Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 11 de marzo de 2003
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Cultura
DISQUERO

Pablo Espinosa

Vivaldi: más allá de las estaciones

Un hermano menor de Mozart



LA FAMA DE Antonio Vivaldi (1678-1741) es una paradoja. Suele reducirse su potencia a Las estaciones, serie paradisiaca de cuatro conciertos que en realidad pertenecen a un ciclo energético de doce: Il cimento dell'armonica e dell'inventione y que ejemplifican de cuerpo entero -y ésta es la contrapartida de la paradoja- su vigor: se trata en realidad de uno de los compositores más potentes, vitales, de hondura de alma y elevación de espíritu, siempre untado a lo erótico y al desenfado solar, italianísimo y sonriente, un digno hermano menor -en espíritu, por supuesto- de Mozart. Además de las obligadas novedades de sus Estaciones (las de Gidon Kremer, que alterna las de Piazzolla son imprescindibles, así como una de las más recientes, con el cuero alemán Anne-Sophie Mutter) han aparecido en el horizonte de las novedades discográficas suculentas una serie de grabaciones hiperrecomendables y en las que aparece como denominador común el nombre de Fabio Biondi, violinista italiano que hace música con un instrumento magnífico, construido en 1697 por el laudero florentino Valentini Siani. Entre estas grabaciones novísimas elijamos el volumen titulado Cantate italiani e sonate (Universal), con la participación del contratenor Gérard Lesne, el agrupamiento instrumental Il Seminario Musicale (dirigido por el propio Biondi) y ocho partituras de exquisitez suprema, con pasajes improvisatorios en contratenor (que a muchos harán recordar la imaginería despertada con una película y una obra de teatro de reciente éxito con el tema de los castrati) y el torrente de felicidad que aporta siempre la música de Viva Vivaldi.

Venus naciendo del mar



A este territorio de lo nuevo y contundente pertenece una joya: Vivaldi. Stabat Mater, Nisi Dominus, Longe mala (Virgin), con el contratenor, fuera de serie, David Daniels y nuevamente Fabio Biondi en esta ocasión dirigiendo al agrupamiento instrumental Europa Galante. Las tres obras del título son una caricia en cada milímetro de la epidermis, en cada ventrículo, en todos los poros. El inicial Stabat Mater se suma a la pléyade de partituras A Toda Mater, entre las cuales no sólo la conocida de Pergolesi contiene gine-ceos magníficos. La voz de esferas celestes del contratenor Daniels, el sonido cálido, casi intrauterino, de Europa Galante y la atmósfera de éxtasis de todo el disco brillan inclusive en los territorios rilkeanos de Longe mala, umbrae, terrores, pieza que cierra el disco, pero la obra intermedia, Nisi Dominus, es todo un jardín de las delicias, en particular el Cum dederit dilectis (track 13) cuya belleza reproduce la respiración de la naturaleza, el primer latido, el inicio de la vida, el nacimiento de Venus en el mar, y los efectos en el alma y en el cuerpo son inevitablemente saludables. Uno de los pasajes musicales más hermosos que se hayan escrito en toda la historia de la música, tan poblada de belleza en estado puro. Eso, una purificación, eso recibe el escucha con el Cum dederit dilectis vivaldiano.
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