojos
para gozar una realidad por ellos no conocida, cuando al día siguiente,
5 de febrero, el propio mandatario drásticamente los regresó
a su crítica condición original al subrayar que "tengo claro
que el primero y gran hondo de los problemas humanos en México es
el campo (...) no será negando los problemas ni rasgándonos
las vestiduras como vamos a cumplir nuestra responsabilidad (...) Miles
de familias del campo y en las comunidades indígenas viven en condiciones
de marginación y pobreza (...) Entre las comunidades rurales, 30
por ciento de las familias están por debajo de la línea de
pobreza (...) Esa realidad histórica nos responsabiliza a todas
y a todos (...) Es imprescindible hacer del trabajo en el campo y del trabajo
rural un medio para alcanzar una vida digna y el bienestar al que todos
tenemos derecho (...) He vivido la mayor parte de mi vida en el campo,
lo conozco bien y conozco bien a sus protagonistas (...) Hoy, a 86 años
de la promulgación de la Carta Magna, los ideales de justicia social
que ella enarboló siguen sin ser una realidad para millones de campesinos.
No obstante el avance de nuestra economía, miles de familias del
campo viven en pobreza" (se respeta la sofisticada sintaxis del cambio).
CON LO ANTERIOR, A LOS sectores se les complicó
la evaluación. En la agenda de sus pendientes se encontraba el análisis
de contrapuestos discursos presidenciales como el relativo al "blindaje"
agropecuario (que de acuerdo con la casa presidencial involucra miles de
millones de pesos, la mayoría de ellos correspondientes a la frondosa
nómina de la burocracia campirana) y la conveniencia o no de solicitar
el retraso de la entrada en vigor del TLCAN para algunos productos agrícolas,
cuando, sin alcanzar a dilucidar los anteriores, el inquilino de Los Pinos
atacó de nuevo, tras ejercer el mando y marcar el rumbo por medio
de la video tecnología.
EN ESO ESTABAN LOS sectores, pues, cuando reapareció
Vicente Fox y anunció que en junio próximo los gobiernos
firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte -México,
Canadá y Estados Unidos- "revisarán" su contenido -"la nueva
visión"- "para los próximos diez años" y se atenderán
los reclamos de los productores agrícolas mexicanos: mayor atención
para este sector y el replanteamiento del capítulo agrícola
del TLCAN, especialmente en lo relativo a maíz blanco y frijol.
"Se está trabajando para que dentro de lo estipulado en el tratado
esos dos productos tengan una mejor posición..."
CAUTOS, LOS SECTORES ya no celebraron nada, en
espera del desmentido oficial correspondiente. Y en efecto, llegó:
los gobiernos de Canadá y Estados Unidos subrayaron que no había
acuerdo para tal revisión, ni mucho menos fecha concreta, mientras
el presidente Fox se desdijo y aseguró que el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte "está vigente y ahora es importante
relanzarlo, sin que ello obligue a su revisión". El vocero presidencial,
Rodolfo Elizondo, hizo lo propio: el comentario del inquilino de Los Pinos
sobre la "nueva visión" del TLCAN, "no es confuso ni significa revisar
el capítulo agropecuario, sino ir más allá..."
EL HECHO ES QUE "más allá" o más
acá, el discurso presidencial sobre el campo y su circunstancia
-habrá que limitarse a este sector, para no alterarnos- ha sido
por demás errático y lo único que ha provocado, amén
de confusión, es irritación.
DE ALLI LA IMPORTANCIA de que no sólo el
discurso presidencial se fundamente en la dramática realidad que
vive el campo mexicano y corrija la tendencia errática que ha venido
manejando -pues repercute a la hora de tomar decisiones-, sino que el Acuerdo
Nacional para el Campo tenga sustento, sea efectivo, ofrezca una oportunidad
real a los 25 millones de paisanos que sobreviven en el agro y evite la
tentación de convertirse en un membrete adicional, pero -eso sí-
con jugoso presupuesto.
Las rebanadas del pastel:
DE LO DICHO A LO hecho: Colin Powell asegura que
"no estamos conspirando en el sótano del Departamento de Estado,
ni del Pentágono, ni de la Casa Blanca, ni en ninguna parte" en
contra de "países amigos", en especial México... Veinticuatro
horas después, el procurador estadunidense, John Ashcroft, ordena
la "cacería de migrantes''.
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