Se presenta hoy con Hespèrion y La Capella
Reial de Catalunya en la sala Nezahualcóyotl
La belleza de la música sólo llega con
la emoción, dice Jordi Savall
La sensibilidad de lo íntimo trasciende el paso
del tiempo, sugiere el intérprete catalán
El arte sonoro ''es un lenguaje inventado para hablar
con Dios y al que hemos renunciado''
ANGEL VARGAS
La belleza y la sensibilidad son valores que el paso del
tiempo nunca trastocará, considera Jordi Savall, quien sostiene
en entrevista que la música es la más humanas de las artes,
por ser la única que, sin la ejecución directa de un hombre
o una mujer, simplemente no puede existir.
El artista y músico catalán se encuentra
en México para ofrecer una serie de presentaciones al frente de
sus grupos Hespèrion y La Capella Reial de Catalunya, entre ellas,
la del lunes pasado en el Palacio de Bellas Artes y otra, hoy, en la Sala
Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.
Aprovecha la visita para promover sus discos más
recientes, entre ellos algunos con obras de Biber, Pachelbel, Marini, Vivaldi,
Monteverdi y Magnanim, realizados por la casa Aliavox y distribuidos en
México por Urtext.
Necesidad de la memoria
-¿Cuáles son las dificultades para sostener
un diálogo con partituras antiguas?
-Una de las más grandes es centrarse en el periodo
sin contaminarlo con elementos de otros tiempos, es decir, ser fieles a
los modos, formas y estilos de la época en cuestión. La música
de cada tiempo tiene su forma particular de ser interpretada.
''Para que la belleza de una obra nos llegue plenamente,
hay un elemento esencial que es constante en la historia de la música:
la emoción. Todo cambia, los estilos, la moda, la manera de hablar,
de actuar, las convenciones, pero sí de algo estoy seguro es que
continuamos amando y sufriendo de la misma forma, quizá, desde que
aparecimos como especie. Las cosas esenciales no han cambiado. La sensibilidad
de lo íntimo, de la dulzura, es lo constante y lo que trasciende
el paso del tiempo.
-¿Hasta qué punto la música es un
espejo de su época?
-Una frase maravillosa de Elías Canetti dice que
la música es la verdadera historia viviente de la humanidad, porque
siempre nos llega al corazón y nos habla mediante los sentimientos.
Por tanto, la música refleja siempre el espíritu de una época
y lo hace de una forma contundente. Es el lenguaje del espíritu,
y lo esencial de una época es, precisamente, el espíritu.
Se trata de un arte que es capaz de tocar el ser a pesar de que éste
no quiera. Y eso no es gratuito, pues se trata del primer lenguaje humano,
es decir, la comunicación inicial entre madre e hijo, el primer
encuentro con el amor y la ternura; después viene la lengua. Por
eso, nos es esencial el arte sonoro.
-¿Una obra cambia su mensaje con el paso del tiempo?
-Lo que vivimos nos influye, pero la sensibilidad y la
belleza son valores inalterables. La cuestión esencial es si el
hombre moderno no puede percibir la belleza y el mensaje de sus antepasados,
definitivamente no tiene futuro, éste sólo existe si somos
capaces de mantener la memoria. La música es el arte que más
necesita de la memoria, por su condición de efímera e intangible.
El arte más humano
-¿Existen vínculos entre música y
humanismo?
-La música es el arte más humano, porque,
sin una persona que toque o cante, no existe. Por tanto, mientras haya
vida humana habrá música. Si hubiese una hecatombe mundial,
subsistirían los libros, las esculturas, los palacios, todo, menos
el sonido.
-¿Qué tipo de elementos considera en sus
investigaciones?
-Uno debe ser capaz de comprender cuál es la función
de la música en cada época. Por ejemplo, al ir hoy a la iglesia
me pongo triste por la forma en que la música se ha banalizado,
sin importar que fue un lenguaje inventado para hablar con Dios. Hoy hemos
renunciado a ese lenguaje. Hemos perdido el sentido de lo sagrado. Olvidarnos
de lo espiritual, de lo ritual, de lo mágico, es una forma de perder
nuestra humanidad y parte de la memoria.
-¿A qué atribuye los prejuicios contra la
música escrita en épocas pasadas?
-Hasta el siglo XIX se pensaba erróneamente que
en la música hay progreso, cuando lo que hay es evolución.
La belleza no admite el concepto de progreso. Esto se aceptó en
todas las artes, menos en la música, porque en el Renacimiento careció
de modelos antiguos. Los compositores, al no tener parámetros, crearon
con la creencia de que su trabajo era mejor que el del pasado.
''El verdadero Renacimiento de la música lo vivimos
hoy al descubrir que una cantiga de Alfonso el Sabio es tan bella y maravillosa
como la última composición de Berio. Lo esencial es aceptar
que una sinfonía de Mahler, por el hecho de requerir 800 ejecutantes,
no es mejor que una pieza de viola o de laúd del medievo. La calidad
de la música depende de la emoción que comunica. La gran
lección que se tiene con la música es que lo esencial es
algo muy interior, alejado de parafernalias. Siempre digo a mis músicos
que lo esencial en la vida se dice en voz baja, casi en susurros."