El escritor retoma sus actividades luego de
estar dos meses en el hospital
Rascón Banda suma la espiritualidad y la sensualidad
a su dramaturgia
Indignación, injusticia y pasión son los
detonantes de sus más de 50 obras teatrales
CARLOS PAUL
La indignación, la injusticia y la pasión
son para el dramaturgo y abogado Víctor Hugo Rascón Banda
(Santa Rosa Uruáchic, Chihuahua, 1948) los principales motivos que
lo han impulsado a escribir más de 50 obras de teatro. Ahora, a
esas razones y a su dramaturgia se suman dos vertientes, nunca antes exploradas
por el escritor: una especie de espiritualidad y la sensualidad del cuerpo.
Luego de permanecer dos meses en el hospital, a raíz
de ''una hemólisis (enfermedad que impide al cuerpo producir suficientes
niveles de hemoglobina), complicada con una neumonía", Rascón
Banda, aunque más delgado, se ve recuperado y contento, pues, dice,
''las cosas van bien".
En la sala de su casa, rodeado de pinturas y serigrafías
de Francisco Toledo, José Chávez Morado, Alfredo Zalce y
Sebastián, entre otros, así como de algunas máquinas
de escribir antiguas, el dramaturgo conversa con La Jornada, sobre
sus deseos de escribir novela, cine y ensayo, así como de su más
reciente obra, El muchacho azul, ''texto que acabo de terminar",
aparte de las cuatro que escribió durante su estancia en el hospital
y que serán puestas en escena por sus compañeros de teatro,
a manera de reconocimiento por sus 25 años de dramaturgo.
Interioridad afectada
Para
Rascón Banda, ese ''proceso existencial" en el hospital cambió
su visión de la vida. ''Esa estancia de dos meses, inmóvil,
con oxígeno en boca y nariz, con cinco aparatos conectados a cada
brazo, sin comer bien y sin un pronóstico de salida; algo afectó
mi interioridad", comenta.
''Ahora afronto mi nueva vida transformado. Me di cuenta
que nadie nos enseña a disfrutar la existencia, a hacer lo que uno
quiere, no lo que uno debe; siempre he hecho la cosas por deber, no por
querer.
''Mi actitud hacia la vida es otra, ha cambiado la forma
como veo los colores y degusto los sabores; como veo a las personas, a
mi familia. También siento un gran peso moral de cómo corresponder
a la solidaridad que me ofrecieron tantas personas."
Durante ese tiempo el escritor pasó ''por crisis
de rebeldía, coraje, indignación, tristeza y, sobre todo,
desesperación, ¿por qué yo?, ¿eso es todo?,
era lo que me preguntaba, al igual que Marguerite Duras en su último
libro, o como en La vida breve, de San Agustín, a quien últimamente
he leído mucho. De hecho, de ahí surgió la más
reciente de mis obras, se llama El muchacho azul. Está basada
en una novela de John D'Abate, quien me autorizó en diciembre pasado
para adaptarla. Esta obra inédita, cuenta la historia del hijo de
San Agustín, nieto de Santa Mónica, un niño leproso
que se convirtió en un niño azul por una enfermedad extraña.
Es una historia teológica que aborda el precio de la santidad, pues
la santidad de ambos es la muerte de este niño. La obra ya está
terminada, sólo falta mandársela al autor para que la lea.
''Tengo otra, se llama El deseo, en la que mediante
el erotismo y la sensualidad, abordo la relación entre un joven
colombiano de 25 años y una judía rica de 60, de Los Angeles,
California. El tema aquí es la imposibilidad de ese amor y, en cierto
sentido, la imposibilidad del encuentro entre el Tercer y el Primer Mundo."
Esta pieza será interpretada por María Rojo
y Víctor Carpinteiro ''para inaugurar, el 10 de abril, un nuevo
espacio escénico en la colonia Condesa, llamado Círculo Teatral".
Menos prisa y más prudencia
En esas dos obras, El muchacho azul y El deseo,
''es otro Rascón Banda; en la primera aparece una especie de
espiritualidad y en la otra la sensualidad. Así como en Ahora
y en la hora, que será estrenada el 28 de marzo en el Foro Sor
Juana Inés de la Cruz, de la UNAM, dirigida por Luis de Tavira,
con escenografía de Philippe Amand. En esta obra me pregunto si
la muerte duele, cuándo uno empieza o termina de morir o qué
hay más allá.
''La religiosidad y la sensualidad no habían sido
nunca mis temas", sin embargo, y luego de su hospitalización, ''más
que salir como un hombre religioso o un fanático, salgo transformado
con la necesidad de una paz interior y otra actitud frente a la vida. Algo
tuvo que pasar porque las cosas (su salud) van bien. Y frente a la escritura
eso se está revelando. Además, voy a empezar a escribir con
más serenidad, con menos prisa y más prudencia, pues antes
lo hacía a cualquier hora, en la noche, en la madrugada, en mi oficina,
en los hoteles, en el aeropuerto. La mayoría de mis obras las escribí
cuando trabajaba en el banco, mientras se realizaban las juntas, cuando
un hecho social me provocaba, me indignaba o me conmovía una situación
injusta. Siempre escribí de una manera arrebatada y sin revisar.
Ahora quiero darme más tiempo, como está sucediendo con Sazón
de mujer, que será estrenada el 10 de abril en El Galeón,
con dirección de José Caballero y escenografía de
Alejandro Luna.
''Quiero ahora darle al teatro el valor que tiene, aunque,
respecto de las temáticas, no sé, pues mi siguiente obra
será sobre los apaches de Chihuahua, quizá se llame ¡Ay
Chihuahua cuánto apache!, que es una forma de decir, cuántos
indios sin guarache.
''Quiero escribir cine, tengo dos peticiones para hacerlo.
De hecho terminé en diciembre un guión que desde hace un
año me pidió Sergio Olhovich. Es una coproducción
rusa-española-estadunidense en la que se cuenta una historia de
amor real de la mexicana Concha Argüello y el capitán ruso
Rezano. La película se llama La rosa de California. ''También
queremos llevar a la pantalla grande, con Luisa Huertas, La mujer que
cayó del cielo. Ella se la ofreció a Carlos Carrera y
le interesó mucho, sólo falta que termine el guión
y en eso estoy".
Actualmente Huertas presenta esa obra, con la dirección
de Barclay Goldsmith, los miércoles a las 20 horas en La Gruta del
Centro Cultural Helénico (avenida Revolución 1500, San Angel),
y el viernes 14, en la sede del grupo Contigo América, se estrenará
El ausente, obra que fue escrita ex profeso, explica Rascón
Banda, como un homenaje a los 22 años de exilio en México
de Blas Braidot y Raquel Soane.
''También -abunda el autor de Los ejecutivos-
quiero escribir novela y ensayo. Estoy haciendo uno, con las notas que
dicté y escribí sobre esos dos meses que pasé en el
hospital, inspirado en tres libros: La invisible oscuridad, de William
Styron; La metáfora de la enfermedad, de Susan Sontang, y
Eso es todo, de Marguerite Duras. También quiero escribir
la tan pospuesta novela o libro de cuentos sobre la quiebra financiera
en nuestro país, pues cuando estaba en Banca Cremi y luego se denominó
Unión, cuando la compró Carlos Cabal Peniche, estuve ahí,
conocí por ejemplo de fraudes cometidos por mujeres por amor, lo
que sirve como materia dramática.''
Prioridad a la escritura
''Ahora -señala Rascón Banda- luego de que
termine mi gestión como presidente de la Sociedad General de Escritores
de México (Sogem), quiero dar prioridad a la escritura, convertirme
en escritor de tiempo completo, pues antes de ser dramaturgo era narrador,
pero antes quiero entregar una Sogem sana, con números negros. Donde
sí voy a continuar -si me dan otra licencia hasta mayo-, es en la
vicepresidencia de la Confederación Internacional de Sociedades
Autorales, que integra a 199 agrupaciones de todas las ramas en el mundo.
''Aun cuando he cambiado mi actitud hacia la vida, sin
que me lo haya propuesto, ahora que tengo más serenidad -concluye
Rascón Banda- espero ir integrándome, repito, a esta nueva
actitud, y que esto no me quite beligerancia y sentido crítico,
porque todavía hay que salir a pelear por los derechos de autor.
Todavía hay muchas batallas que dar."