Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 11 de marzo de 2003
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Cultura
Teresa del Conde

Carta a Raquel Tibol

Distinguida amiga:

Sabes bien que en la medida de mis posibilidades siempre me he manifestado hacia ti con honestidad y hasta con cierta valentía, dado que son pocas las personas que se atreven a cuestionarte (cosa de la que tú no tienes ninguna culpa).

A lo largo de una de las conversaciones telefónicas que con frecuencia sostenemos (hace algunos meses), manifestaste tu franco desacuerdo conmigo acerca de los dos artículos que dediqué en esta sección a la película Frida, dirigida por Julie Taymor y protagonizada por Salma Hayek, ahora postulada al Oscar. No creo que vaya a obtenerlo, pero ya la postulación reviste su importancia. La cinta, para mí, es un buen espectáculo fílmico.

Leí con detenimiento la reseña de Angel Vargas, el pasado domingo en estas páginas con motivo de la presentación de dos de tus libros: Escrituras (la versión de CNCA-UNAM) y la redición de Frida Kahlo, una vida abierta, que junto con un librito mío, Frida Kahlo, aparecido en 1975 en edición de la Secretaría de la Presidencia, fue el primer volumen dedicado exclusivamente a la pintora.

No creo que la cinta degrade a los personajes representados. Estamos ante un producto cinematográfico, no ante un documento biográfico o teórico. Sí pienso, en cambio, que Hayden Herrera nunca debió prestarse a que su nombre apareciera en los créditos, me extraña sobremanera que haya aceptado el guión de Clancy Sigal en mancuerna con Diane Lake debido a que, en efecto, la trayectoria de los personajes está alterada (hasta desvirtuada) y tratándose de una vida tan, pero tan biografiada y estudiada como la de Frida Kahlo, se hacía necesario un mínimo de rigor en la trasposición datos. Mi acuerdo contigo en ese sentido es, por tanto, absoluto. ¡Cuánto hubiera ganado la película de haber puesto más cuidado en este aspecto! y lo peor es que no sólo no hubiera perdido un ápice de su atractivo fílmico, sino que incluso este aspecto se hubiera potenciado.

Dices, entre otras cosas, que la boda de Diego y Frida fue muy modesta. Pero me permito recordarte que no asististe a ella, debido, entre otras cosas, a que creo que todavía ni siquiera estabas en párvulos en tu natal Argentina. Conoces de esas fiestas a través de lo que te han contado acerca de ellas. Sí eran fiestas ruidosas y jacarandosas, como narra Ione Robinson (testigo de época) en un libro que conozco gracias al nieto de Diego Rivera (Juan Coronel), A wall to paint on, que quizá fue consultado por Julie Taymor, quien pasó el dato a las pintorescas guionistas.

Me gustaron la mayor parte de los sets y para mi sorpresa supe que un sobrino de Fernando del Paso (también postulado al Oscar) intervino en eso, desde aquí envío a ese joven, hijo de una compañera mía de escuela, prematuramente fallecida de un infarto al miocardio hace algunos años, mis congratulaciones. Ese individuo ha visto pintura -hasta en Olga Costa se inspiró- y tiene, por familia y por educación, una buena dotación intelectual.

Frida sí se involucró (posiblemente por coquetería y también por relaciones de poderío amoroso) con León Trotski. El le regaló una pluma fuente que Frida utilizó años después para reingresar al Partido Comunista. Bien que sabemos que uno de sus últimos cuadros, horroroso por cierto, que dejó inacabado, es el retrato de Stalin. Estamos hablando de personajes muy contradictorios, no del santoral político del momento.

En tu libro Escrituras (y yo en el mío Frida Kahlo, la pintora y el mito) rescatas testimonialmente, con mayor evidencia por lo tanto de la que yo proporciono, la liasson, aquí sí amorosa y total, de Frida con el fotógrafo húngaro Nick Muray. Consultaste el archivo Muray nada menos que de la Smithsonian Institution: ''My adorable Nick ...Your words made me feel so close to you that I can feel near me -your eyes- your hands, your lips..." Si se encontraba tan necesitada de afecto y presta a entablar una relación que a final de cuentas no resultó, debido a Nick, no a ella, ¿cómo no deducir que también Trotski le movió el tapete? El affaire Trotski es, en todos sentidos (que también involucran a Frida y a Diego, aunque nunca en la medida participativa que tuvo Siqueiros), una página negra no lo suficientemente ventilada.

Lo que sí es altamente ridículo en la película es el tango que bailan Frida y Tina Modotti, interpretada por la actriz Ashley Judd, que no se asomó ni de soslayo a la personalidad de Tina.

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