El autor de Nostalgia de la muerte expresaba
su ingenio mediante el sentido del humor
Mañana comienza la celebración por el
centenario de Villaurrutia
El poeta, dramaturgo, ensayista y dibujante legó
una obra que abarca casi medio siglo
Personaje singular, notable e influyente en el panorama
de la cultura mexicana del siglo XX
MIGUEL CAPISTRAN /I ESPECIAL PARA LA JORNADA
Como se asentó en el libro número 385 del
Registro Civil, en la foja 113-Fte. Se encuentra asentada un acta que contiene
lo siguiente:
''En la Ciudad de México, a las 11 once y diez
minutos del día 11 once de abril de 1903 mil novecientos tres, (...)
compareció el ciudadano Rafael Villaurrutia, de México, casado,
de 40 cuarenta años, comisionista que vive en la 3ª. Tercera
de Mina número 5 cinco, y presentó vivo al niño JAVIER,
que nació en dicha casa el día 27 veintisiete del mes próximo
pasado, a las 11 de la mañana, hijo legítimo suyo y de su
esposa la señora Julia González, de Chihuahua, de 32 años,
vive con su esposo.''
Hasta aquí lo sustancial de un documento para hacer
constar que ese bebé, que hoy sería un señor centenario,
vino al mundo en esta ciudad y quien, como bien se sabe, escribiría
su nombre con equis y quedaría registrado como uno de los autores
cuya obra realizada en el corto periodo de 47 años que alcanzó
a vivir, le otorgó un sitial destacado en el país.
Grupo sin grupo
Poeta, dramaturgo, ensayista, crítico e impulsor
destacado de las artes plásticas, del cine, del teatro, guionista
y adaptador cinematográfico, maestro de teatro y de literatura,
actor y excelente dibujante, son algunas de las diferentes vertientes que
conformaron una de las personalidades más singulares, notables e
influyentes dentro del panorama cultural mexicano, que no sólo literario,
en el siglo XX.
Su carisma, su don de gentes, su talento, para decirlo
con una sola palabra, concitaron en torno suyo a muchas figuras que junto
con él no sólo introdujeron en México los aspectos
distintivos de una modernidad que puso a tono al país con el resto
del mundo, sobre todo intelectualmente y con su aportación contribuyeron
a que la tarea civilizadora de la Revolución Mexicana, impulsada
por José Vasconcelos, alcanzara prácticamente a plenitud
muchos de sus objetivos y que en alianza también con el entusiasmo
individual, la inteligencia y el mecenazgo de Antonieta Rivas Mercado transformaron
y aceleraron dicho proceso modernizador.
Villaurrutia fue, pues, el factor humano principal que
hizo que se aglutinara ese conjunto de nombres que es más conocido
por el nombre de la Antología poética que publicaron en 1928
y el de la revista literaria que durante un lapso importante (1928-31)
animaron: Contemporáneos. Si bien la etapa previa de la labor
del grupo, esto es, la que corresponde al de la revista y el Teatro de
Ulises, viene a ser en varios aspectos de mayor trascendencia que Contemporáneos,
lo cierto es que ya desde 1924, en una célebre conferencia, La
poesía de los jóvenes de México, Villaurrutia
habló de una inicial formación literaria integrada por él
y sus amigos: Pellicer, Torres Bodet, Gorostiza, González Rojo,
Ortiz de Montellano, Novo, al que aún no se incorporaban Cuesta
y Owen, y se refirió a ese juvenil y poético conjunto como
''grupo sin grupo".
Y así como la tendencia general es la de referirse
a ese grupo como tal es la de considerarlos casi exclusivamente como poetas
y reducirlo a esos nueve meramente, la realidad es que superaron el concepto
de grupo o generación, y fueron muchos más los nombres y
las disciplinas representadas alrededor de algo que bien puede calificarse
de movimiento o de corriente.
Imán que atraía a todo mundo
En fin, por lo que respecta a Xavier Villaurrutia, como
quedó expuesto líneas atrás, sus actividades fueron
mucho más allá de lo que marca el estricto término
de lo literario, y aun dentro de este campo, por lo general se le reduce
a sus manifestaciones dentro de la poesía y el teatro, y cuando
se alude a su producción poética, se habla de él como
si sólo se hubiera reducido a expresar tres temas apenas: la noche,
el sueño y la muerte, haciéndose mayor énfasis en
este último asunto el que desde luego tiene preponderancia indudable,
particularmente por la maestría con que lo expresó.
De sus incursiones poéticas por ese sombrío
universo integrado por la muerte, la noche y el sueño, se ha derivado
la circunstancia de que muchos consideren que fue Villaurrutia un ser igualmente
sombrío, serio, prácticamente de carácter diríase
fantasmal, lo cual de ninguna manera se condice con su verdadera naturaleza
y espíritu, porque de acuerdo con el testimonio de quienes lo conocieron
y trataron, de quienes convivieron con él, el autor de Nostalgia
de la muerte era una persona jovial, ''muy amiguero", como lo recordaba
Salvador Novo; ''un imán que atraía hacia sí a todo
mundo", según la expresión de Agustín Lazo, su grande
y cercano amigo (nunca su amante, como han dicho por ahí), muy dado
a las bromas, aficionado al baile y dueño, sobre todo, de gran agudeza,
que se revelaba irónica, satírica, en especial cuando hacía
gala del gran sentido del humor que poseía y que era en gran medida
una expresión alegre de su inteligencia.
Sobre este aspecto de la, para decirlo a la antigua usanza,
''gaya" personalidad villaurrutiana, esto es, a su carácter alegre
ya se entiende, el maestro Novo, abordó en un breve texto: ''Xavier
Villaurrutia epigramático" (México en la Cultura,
suplemento de Novedades, 12 de diciembre de 1965, p. 2.) una cuestión
que no deja de tener importancia en la producción total de Xavier
Villaurrutia.
''Como ha ocurrido con todos nuestros grandes poetas,
Xavier Villaurrutia solía emitir en rápidos epigramas el
chispazo de su ingenio. Es un aspecto, si menor, valioso de su obra, y
que no ha sido recogido en libro ni acaso daría material más
que para una plaquette.''
En dicho texto, Novo rescató 19 epigramas de su
amigo Xavier, en los que éste retrató momentos y anécdotas
de personajes de su época y, recuerda Novo, que una persona de la
que no da el nombre conservó ''en la memoria y en manuscritos trazados
a veces sobre la servilleta de un café o sobre el programa de un
teatro, un puñado de estos epigramas. Algunos de ellos precisan
del antecedente que sitúe su eclosión. En su mayor parte
atañen a personajes del mundo teatral en el que Villaurrutia tan
valiosamente participó".