Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 27 de marzo de 2003
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Mundo
Cinco de cada seis periodistas que cubren la invasión se ciñen a los controles oficiales

Sufre graves fallas la censura patriótica impuesta por Estados Unidos a medios

Washington pasó del cortejo al bombardeo contra Al Jazeera por la línea editorial de la televisora

BLANCHE PETRICH

La "censura patriótica" de la información periodística, comprendida como un arma más en la nueva guerra por las potencias agresoras y las grandes empresas de medios de los aliados, empezó registrar graves fallas en su operación, a ocho días de iniciadas las hostilidades. Las imágenes sobre el verdadero -y atroz- costo humano de la guerra y las preguntas incómodas sobre la incumplida eficacia de la estrategia de la fuerza invasora ha permeado a todos los medios del mundo, a pesar de que solamente uno de cada seis periodistas en la zona de conflicto funciona fuera de los sistemas de "reporteros incrustados" o los pools que coordinan los militares estadunidenses y británicos.

La meta inicial de las políticas informativas del conflicto, que pretendían minimizar al máximo los "riesgos de una prensa sin control oficial", no se concretaron conforme a lo planeado.

bod01-112834-pihEn un análisis sobre estas políticas informativas, un artículo de la televisora árabe Al Jazeera -situado en su página web en inglés durante su primer (y único) día en la Internet, el pasado lunes- puntualiza que el afán de aceitar esta maquinaria de la mentira llegó inclusive a niveles de amenaza. Recuerda, para ilustrar, que una reportera de la BBC de Londres, Kate Addie, declaró a una radio irlandesa, la RTE, la advertencia de un importante oficial del Pentágono que le dijo que cualquier señal de transmisión televisiva no aprobada sería considerada como un blanco militar y destruida sin importar si había o no periodistas. "No importa -amenazó el oficial-, ya están advertidos".

Dicho y hecho. El martes 25, posiblemente en represalia por la divulgación de informaciones sobre soldados estadunidenses muertos y presos por parte de la televisión iraquí, un misil lanzado en las cercanías del Ministerio de Información en Bagdad sacó del aire al canal oficial del país.

Al Jazeera, la cadena independiente más prestigiosa de la región, era descalificada en Washington como "la televisión de Bin Laden". Pero conscientes de la creciente influencia y credibilidad de esta empresa periodística de Qatar, con una audiencia de 45 millones en el mundo árabe -según cifras que reconoce el propio The New York Times- los funcionarios estadunidenses se dispusieron a cortejarla. La semana anterior al estallido de las hostilidades, varios importantes jefes militares del comando central en Doha aceptaron una invitación a comer de su director de noticias, Omar Beck. Antes, el general Tommy Franks le ofreció a la empresa acreditar a alguno de sus reporteros en las unidades de periodistas incrustados en las unidades de retaguardia. Al Jazeera no aceptó, pero en cambio transmitió una entrevista con el mismísimo secretario de la Defensa, Donald Rumsfeld, a quien le concedió 30 minutos al aire. Más aún, el Comando Central asignó al teniente Joshua Rushing, quien administra los materiales de video del Pentágono, como enlace especial.

El cortejo duró poco. Exactamente cuatro días, hasta el momento en el que Al Jazeera decidió transmitir imágenes de la guerra tal cual es: niños y niñas destrozadas por los misiles de los invasores y soldados estadunidenses muertos y presos. A partir de ese momento, la televisión árabe se convirtió, en palabras de Rumsfeld, "obviamente en parte de la propaganda iraquí".

No todos se dejan amordazar

Lo que Al Jazeera demostró, simplemente, es que la maquinaria de propaganda Washington-Londres tiene fallas. No todo el trabajo periodístico independiente puede ser amordazado.

brown-aaronPara la nueva guerra, el Pentágono cuidó todos los detalles que en operaciones de "censura patriótica" anteriores fallaron: Malvinas, Granada, Panamá, Guerra del Golfo. Al Jazeera cita, como un clásico en las políticas de censura, un párrafo del nuevo reglamento obligatorio que el Pentágono impuso a los periodistas, disfrazándolo como "estrictamente voluntario". Se afirma, en primer término, que el Pentágono no "revisará en lo general" los reportes de los periodistas a menos que estos hayan sido "expuestos sin querer a información delicada". En ese caso, "se les explicará qué tipo de informaciones deberán evitar cubrir". Y agrega esta joya: "El convenio para este tipo de revisión de seguridad a cambio de acceso a la información será estrictamente voluntaria y si el periodista no está de acuerdo no tendrá garantizado dicho acceso".

Estas reglas no incluyen el paquete de normas adicionales a las que están sometidos los 903 "periodistas incrustados" o encamados (embedded) que avanzan junto con las unidades militares estadunidenses y británicas. Al momento, los encamados superan en seis por uno al número de periodistas que trabajan en forma independiente en Bagdad.

A pesar de que estas nuevas reglas del periodismo "libre" de las potencias es del dominio público, la BBC de Londres añade al final de los despachos enviados desde Irak, publicados en la página web, la siguiente leyenda: "Los movimientos de los reporteros de la BBC en Bagdad son restringidos y sus informes son monitoreados por las autoridades iraquíes". Nada aclaran del "monitoreo" al que someten voluntariamente sus reportes desde la retaguardia de las tropas invasoras.

Aaron Brown, balconeado

Entusiasta de estas reglas y del gran espectáculo de la guerra que el domingo pasado, en pleno arranque de la "conmoción y pavor" de los B-52, que incendiaron el horizonte de Bagdad, una de las conductoras de CNN se atrevió a calificar el momento: Fascinating, dijo. Fascinante.

Dos días después, la poderosa cadena propiedad de Ted Turner empezó a pagar el precio de sus excesos. El domingo, dos manifestaciones, una en Los Angeles y otra en Atlanta, reclamaron: "¡Digan la verdad!". CNN tuvo que dar cabida a estas voces de protesta en una nota que duró, exactamente, tres segundos al aire.

Después vino la crisis de las imágenes de los soldados estadunidenses presos y muertos. CNN estimó útil exhibir la "brutalidad" de la cadena Al Jazeera, que nuevamente se encasillaba en la categoría de los villanos. El conductor de CNN Aaron Brown entrevistó al corresponsal de la televisora quatarí, Hafez Al-Miraz, el domingo 23 de marzo. Esta fue parte de la conversación:

-Se lo planteo de la manera más directa posible ¿Cuál fue el criterio de su cadena al transmitir esas escenas, digamos... grotescas? ¿Por qué tenían que transmitir tanto tiempo esos close-ups? Sabemos que la guerra no es un videojuego, pero esto que ustedes hicieron es... es una tragedia, un tema muy doloroso y sensible para los estadunidenses.

-Lo entiendo, señor.

-Quiero decir que nosotros no estamos esterilizando la imagen de la guerra ni nada por el estilo. Pero lo que hizo Al Jazeera, con tanto zoom in en esos seis minutos, en esas imágenes tan grotescas que me niego incluso a intentar describir, fue... honestamente, señor, fue una vileza.

-Esto fue lo que sucedió: cuando Al Jazeera obtuvo ese material, con la presión del tiempo, lo envió casi tal cual a sus suscriptores. Estoy de acuerdo con usted, eran escenas horribles. Desafortunadamente, algunas televisoras europeas, incluyendo Sky News, transmitieron las imágenes íntegras. Nosotros sí las editamos, no mostramos los rostros de los cuerpos. En cuanto a los prisioneros de guerra, cuando solicitamos confirmación al Pentágono nos pidieron no transmitir el video hasta que hubieran podido confirmar la información y notificar a los familiares. Eso fue al mediodía. Al Jazeera honró ese compromiso hasta las ocho de la noche, a pesar de que otras televisoras, incluyendo la Televisión Española y otras cadenas en Europa, las lanzaron al aire.

-Perdón, pero ellos tendrán que hablar de sus propias decisiones.

-Es cierto.

-Usted, señor, tiene que responder por Al Jazeera.

-Pues permítame terminar. Al Jazeera decidió aceptar la petición del Pentágono de esperar. Eso fue al mediodía. A las 12:30 pude ver en las pantallas de CNN a uno de sus reporteros asignados al Pentágono informando sobre tres de los presos, identificándolos por sus nombres. Eso, para una audiencia estadunidense.

-¿Usted lo vio en CNN nacional o internacional? Porque estamos hablando de cosas totalmente distintas.

-En CNN nacional, señor. América, a las 12:30. El Pentágono a esa hora ya había investigado y ya había hablado con el reportero de CNN. Y sólo para agregar algo, The Washington Post, en su primera plana...

-Ok, ok...

-...el Post, en su primera plana, había publicado una foto de un prisionero de guerra iraquí. Pero bien, estoy de acuerdo con usted, dos errores no hacen un acierto.

-Permítame regresar al punto. ¿Cuántas veces repitieron ustedes al aire esos grotescos seis minutos? ¿Cómo pudieron actuar de ese modo?

-No conté las veces. Pero le recuerdo que esto es una guerra. Permítame recordarle, Aaron, cuando en 1993 CNN transmitió las imágenes de los cuerpos de soldados estadunidenses arrastrados por soldados somalíes por las calles de Mogadishu. La gente odió a quienes hicieron eso, no juzgaron a CNN por mostrar esas imágenes.

-Ok, señor, esta no es una conversación fácil. Gracias por aceptar hablar con nosotros.

-Permítame agregar ...

-Esta es una conversación muy dura para ambos. Muchas gracias.

-¿Puedo agregar algo, por favor?

-Si lo puede hacer en 20 segundos...

-Lo haré. Es sobre los derechos de los prisioneros de guerra. Dos días antes de este asunto, ustedes transmitieron la fotografía de un prisionero iraquí. Espero que ustedes estén respetando sus regulaciones de la misma forma como lo está haciendo Al Jazeera.

-Ya dijo lo que tenía que decir. Y sólo para responderle, le diré que estoy seguro, casi 100 por ciento seguro, de que la familia de ese preso iraquí, quien haya sido, no vio esa imagen en televisión. Gracias.

Fin de la entrevista. Cuatro días después, el conductor Aaron Brown sigue en pantalla.

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