ATENTADO CONTRA LA SOBERANIA NACIONAL
La
compra de una parte significativa de la información del padrón
electoral del país y de otras bases de datos, como licencias de
conducir y registros de vehículos del Distrito Federal, por la empresa
estadunidense ChoicePoint -entidad que la habría a su vez vendido
al gobierno de Washington- constituye un acto a todas luces delictivo que
atenta contra la soberanía nacional y la privacidad de los mexicanos
y supone una grave injerencia -así sea indirecta- en los asuntos
internos de México, que socava y adultera los esfuerzos de cooperación
y entendimiento binacionales.
En primer término, es indispensable que el Instituto
Federal Electoral (IFE) y las autoridades judiciales competentes investiguen
a profundidad esta situación a fin de clarificar qué información
fue efectivamente transferida a ChoicePoint, dilucidar si en la entrega
de los datos en cuestión hubo participación, complicidad
o tolerancia de funcionarios públicos, individuos vinculados a partidos
políticos o empresas, y aplicar las sanciones correspondientes conforme
a derecho a quienes resulten responsables.
Además, convendría que las autoridades del
país presentaran al menos un extrañamiento ante el gobierno
de Estados Unidos, pues resulta inaceptable que los datos confidenciales
de los mexicanos, que son entregados de buena fe por los ciudadanos del
país, lleguen a manos de entidades oficiales extranjeras sin que
éstas tengan siquiera la deferencia de entrar en contacto con sus
contrapartes mexicanas para verificar la legalidad y la pertinencia de
tal operación. La actitud de Washington al contratar esos datos
a la empresa ChoicePoint agravia a México y vulnera los acuerdos
binacionales de cooperación en cuyo marco, y hasta donde la ley
y la soberanía nacional lo permitan, podrían haberse suscrito
convenios de intercambio de información de manera transparente,
justa y equitativa sin incurrir en una práctica que bien podría
ser considerada espionaje encubierto tras un membrete comercial.
Por otra parte, es también deplorable la lentitud
con que las autoridades del país han afrontado este suceso, pues
la propia ChoicePoint ha revelado a este diario que no ha sido contactada
por el gobierno de México, circunstancia preocupante si se tiene
en cuenta la gravedad del caso y sus posibles repercusiones para la soberanía
nacional.
¿Qué se espera para exigir por todas las
vías legales a esa compañía, cuyas actividades son
peligrosas y perturbadoras para México, que revele quién
le entregó la información luego vendida a Washington? Los
alegatos de ChoicePoint de que los datos le fueron dados por una empresa
nacional que certificó que habían sido obtenidos legalmente
resultan improcedentes, pues en ningún caso la información
del padrón electoral del IFE puede ser comercializada y resulta
ingenuo suponer que una corporación dedicada a la compraventa de
archivos tan críticos no conozca la legislación de los países
en los que opera.
Por último, convendría que el gobierno federal
y el IFE dieran la cara ante la ciudadanía por el robo de su información
confidencial, en el entendido de que tal operación podría
socavar la confianza de los mexicanos en las instituciones a las que entregaron
sus datos, circunstancia aún más relevante cuando el IFE
y el padrón de votantes son instrumentos cruciales en el proceso
democrático del próximo julio.
|