Iván Restrepo
Muchas promesas, poca agua
Acaba de concluir en Japón otra "cumbre" sobre los recursos hídricos del planeta. Nuevamente salieron a relucir certeros diagnósticos y propuestas para resolver problemas tales como los que tienen que enfrentar mil millones de personas que no disponen de agua potable y los de 2 mil 400 millones que viven sin servicio de alcantarillado. ƑCómo, entonces, detener la creciente tendencia a privatizar un bien público?
Los documentos analizados en Japón no dejan lugar a duda. En uno de ellos, elaborado por organismos vinculados con Naciones Unidas, se alerta que de continuar la inercia de los gobiernos y los líderes políticos, la crisis mundial del agua será de tal magnitud en los próximos años que tendrá proporciones sin precedentes y aumentará la escasez, ya de por sí grave en varias regiones.
En Africa, por ejemplo, el agua dulce disponible por habitante se redujo tres cuartas partes en los últimos 50 años, sin que exista una estrategia para atacar de raíz las causas que ocasionan tan drástico descenso. En los demás continentes los recursos hídricos también disminuyen debido al crecimiento de la población, la contaminación y el cambio climático.
Mientras propuestas van y vienen y miles de expertos, funcionarios e integrantes de organizaciones no gubernamentales discuten y plantean soluciones, la crisis que registra el vital elemento es la peor de todas las de tipo social y natural que se presentan en el mundo, es la que más afecta la supervivencia de los seres humanos y al planeta en general.
A futuro las cosas pintan peor, pues si no se revierten las tendencias actuales en los próximos 20 años disminuirá un tercio el promedio mundial de abastecimiento de agua por habitante. Aunque la crisis es evidente, falta el compromiso político necesario para invertir la tendencia de deterioro. Una prueba de ello es que en los últimos 25 años ha habido unas 30 conferencias internacionales sobre agua y, según se reconoce ahora, prácticamente no se cumplió ninguno de los objetivos aprobados para mejorar el uso de dicho recurso. Por eso muchos países se encuentran en una situación crítica y cada día son más los que padecen escasez, al grado de que si no se toman medidas radicales, a mediados de siglo serán 7 mil millones las personas afectadas por la falta de agua en 60 países, entre ellos México.
Y es que al uso irracional e injusto de un elemento vital para la vida se agrega que todos los días se vierten 2 millones de toneladas de desechos en ríos, lagos y arroyos, que un litro de agua negra contamine ocho de agua dulce, que haya 12 mil kilómetros cúbicos de agua contaminada en el mundo, cantidad superior a la que contienen las 10 cuencas hidrográficas más grandes del planeta.
Como siempre, los más afectados son los pobres, pues la mitad de la población de los países en desarrollo está expuesta a los peligros de las fuentes de agua contaminada. También son los que, proporcionalmente, pagan más por tener acceso al agua y los que más gastan en curarse cuando la consumen en mal estado y se enferman en consecuencia.
Es importante destacar que los ríos de Asia, el continente con mayor crecimiento poblacional y económico, son los más sucios, tienen 20 veces más plomo que los de Europa, y la cantidad de bacterias procedentes de heces fecales es tres veces mayor que el promedio mundial. Esa contaminación en Asia y en otros continentes explica por qué mueren al año casi 2 millones y medio de personas por enfermedades causadas por el agua en mal estado y también por qué otros 5 millones enferman gravemente.
Los frutos de foros importantes como el reciente de Japón no deben quedar en simple declaración. En el caso de México, la delegación oficial fijó su posición sobre el problema antes de partir al foro. El secretario del Medio Ambiente, Víctor Lichtinger, señaló que presentarían la nueva política sobre agua del país y que iban "con mucho afán de aprender de otros países, porque en este rubro tenemos mucho que aprender, y también de señalar algunos temas en los que muchos países tenemos que cambiar radicalmente".
No hay que cruzar al otro lado del mundo para saber lo que debemos hacer, luego de décadas de relaciones y conocimiento técnico, científico y político en el ámbito internacional, así como de tantos planes y programas sexenales. Las soluciones se conocen; lo que falta es decisión para hacerlas realidad, antes de que sea tarde.