Cada año se registran en promedio 13
ataques a helicópteros, revela la FEADS
Estudia la PGR revisar el esquema de erradicación
de cultivos ilícitos
GUSTAVO CASTILLO GARCIA
La
Procuraduría General de la República (PGR) analiza la posibilidad
de reforzar el actual esquema de erradicación de cultivos ilícitos,
luego de la muerte de cinco funcionarios de esa dependencia a consecuencia
del derribo de dos helicópteros en la zona de Tlapa, Guerrero, informó
Estuardo Mario Bermúdez Molina, titular de la Fiscalía Especializada
para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS).
Precisó que en cada operativo de fumigación
participan dos helicópteros y sólo en uno va personal armado.
La pretensión es mejorar la detección de cables tendidos
entre cañadas y montañas.
En entrevista con La Jornada, reveló que
los municipios de Tlapa, Chilpancingo, Atoyac y Ciudad Altamirano, en Guerrero;
Mihuatlán y Oaxaca, en Oaxaca; Culiacán, San José
del Llano y Cosalá, en Sinoaloa, así como Acaponeta y Tuxpan,
en Nayarit, son donde mayor número de ataques con armas de fuego
y tendido de cables de acero o plástico han sufrido los helicópteros
de la PGR que tienen la misión de fumigar los sembradíos
de mariguana y amapola.
De acuerdo con las estadísticas de la FEADS, el
número de agresiones se ha reducido en dos terceras partes de 1997
al presente año, al pasar de 30 a 13 en promedio anual.
Sin embargo, desde el 13 de mayo de 1991 no se registraba
ninguna muerte de personal de la PGR a consecuencia del desplome de una
aeronave por un ataque de narcotraficantes, como sucedió el lunes
en Tlapa.
Según las cifras de Bermúdez Molina, en
1997 la flota de la PGR fue agredida en 39 ocasiones con armas de fuego
y cinco con tendido de cables; en 1998, la cifra fue de 21 agresiones por
bala y cinco por cables; en 1999 la cifra descendió a 18 por disparo,
pero aumentó a 19 por cable; en 2000, cuando terminó la gestión
de Ernesto Zedillo, se disparó 16 veces en contra de helicópteros
de la PGR y en cinco se emplearon cables; para 2001 se registraron 13 ataques
con armas de fuego y cinco con cables; en 2002 se mantuvo el número
de veces que abrieron fuego contra las aeronaves y cuatro las veces que
les tendieron cables.
Las mismas cifras indican que en los últimos cinco
años, la zonas de Guerrero donde ha habido mayor número de
ataques son Tlapa de Comonfort, con 14; la zona serrana cercana a San Marcos,
con 18; Chilpancingo, con 11; la zona cercana a Acapulco, con 4, y Atoyac,
con 5.
Bermúdez Molina dijo que antes de fumigar un plantío
las aeronaves hacen maniobras de reconocimiento en dos ocasiones, pero
que muchas veces los agresores -que son personas que cuidan los sembradíos-
están ocultos en las copas de los árboles o bien entre la
maleza, por lo que no son detectados.
Otra veces, se emplean cables de acero, plástico
(como fleje para asegurar empaques o cajas) o hasta tendederos que no son
visibles, e incluso, en algunos casos, se ha llegado a encontrar cable
de acero recubierto con plástico de color verde, lo que impide la
detección oportuna.
El vuelo de reconocimiento se hace a más de 10
metros de altura, mientras las tareas de fumigación obligan a maniobrar
entre tres y cinco metros sobre tierra, a fin de realizar bien su labor.
Indicó que en esta administración, en 2001,
ya hubo un caso en el que un helicóptero fue derribado por este
tipo de cables, pero el piloto sobrevivió.