De última hora, el espectáculo
presentó a cinco bailarines más de lo anunciado
Ballettissimo electrizó al Auditorio
y la pareja latinoamericana se llevó las palmas
La argentina Paloma Herrera y el cubano Carlos Acosta,
lo mejor de la noche
MERRY MAC MASTERS
Las superparejas de Ballettissimo electrizaron
el escenario del Auditorio Nacional a lo largo de tres horas el viernes
pasado, en la primera de tres funciones. No fue para menos. Hubo de todo
en lo que se refirió a escuelas, estilos, obras, música y
nacionalidades.
De
haber existido un "premio del público", basado en el aplauso final,
se lo hubiera llevado la pareja "latinoamericana" integrada por la argentina
Paloma Herrera y el cubano Carlos Acosta, quienes tuvieron a su cargo el
pas de deux de Diana y Acteón, de Esmeralda, así
como Tchaikovsky Pas de Deux, una coreografía de George Balanchine.
Sin embargo, no quedó muy atrás en el gusto
del público el ucraniano Vladimir Malakov, quien, aparte de bailar
El espectro de la rosa con su compatriota Yana Salenko (su nombre,
por cierto, sólo apareció en un volante con el programa,
insertado en el tríptico con las fichas biográficas de los
participantes en la gala, repartido por las acomodadoras), realizó
un solo de índole contemporánea, Voyage, con música
de Mozart y coreografía del italiano Renato Zanella, director del
Ballet de la Opera Estatal de Viena.
Entrenado en el Ballet Bolshoi, pero ingresado al American
Ballet Theatre en 1995, Malakov -tiene un gran parecido con David Bowie-
bailó ataviado con un traje blanco de lino, cuyo saco abierto dejaba
a la vista su torso desnudo. El contrastante fondo negro le permitía
lucir aun más sus dotes expresivas. Cabe apuntar que la única
otra persona que bailó un solo fue Anna Antonicheva que, literalmente,
se convirtió en el ave fascinante de El cisne.
Para el trío de funciones de Ballettissimo,
la capacidad del Auditorio Nacional se redujo más o menos a la mitad
con el fin de "acercar" al público al escenario y a los movimientos
sutiles de los bailarines. También se necesitó de espacio
para la Orquesta Sinfónica de las Américas, dirigida por
el huésped Alexei Baklan. Contrario a la costumbre del recinto,
aquí no hubo pantallas grandes. Ni modo de corretear a los ejecutantes
con una cámara. Bueno, es recomendable llevar binoculares.
Lo "clásico", como es de imaginarse, estuvo a la
orden del día: La Sylphide, con su "paso a dos" interpretado
por el matrimonio formado por los rusos Inna Petrova y Sergei Filin; Le
Corsaire, en cuyo pas de deux se impuso Igor Zelenski que, al
saltar, giraba el torso suspendido en el aire. Las siempre gustadas "vueltas"
ahora ejecutadas por su pareja, Elivira Tarsova, fueron las primeras en
llevarse los aplausos de la noche.
También hubo "pasos a dos" de los ballets clásicos
La bella durmiente, de nuevo con Zelenski, pero ahora de pareja
con Anna Antonicheva, y de Romeo y Julieta, con el matrimonio Petrova-Filin.
La gala concluyó con el grand pas de Don Quijote,
con Elivira Tarsova y Rolando Sarabia, integrante del Ballet Nacional de
Cuba e incluido a última hora, en los papeles principales.
En un principio, Ballettissimo sólo contempló
la participación de diez figuras. Sin embargo, Makhar Vaziev, director
del Ballet Kirov, y responsable artístico de la gala, tuvo la oportunidad
de aumentarle cinco nombres. Ese hecho, junto con la pieza Voyage,
le agregó un toque moderno al espectáculo. En ese sentido,
los estadunidenses Miranda Weese y Damian Woetzel deleitaron con su enérgica
interpretación de Rubíes, obra de la maestría
de Balanchine.
Después del intermedio, la estadunidense Michele
Wiles y el italiano Giusepe Picone abrieron la segunda parte del programa
con Grand pas classique, con coreografía de Gzovsky. El binonio
formado por Weese y Woetzel regresó con Broadway y la comedia musical
a cuestas con la obra Who cares? (¿A quién le importa?),
del genio de Balanchine, con música de George Gershwin.
Ahora, habrá que esperar que llegue el Ballet Kirov
en mayo.