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Buscarían justificar la entrada del Ejército
a la zona
Temen observadores actos de provocación en Montes
Azules
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Ocosingo, Chis., 27 de abril. Cada día más
autoridades meten las manos en el problema de Montes Azules. Van desde
el presidente municipal de Ocosingo hasta las secretarías de Medio
Ambiente, Defensa Nacional y Marina, pasando por los distintos niveles
del gobierno estatal y todas las instancias federales que participan en
la mesa ambiental que oficialmente atiende las situación. Todos,
se dirá, tienen jurisdicción.
En busca de "aplicar la legalidad" en la codiciada región
selvática, las autoridades asesoran a la denominada comunidad
lacandona y literalmente la mandan por delante para abrir paso a los
desalojos. Según temen diversos observadores civiles, pareciera
buscarse deliberadamente alguna provocación que justificara una
acción de Seguridad Pública y el Ejército federal.
Según pobladores del norte de la selva, entre Chancalá
y la región de Lacanjá Chansayab, la repentina hostilidad
y beligerancia de comunidad lacandona "es porque algo le quieren
sacar al gobierno. Así le han hecho otras veces", decía ayer
un joven chol en referencia a sus "hermanos" de Frontera Corozal, quienes
ahora reclaman con mayor furor que los propios lacandones "sus" derechos
de propiedad sobre el inmenso latifundio que "poseen" por sostenida gracia
presidencial.
También los promotores extragubernamentales de
comunidad lacandona, como la agencia estadunidense Conservation
International (CI, que cuenta con una importante delegación en Chiapas),
presionan para los desalojos. El coordinador de CI, Ignacio March Mifsut,
dijo ayer que "la invasión y ocupación ilegal de más
de 2 mil 600 hectáreas, distribuidas en 27 asentamientos irregulares,
provocan inestabilidad social en la región, con posibilidades de
transformarse en violencia y enfrentamientos sangrientos" (Cuarto Poder,
27 de abril).
March
también reveló que "el desequilibrio social provoca en fundaciones
filantrópicas y organismos internacionales un desinterés
para otorgar financiamientos y apoyos a la región". El titular de
la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa)
reconocía hace año y medio lo perentorio de las presiones
de inversionistas extranjeros para que "se ponga orden". Quizás
entonces se pueda hablar de negocios (sean turísticos, de prospección
y explotación, o de carácter militar).
Por su parte, el delegado de Profepa en el estado, Hernán
Alonso León, reconoció hace unos días haber solicitado
a las autoridades judiciales que "decretaran" órdenes de aprehensión
contra los nuevos pobladores de Montes Azules, en la región de Ixcán.
En entrevista con la reportera independiente Helena Roux, difundida ayer
por la página electrónica Indymedia.Chiapas con el título
Enfrentamientos intercomunitarios, ¿pretexto para la intervención
de la fuerza pública en Montes Azules?, el funcionario federal
refirió cómo los inspectores de Profepa, "con apoyo de la
Marina, realizaron una visita a los poblados en la región de Ixcán-Lacantún
para hacer un dictamen de tipo pericial y con base en él presentar
denuncia ante el Ministerio Público del fuero común contra
tres asentamientos: Arroyo San Pablo, 8 de Febrero y Nuevo San Rafael.
San Isidro aún no estaba, pues es reciente".
Alonso León argumenta: "Estamos estableciendo que
bajo el Código Penal Federal se actualiza el delito de cambio de
uso de suelo y desmonte en terrenos 'preferentemente forestales' sin autorización
de las autoridades competentes, en este caso la Secretaría del Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)". Fue así que se solicitó
"el apoyo de las instancias judiciales para que decretaran órdenes
de aprehensión".
Echándole la bolita al gobierno de Pablo Salazar
Mendiguchía, el delegado de Profepa agrega que, "obviamente, los
desalojos no están previstos como una acción jurídica
por cuanto hace al fuero federal, pues este es un asunto del orden común
estatal. Con independencia del delito contra el ambiente, hay un delito
de despojo, que bajo nuestras leyes es del fuero común que puede
resultar en el desalojo".
El delegado de Profepa no omite apuntar que las acciones
judiciales locales "nunca han sido tramitadas por el gobierno estatal,
porque éste nunca ha querido, en aras de la negociación con
los grupos para que éstos voluntariamente se salgan". Y abunda:
"Esa es su estrategia (del gobierno chiapaneco), pero mientras tanto hay
más desmontes y no se logra nada, porque además no hay suficientes
recursos para comprar tierras, y eso se ha constituido en un obstáculo
para llegar a acuerdos con estos grupos".
La entrevista incluye la prolija versión de Alonso
León sobre los hechos ocurridos en Nuevo San Rafael y Nuevo San
Isidro el pasado 12 de abril, cuando choles y lacandones de comunidad
lacandona llegaron amenazadoramente a dichos poblados en compañía
de funcionarios de Profepa, Semarnat y Areas Nacionales Protegidas. El
entrevistado niega que Profepa haya convocado a los lacandones y choles.
Más bien, dice, "llegamos todos, citados por los pobladores de Nuevo
San Isidro". Su "llegamos" es institucional; quien directamente estuvo
presente fue su subordinado Héctor Trujillo.
El delegado Alonso reconoce que la situación se
salió de control ese día, por responsabilidad del comisariado
de bienes comunales de comunidad lacandona, David González
Sansores; de Hugo Chan Bor, presidente del Consejo de Vigilancia, y especialmente
por la agresiva actuación del señor Pedro Díaz Solís,
representante de la "subcomunidad" Frontera Corozal. Fuera de esta "crítica",
y sin guardar las apariencias, el delegado de la Profepa se expresa casi
como vocero oficioso de comunidad lacandona, a la cual da la razón
en todos sus reclamos de propiedad. Y anuncia que se pretende reforzar
la vigilancia militar y policiaca en la región de Ixcán,
precisamente para "evitar" la posible violencia entre indígenas.
Al menos como pretexto de militarización, la estrategia está
funcionando.
"Por último", dijo Alonso a la reportera Roux,
"le quería comentar que la red de defensores de derechos humanos
Frayba (sic) está pidiendo medidas cautelares. Entonces, tanto el
gobierno del estado como las organizaciones no gubernamentales coinciden
en que hay que establecer medidas para evitar enfrentamientos". Estas medidas
serían dos, explica: "Solicitarle a comunidad lacandona que
no actúe y deje que las instancias de la mesa establezcan la comunicación
con los grupos, y si la comunidad lacandona no hace caso, bueno
pues entonces va a tener que intervenir también por la fuerza la
autoridad estatal. Tendrá que acordonar la zona con elementos de
la Secretaría de Seguridad Pública para resguardar la integridad
de todos", advirtió el delegado de Profepa con evidente regocijo.
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