Publica la UNAM un libro con materiales del autor cubano
Escasos, los poetas que escriben en un idioma ajeno al materno: Kozer
CESAR GÜEMES
La voracidad grafómana: José Kozer, en edición de Jacobo Sefamí, publicado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, es el nuevo libro sobre José Kozer, que contiene testimonios, entrevistas, artículos, notas y reseñas de la obra de este escritor cubano y se suma a su nuevo poemario Anima, editado por el Fondo de Cultura Económica.
Después de salir de Cuba, Kozer pasó largo tiempo en Estados Unidos, donde su idioma natal compitió con el inglés. Al respecto, explica: ''Uno está asediado día y noche por el idioma ajeno y no hay muchos ejemplos de poetas que hayan escrito en un idioma que no sea el materno. Menciono a Pessoa, quien escribe al principio en inglés una poesía de poca importancia, y cuando recupera su verdadero idioma es el gran poeta en portugués.
''Rilke escribe en francés, pero en realidad es un gran poeta cuando va al alemán, pese a que su origen es checo. Juan Ramón Jiménez dijo en una ocasión, luego de vivir en Estados Unidos, que había decidido no aprender inglés porque por cada palabra en inglés olvidaba tres en castellano.
''Eso me produjo fuerte impacto y me dio a entender que debía sostener mi idioma materno: salí de Cuba de 20 años, formado en una lengua muy compleja dado que en mi casa se hablaba de forma peculiar. Mi origen es judío por padre y madre, así que en casa se habló un castellano muy habanero, el de mi madre; uno distorsionado que era el de mi padre, y el yiddish, que escuché casi a diario.''
Grafófilo
''Hay un sustrato en mi manejo del idioma -prosigue Kozer- que se basa en el yiddish. Entonces, esa complejidad de mi habla, cuando llego a Estados Unidos, me tiene muy al acecho al inicio, luego dejo que penetre en mí en inglés y se me convierte en un idioma muy fuerte. Jamás hago poesía en inglés, nunca."
-Sabemos que es usted un grafómano. ƑLo asume, lo disfruta?
-Todo escritor, aun el que permanece más en silencio y no escribe, está siempre en ''estado de escritura", don que recibimos. Hay quien no lo reconoce, pero en mi caso lo reconocí a edad muy temprana. Mi historia de pubertad es la de un muchacho encerrado en una habitación imaginando, e imaginar se vuelve de inmediato una mano que se mueve hacia el papel y empieza a escribir. Ya a los 14 años tenía la violenta necesidad de transformar hechos imaginarios en escritura. Y reconocida la vocación empieza un proceso para darle rienda suelta y se crea el hábito. Me veo condenado felizmente al paraíso infernal de siempre desear la escritura. Pero no confundamos: no me la paso escribiendo todo el día pese a que soy maniático, escriturador y hago poemas largos y complejos a diario.
''En todo caso preferiría el término grafofilia, en la cual encuentro dos etapas. De algún modo la naturaleza de la escritura ha entrado en mí y yo en ella, como cuando uno se mete al agua para nadar. Así que de mucho tiempo a esta parte no tengo la mínima preocupación de escribir, porque de todas formas se me da, si no es por naturaleza, por voluntad."