ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Y sigue La Flor dando
MIENTRAS EN LA Plaza México el sector conciliador, por llamarle de algún modo, de la Asociación Nacional de Matadores lograba que el subsecretario de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, y el juez Ricardo Balderas toleraran la enésima falta al reglamento en la temporada 2002-2003, en la tercera corrida de la temporada organizada en la plaza La Florecita, de Ciudad Satélite, que ayer casi se llenó luego de que el público ha podido constatar la seriedad del ganado que se está lidiando -Rodolfo Vázquez y Huichapan en los dos primeros festejos-, hicieron el paseíllo Alejandro Martínez Vértiz y José Orozco El Jalisco, para lidiar cuatro bien presentados bureles de Valparaíso, dos de los cuales debieron irse sin orejas si los muchachos no fallan con la espada.
LA EMOCION EN este negocio-espectáculo, hay que repetirlo, la da el toro con edad y trapío; la diversión para familias y partidarios de lo falsamente bonito, la posibilita el novillote de entra y sal. Por ello en La Florecita, con Cachetón, que abrió plaza, con pitones e idea de cómo usarlos ante quien se le parara enfrente, las emociones empezaron con un torerísimo par de Adolfo Sánchez, dando todas las ventajas al imponente y amenazante ejemplar, que recibió un puyazo. Luego Martínez Vértiz, con una decisión inversamente proporcional a su fogueo, le paró en escalofriantes muletazos por la derecha, primero en los medios y luego en tablas. Tras dos pinchazos y una entera, fue sacado al tercio.
CON SU SEGUNDO, Don Vale, en recuerdo de don Valentín Rivero, fundador de la ganadería, un castaño precioso, de clara embestida que tomó una vara, Alejandro consiguió largas y meritorias tandas por ambos lados, con más afán que expresión y más colocación que mando, pues el sitio se obtiene toreando. Otros dos pinchazos antes de sepultar el acero, gran ovación a los restos del toro y vuelta de Martínez Vértiz entre división de opiniones.
JOSE OROZCO, EL JALISCO, primero enfrentó a Pájaro, corto y escurrido, al que toreó muy bien por verónicas, jugando los brazos con habilidad y sentimiento. Tras una vara, quitó en los medios por templadas y ceñidas chicuelinas. Ya con la muleta afloraría un Orozco solvente, tanto en técnica como en actitud, ante un soso con la cara arriba. Como se tirara a matar sin haber asegurado a la res, pinchó en dos ocasiones antes de dejar un bajonazo. Como quiera, fue sacado al tercio.
CON SORIMBO, cárdeno oscuro y cómodo de cuerna que empujó en el caballo, El Jalisco derrochó afición y entrega en mandonas series por ambos lados, resultó cogido sin consecuencias y volvió rabioso al astado para recetarle más naturales de conmovedora quietud, reiterando su vocación y cualidades toreras. Si mata al primer viaje, le corta las orejas. Tras este serial en La Florecita -faltan tres festejos-, Ƒhabrá otras empresas dispuestas a darle seguimiento a tan dignos esfuerzos?