Fue un hombre sin fronteras, que supo transgredirlas,
señaló Jaime Labastida
Rinden homenaje póstumo a Georges Baudot, ''mexicanista
francés''
El pasado prehispánico fue el tema recurrente
en sus investigaciones
RENATO RAVELO
Como académico apasionado e investigador minucioso
del pasado prehispánico, Georges Baudot fue recordado la noche del
martes por integrantes de seis instituciones académicas y dos representaciones
nacionales, en el Palacio de Bellas Artes, a unos meses de su fallecimiento.
Miguel León-Portilla, por la Academia Mexicana
de la Lengua -representado por Patrick Johanson- lamentó no poder
asistir a ese recordatorio de la amistad (''que es lluvia de flores");
Mercedes de la Garza, por la Universidad Nacional Autónoma de México;
María Agueda Méndez, por El Colegio de México; Alvaro
Matute, por la Academia Mexicana de Historia; Jaime Labastida, por Siglo
XXI editores; Gerardo Estrada, por la Secretaría de Relaciones Exteriores;
Rémy Pech, por la Universidad de Toulouse, y Jean Franco, por la
embajada de Francia en México.
Pech destacó que Baudot ''supo conjugar los esfuerzos
colectivos para formar a las instituciones y revistas científicas
en Francia, que en este momento son imprescindibles en el estudio del México
prehispánico y colonial. En una universidad de masas como Toulouse,
pudo desarrollar un foco de excelencia académica".
Aportes a la cultura de México
Mercedes de la Garza recordó que ''el gran mexicanista
francés" tuvo una formación infantil española, que
durante 42 años ejerció la docencia y fue autor de 15 libros:
''tan brillante en su escritura como en su enseñanza", y fue merecedor
de la máxima condecoración conferida por México a
un extranjero, el Aguila Azteca. Pero sobre todo, De la Garza recordó
''que una de las virtudes de Georges Baudot era que tenía una excelente
visión de conjunto", porque ''el historiador y el poeta están
más cerca que el erudito para entender la historia".
Estrada, por su parte, resaltó la enorme aportación
que en particular Baudot, y en general los franceses, han hecho a ''nuestra
cultura, que cuando se piensa en universidades nacionales, queda claro
que es producto de muchas voluntades de distintas nacionalidades, como
es el caso de Baudot, cuyo trabajo es significante para la cultura mexicana".
Para Alvaro Matute, el promotor de la revista Caravele,
''practicaba una investigación interdisciplinaria que incluye la
literaria". Recordó que el gran reto de Baudot -''en ese afán
de Weber de buscar lo imposible para lograr lo posible"- fue lograr recuperar
la obra perdida de fray Andrés de Olmos, con lo que dejó
un legado no sólo erudito ''sino bases bases firmes para futuras
interpretaciones".
Agueda Mendez hizo un recordatorio personal, cuando en
1985 conoció a Baudot, en un curso apenas anterior a los sismos
''en la gran Tenochtitlán, como gustaba llamar a la ciudad este
hombre de memoria privilegiada y curiosidad infatigable"; de cómo
fue testigo de la transformación del colega humoroso ''a la máquina
de trabajo" en que se convertía en cuanto llegaba a un archivo,
y de cómo ''en la docencia vivía para los jóvenes".
Rescate de la voz del pueblo náhuatl
Jaime Labastida destacó tres elementos para recordar
a Baudot, a partir de su experiencia en lo que fue Historia de la literatura
mexicana (Siglo XXI) y cuyo primer volumen coordinó el investigador
francés: ''Fue un hombre sin fronteras, que supo transgredirlas",
''como maestro un verdadero amigo" y ''rescató de las primeras letras
mexicanas, no las primeras escritas en español, sino la voz del
pueblo náhuatl".
De su amor por la lengua y en particular por Nezahualcóyotl,
dio cuenta Johanson, poco antes de leer las palabras en las que León-Portilla
celebraba al amigo y académico que conoció el mismo año
que Baudot fue tocado por Angel María Garibay y su vena náhuatl.
''Cuando estaba en coma, en París", contó Johanson, ''lo
último que escuchó fueron poemas de Nezahualcóyotl".