El eminente narrador cumple 70 años y
recibirá un homenaje en Bellas Artes
Viajar me dio la libertad absoluta para el quehacer
escritural: Pitol
El FCE publicará en breve sus obras completas
y Pretextos, editorial valenciana, su nuevo libro Cuento, novela, traducciones,
ensayo y periodismo de opinión pueblan su vasta obra
CESAR GÜEMES
Dice que empezó tarde a escribir, pero en su bibliografía,
a punto de conmemorar su aniversario número 70, hay numerosos libros
de cuento, novela, traducciones, ensayo y periodismo de opinión,
por los que ha recibido premios nacionales e internacionales. Sergio Pitol
cumplirá el martes 18 de marzo siete décadas de existencia,
y el próximo domingo, a las 12 horas, en la Sala Manuel M. Ponce
del Palacio de Bellas Artes, recibirá un homenaje con la participación
de Alvaro Mutis, Carlos Monsiváis, Rosa Beltrán, Adolfo Castañón
y Pedro Angel Palou.
En entrevista, Pitol ofrece dos noticias: el anuncio de
sus obras completas, a punto de ser publicadas por el Fondo de Cultura
Económica (FCE), y los primeros comentarios sobre el nuevo libro
que editará en breve la casa valenciana Pretextos.
-Sus
obras completas se pondrán a circular ya muy pronto, ¿qué
las demora?
-Ya están preparados los primeros volúmenes
para darse a conocer. Me han hecho trabajar mucho esos libros, porque quiero
que sean ya las versiones definitivas. La dilación consiste en que
debo escribir aparte, para cada libro, un prefacio. Esta labor me hace
ver que he escrito mucho, y a esto habría que añadir lo que
está publicado en revistas o suplementos, más los textos
que he leído en conferencias y ponencias varias. El caso es que
al releer lo escrito veo que existe una clara unidad en mi obra sin llegar
a la monotonía temática o formal. Vamos, que me he movido
buscando nuevas formas narrativas.
Primero lector, luego narrador
-¿Qué le da unidad a su vida?
-La literatura, por principio y fin de cuentas. He tenido
muchas vidas tanto en lo profesional como en lo personal, he residido en
muy distintos países, y todo está ligado a mi literatura.
-¿Así fue siempre?
-Creo que sí. Desde niño fui un lector de
tiempo completo. Mi existencia está en los libros que me ha correspondido
escribir. Prácticamente todas las circunstancias por las que he
pasado permean mis historias.
La vida de Sergio Pitol ha transcurrido por libros de
cuento y novela. Los relatos se agrupan hasta hoy, poco antes de que aparezcan
en sus obras completas, en volúmenes que cronológicamente
se publicaron en este orden: Victorio Ferri cuenta un cuento, Tiempo
cercado, Infierno de todos, Los climas, No hay tal lugar, Del encuentro
nupcial y Nocturno de Bujara. Como novelista, su producción
se encuentra en obras como El tañido de una flauta, El desfile
del amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal. Entre
los reconocimientos a su trabajo literario se encuentran los premios Xavier
Villaurrutia (1981), Herralde de Novela (1984), el Nacional de Artes y
Letras (1994) y el Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe
Juan Rulfo, en 1999.
Recuerda Pitol: ''A los 25 años comencé
a escribir, se supone que un poco tarde porque mis amigos que se dedicaban
a lo mismo ya para entonces habían estrenado obras de teatro o publicado
algunos libros de cierto alcance. A diferencia de Juan García Ponce,
Juan Vicente Melo, Salvador Elizondo o José de la Colina, todos
amigos míos, mi obra apenas comenzaba. Entonces no tenía
la idea de ser escritor, sino lector".
Cuenta el también autor de Vals de Mefisto,
Juegos florales y El arte de la fuga, que durante un viaje
a Venezuela escribió poesía, con la idea de publicarla en
cuanto llegara a México, ''pero todos quienes leyeron los poemas
me hicieron la sugerencia de que los dejara descansar un rato para eliminar
lo débil y potenciar los textos que tuvieran posibilidades estéticas.
Total, que no recibí lo que puede decirse comentarios francamente
favorables. De modo que dejé esos poemas en el olvido.
''Pero luego, en una temporada que pasé en Tepoztlán,
rodeado de libros, solo, una buena tarde me hice a la idea de escribir
una crónica del sitio, pero lo que salió fue el relato Victorio
Ferri cuenta un cuento. Me quedé sorprendido con la espontaneidad
de la creación, como si las famosas musas me hubieran dictado las
líneas una tras otra.
''Por último adecenté el cuento y cuando
lo vi completo me pasé a otro y otro. En dos semanas en Tepoztlán
hice Amalia Otero y En familia."
-Las musas llegaron en grupo, parece.
-Eso pienso. Tres cuentos en dos semanas, aun con mi ímpetu
de entonces, me parece un ritmo magnífico. Después del volumen
Tiempo cercado, sin embargo, las musas estuvieron ausentes, y no
las extrañaba ni las buscaba. A lo largo de varios años no
tuve necesidad de escribir y pensé que mi obra, muy breve por cierto,
ya estaba concluida. Pero no, luego de un viaje por Europa a inicios de
los años 60, comencé a escribir el que sería mi siguiente
libro. Ya la segunda tanda de cuentos me eran más propios, porque
de algún modo antes estaba muy influido por historias que me había
contado mi abuela. Luego de ese paso por Europa, específicamente
Roma, vinieron uno tras otro los libros de cuento.
Camino con libertad de opciones
-Hasta que llegó a la novela.
-Así es, llegué más tarde, pese a
que uno de mis géneros favoritos fue siempre la novela. La intenté
antes, pero la anécdota que pensaba desarrollar en forma novelada
se me condensaba al momento de escribir y terminaba en relato. Después
de mi paso por Montenegro, en la ex Yugoslavia, hice un texto que al releerlo
me pareció que podía ser más amplio, de modo que operó
en mí el impulso contrario al anterior y conseguí diversificar
un relato hasta convertirlo en novela. De ese texto que yo creía
cuento, nació, pues, mi primera novela, El tañido de una
flauta.
-¿Cómo le ayudó a escribir el hecho
de dedicar parte de su vida a viajar, por iniciativa propia o por encargo
diplomático?
-Me dio una libertad absoluta. Claro, de 1961 a 1972,
cuando me dediqué a ser free-lance y me mantuve de hacer
traducciones, fui completamente libre. No tenía que leer lo que
estaba de moda, ni acercarme a las corrientes llamémosle normales
de la literatura; no tuve jefes ni subalternos, sólo respondía
a mi necesidad de moverme. Lo único que necesitaba entonces era
mi máquina de escribir y mis diccionarios. Los viajes de entonces
me permitieron conocer las otras literaturas, me refiero a las centroeuropeas
y eslavas. La libertad de opciones me enseñó el camino.
-¿Tiene algo preparado? ¿Puede darnos alguna
primicia?
-Estoy por terminar mi nuevo libro, El mago de Viena.
Es un volumen conformado por fragmentos narrativos, crónica autobiográfica,
fragmentos de ensayos y planteamientos sociales y literarios. Lo editará
este año Pretextos, la célebre editorial valenciana.
-¿Está en paz con su obra al llegar a los
70 años?
-Nadie se siente del todo satisfecho, salvo quienes son
complacientes consigo mismos. Reconozco que de mi trabajo me gustan algunas
páginas, ciertos pasajes. En la literatura busco los retos, sobre
todo en la forma. Cuando siento que agoto un ejercicio determinado, paso
a otra cosa. Me doy cuenta cabal de que no he hecho el libro que deseo
y, lo digo con entereza, puede ser que ya no lo haga.