Frustrada, la exigencia de impartir educación
religiosa en las escuelas públicas
Cordial pero insatisfactoria, la relación
del Episcopado con el gobierno foxista
Se inició la cuenta regresiva para elegir al
nuevo presidente del organismo cupular católico
JOSE ANTONIO ROMAN
La tarea de definir las relaciones con un gobierno que
por vez primera no es de filiación priísta ha sido de claroscuros
para el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Luis
Morales Reyes, quien vio frustradas las expectativas de cambio generadas
por el gobierno del presidente Vicente Fox. Las relaciones pasaron de ser
"frías y distantes", con el gobierno priísta, a "más
cordiales y de mejor entendimiento", con el panista. Pero ninguna de las
promesas del decálogo foxista planteado a las iglesias desde la
campaña electoral se han cumplido.
A unos meses de dejar la presidencia del Episcopado, Morales
Reyes se ha visto enfrentado varias veces, algunas de ellas por las circunstancias,
con el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera.
La primera, en noviembre de 1997, cuando en una elección sumamente
apretada, por unos cuantos votos de diferencia, siendo obispo de la modesta
diócesis de Torreón, le ganó la presidencia para el
trienio 1997-2000; ya como arzobispo de San Luis Potosí no tuvo
problema para ser relecto para un segundo periodo, próximo a concluir.
Con una actitud y posiciones conciliadoras, Morales ha
logrado, no sin problemas, mantener cierta unidad entre las diferentes
corrientes del Episcopado Mexicano. Prueba de ello fue el documento Del
encuentro de Jesucristo a la solidaridad con todos, en el que la jerarquía
católica hizo un profundo análisis de la realidad nacional
e incluso pidió la revisión serena, sin prejuicios ni maniqueísmo,
de la historia de México.
En sus seis años al frente del Episcopado, el papa
Juan Pablo II visitó México dos veces, en 1999 y 2002. Ambas
generaron conflictos por el exacerbado protagonismo del cardenal Norberto
Rivera. Junto con estos hechos también se dieron los escándalos
por las acusaciones contra sacerdotes pederastas y las declaraciones que
hicieron varios miembros de la jerarquía católica, las cuales
apuntaban hacia el encubrimiento de los ministros de culto que hubiesen
incurrido en este grave delito.
Esto
último ocurrió durante la 73 asamblea del Episcopado, en
abril de 2002, cuando los obispos se disponían a ejercer presión
sobre el gobierno foxista, pues el tema elegido para dicha reunión
era el de la libertad religiosa, a diez años de las reformas constitucionales
en la materia. Este tema incluye la pretensión de la jerarquía
católica de impartir educación religiosa en las escuelas
públicas. Las exigencias prácticamente desaparecieron de
los medios de comunicación, para dar paso a las escandalosas declaraciones
de los obispos sobre la defensa de sacerdotes pederastas.
Hoy, con la toma de posesión de Francisco Robles
Ortega como nuevo arzobispo de Monterrey, se inicia la 75 asamblea plenaria,
en la que los obispos analizarán formalmente, durante toda la semana,
el tema de la familia. Sin embargo, en los hechos, con esta asamblea se
inicia la cuenta regresiva para que en la próxima, a realizarse
entre octubre y noviembre, se elija a la nueva presidencia del Episcopado.
Aunque Luis Morales llegó en noviembre de 1997
a la presidencia del Episcopado después de una apretada competencia
con el cardenal Rivera, su relección para el periodo 2000-2003 tan
sólo se llevó 15 minutos: se convirtió así
en el interlocutor de la jerarquía eclesiástica en la primera
etapa del gobierno panista.
En diferentes oportunidades, durante esa asamblea plenaria
-la 70- los obispos manifestaron las razones por las que fue relecto Morales
Reyes: el mantenimiento de la unidad en la Iglesia católica mexicana,
la inclusión de todos los grupos y la elaboración y aprobación
de la carta pastoral Del encuentro de Jesucristo a la solidaridad con
todos, que incluyó a los obispos en el proceso de transición
política vivida por el país en 2000.
Grandes diferencias de opinión pusieron en riesgo
la aprobación de dicho documento. Debió convocarse, para
finales de febrero de 2000, en pleno fervor electoral, una asamblea de
carácter extraordinaria para discutir el texto. Las divergencias
entre los obispos fueron reconocidas abiertamente por el ex presidente
del Episcopado y coordinador de la asamblea, Sergio Obeso Rivera, quien
durante la reunión de los obispos aceptó incluso la posibilidad
de que el documento no se aprobara.
Finalmente, tras acordar la desaparición de múltiples
párrafos contenidos en el proyecto original, sobre todo en la parte
de análisis político, el documento fue aprobado por una amplia
mayoría. Pero ni los cardenales Norberto Rivera y Juan Sandoval,
ni el obispo Onésimo Cepeda estuvieron presentes en la votación.
Por otra parte, en el proceso electoral que marcó
el fin de los gobiernos surgidos de la Revolución, la Iglesia católica
jugó un papel protagónico, a veces abiertamente partidista.
Meses antes de las elecciones presidenciales del 2 de julio de 2000, en
medio de una intensa actividad pública, la jerarquía hablaba
ya de una "posibilidad real" de la alternancia en el poder. El mismo documento
episcopal lo planteaba sin pudor. El triunfo de Vicente Fox confirmó
su pronóstico.
Su incursión en la vida pública, con una
notoria intensidad, tuvo distintos rostros, desde la realización
de una misa y marcha multitudinaria en el Zócalo y calles del centro
histórico con motivo del Congreso Eucarístico Nacional, hasta
la canonización de 27 mártires cristeros y la misma aprobación
del documento.
La jerarquía católica nunca aceptó
ninguna intención política en sus actos. Lo cierto es que
se repitió la dosis de los últimos sexenios: las nuevas y
viejas demandas de la Iglesia fueron insertadas en el momento de mayor
debilidad del viejo sistema político.
Fueron varias las reuniones que la cúpula del Episcopado
sostuvo con el presidente Fox. Tan sólo en los primeros 11 meses
fueron cuatro, sin contar la del 24 de julio de 2000, con Fox como presidente
electo. El motivo, "saludarlo, felicitarlo e intercambiar puntos de vista
con él", respondió en ese entonces Luis Morales.
Estas visitas se repetirían a la residencia oficial
de Los Pinos. Pero también los obispos recibieron en múltiples
ocasiones la visita de muchos de los secretarios de Estado para explicarles,
sobre todo, las propuestas de las reformas legales que pretendía
realizar el gobierno foxista.
Todo esto estará en el balance cuando los obispos
deban elegir a su nueva directiva para el periodo 2003-2006, lo cual ocurrirá
en octubre-noviembre de este año, pero con la asamblea que comienza
este lunes, en Monterrey, se inicia ya la cuenta regresiva.
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