CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
La marcha contra el imperio
AL GRITO DE "šQue cada cual agarre su marcha!", buena parte de los ciudadanos de la capital mostrará el sábado próximo, por fin masivamente -se espera-, su repudio no sólo a la guerra, sino también, y principalmente, al gobierno de George W. Bush y todos los que lo apoyan, se llamen firmas financieras, comerciales, organizaciones políticas, ciudadanos comunes o gobiernos sumisos al poder imperial.
MUCHOS DE QUIENES han manifestado su deseo de salir a gritar su desprecio contra la masacre se preguntan -después de ver caer la efigie de Saddam Hussein- si aún vale la pena acompañar la protesta y si no es muy tarde para exigir cese esa injusticia.
LA RESPUESTA ES sí. Sí es válido, sí es urgente y sí es necesario. Es cosa de pensarlo nada más un momento y seguramente nos daremos cuenta de que en el fondo todos sabemos que la invasión a Irak confirmó que el imperio ha perdido el respeto por los derechos humanos y por las instancias internacionales de diálogo y solución de los conflictos mundiales y hoy, por fin, tenemos frente a nosotros la globalización total: la ley es la de ellos, el comercio es el de ellos y suponen que el mundo y nuestras vidas también. Contra eso es contra lo que se debe protestar.
PERO PARA ELLO se debe tener absoluta claridad. La protesta es contra el gobierno de Estados Unidos, contra nadie más, por ello no es válido decir que con el fin de evitar actos violentos quienes protestan deben evitar el paso por la sede diplomática de ese país.
EL PELIGRO PARA todos está representado allí, en la embajada de Estados Unidos en nuestro país, y es allí donde se debe escuchar la voz de quienes no saldrán a recibir a los soldados invasores, cuando nos toque, con banderitas y loas.
POR ESO CUANDO los senadores plan-tean no causar molestias a la representación estadunidense, es muy probable que se piense que la marcha convocada por ellos no sea más que una representación hipócrita del sentimiento que sí quieren expresar muchos mexicanos.
CLARO QUE PARA nadie es grato suponer que en una marcha cualquiera de los manifestantes pueda caer abatido por las piedras que un orate sin fuerza trate de hacer llegar a los ventanales de la embajada y caiga sobre su cabeza.
SEGURAMENTE HABRA DESQUICIADOS que pretendan reventar la manifestación con actitudes de violencia que beneficien, desde luego, a quienes están de acuerdo con George Butcher, a quienes prefieren callar y esperar tranquilos a que los otros ordenen nuestras vidas.
SEGURAMENTE HABRA DE esos reventadores, pero afortunadamente todos sabemos quiénes son y también cuáles sus fines. Contra ellos el aislamiento. Basta con separarse de los rijosos, dejarlos solos y no permitir que tuerzan el rumbo de la voluntad primera.
PERO EN FIN, lo más interesante será que en las calles de la ciudad de México se muestre, una vez más, como ya ha ocurrido, que sí vale la soberanía y que ya no es posible darle pellizcos a favor de los que se sienten dueños del mundo; que sin armas ni poder mortífero la gente del mundo, incluida la de México, no está de acuerdo y repudia la imposición del imperio y que aunque exista quien no lo crea, México sigue siendo México y existe.