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Jorge Santibáñez Romellón
Congruencia, reto de lapolítica exterior mexicana
Recientemente México votó en favor de una
resolución en la Organización de Naciones Unidas en el sentido
de enviar una misión que constate el respeto a los derechos humanos
en Cuba. Al respecto debemos señalar varias de las aristas de esta
decisión.
Con esta actitud México refrenda al menos dos de
sus principios fundamentales: el respeto a los derechos humanos y el papel
de las instancias multilaterales en el abordaje de problemas que se derivan
de actitudes sistemáticas de un gobierno y que son perjudiciales
para otros. Fue en esencia la posición que asumió en el conflicto
de Irak.
La reacción del gobierno cubano, externada por
su canciller, contiene al menos dos elementos: se califica (o descalifica)
a México, presentándolo como un "lacayo de Estados Unidos",
con lo cual se busca despertar voces en México favorables a la posición
cubana, presentando el asunto como una agresión estadunidense, situación
ante la cual varios círculos importantes en México se han
manifestado tradicionalmente en contra, y por otro lado se hace un llamado
a una congruencia elemental que denuncie las violaciones de los derechos
humanos de la política migratoria estadunidense en contra de los
migrantes mexicanos.
Tratar de desviar el asunto presentándolo como
una agresión estadunidense para generar apoyos en México,
es una estrategia que esta vez no tendrá éxito. En esta ocasión
no habrá delegaciones de desagravio del Congreso mexicano, como
las hubo con algunas declaraciones del ex canciller Jorge Castañeda.
La razón es muy sencilla. Ahora, haber mantenido una posición
firme en el conflicto con Irak seguramente tendrá consecuencias
negativas en muchos rubros, pero es innegable que fortaleció internamente
al presidente Fox y le da al gobierno mexicano toda la autoridad moral
para hacer intervenir a la ONU, como organismo multilateral, en el asunto
de Cuba, y los diputados mexicanos que en la ocasión referida fueron
a la isla para, según ellos, "desagraviar" al pueblo cubano y disculpar
al gobierno mexicano, de paso aprovecharon la oportunidad para golpear
políticamente a Vicente Fox. Esa oportunidad ahora no se repite,
las posibilidades de dañar políticamente a Fox por su posición
ante el asunto cubano son mínimas y, por el contrario, los riesgos
son altos.
El otro argumento, es decir, acusar de incongruente la
política exterior mexicana por no actuar de manera similar en la
cuestión migratoria, es todavía más débil para
la posición cubana, ya que en vez de defender que ellos no violan
los derechos humanos, reducen la discusión a "otros también
lo hacen", como si eso los justificara. En esta lógica, tampoco
tendrá mucho éxito. Sin embargo, analizándolo desde
la perspectiva mexicana, más allá de la estrategia coyuntural,
los cubanos tienen razón. La política migratoria estadunidense
es violatoria de los derechos humanos de los migrantes mexicanos y sería
igualmente denunciable ante un organismo multilateral como la ONU.
Los mecanismos de control de la frontera entre México
y Estados Unidos propician, en promedio, la muerte de 400 mexicanos por
año y un número elevado de accidentes. Estos mecanismos de
control de la frontera son instrumentados por el gobierno de Estados Unidos
y en consecuencia se trata de la expresión sistemática de
acciones de un gobierno que ponen en riesgo los derechos humanos, en particular
el más importante de todos: el derecho a la vida y a la integridad
física de ciudadanos de otro país. La responsabilidad de
los programas de control en estas muertes y accidentes ha sido reconocida
por agencias gubernamentales estadunidenses.
Estados Unidos puede argumentar que su política
migratoria defiende su soberanía, sin embargo, se puede demostrar
que ninguno de esos migrantes resulta un peligro para esa soberanía
o para su seguridad nacional, ninguno cruza de manera indocumentada para
delinquir, por el contrario, en la vía de los hechos acaban beneficiando
la economía de ese país.
También puede argumentar que esa política
no esta dirigida a México; sin embargo, del millón de extranjeros
deportables que entraron a Estados Unidos sin inspección, 99 por
ciento de ellos son mexicanos y 97 por ciento de las detenciones de la
Patrulla Fronteriza se realizan en la frontera con México. Todas
las operaciones fronterizas de control de la migración indocumentada
(Hold the Line, Gatekeeper y Río Grande) son desarrolladas
en la frontera con México. Quizá la teoría de la política
migratoria de nuestros vecinos sea para todo el mundo, pero la práctica
-no nos engañemos- es para México.
Si la política del gobierno de un país,
expresada mediante los diferentes programas que la conforman, viola los
derechos humanos de los ciudadanos de otro país, y si ello constituye
una práctica sistemática, México debe denunciarla,
también de manera sistemática, aunque se trate de nuestro
vecino y principal socio. De otra forma, el exaltado canciller cubano tiene
algo de razón.
Presidente de El Colegio de la Frontera Norte
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